Vicenta:
Estoy mirando fijamente a los ojos de Daniel con la interrogante dibujada en mi rostro. Él también está confundido. Sé que ya no sabe qué hacer conmigo pero juro que esto es por protegerlo así como él siempre me protege a mí. De repente, empiezo a verlo todo nublado. Me acerco a Daniel y me apoyo en sus brazos para no caer. Lo escucho preguntarme:
—¿Qué te pasa? ¿Estás bien?
—Me siento mareada. ¡Me siento mal! Llámale al doctor.
—Sí, pero antes debo dejarte en el cuarto.
Intento caminar apoyada en él cuando de repente, siento un fuerte dolor en la panza. ¿Será que algo me cayó mal? O peor aún: ¡mi bebé! Me doblo del dolor y digo con la voz cortada:
—¡El bebé!
—¿Qué pasa con el bebé?
—¡Me duele la panza! ¡Me duele mucho!
—¿Cómo así?
—¡No sé pero me duele!
Me carga y me deja acostada en nuestra cama. Luego toma su celular y lo escucho que llama al doctor. Suena desesperado al hablar. Siento que se me acerca y está nervioso, lo puedo ver en su rostro. Me mira con miedo y me dice:
—¿Qué sientes?
—Mareos, y un dolor en mi vientre.
—¿Quieres vomitar?
—No.
—¿Sientes—se le aguan los ojos—que lo vas a perder?
—¡No! No lo puedo perder.
—Tienes que estar tranquila.
—¿Cómo quieres que me calme si puede que algo vaya mal con mi hijo y mi marido se va a ir a hacer un cruce suicida?
—No voy a ir.
—¿Qué?
—¡Que no voy a ir! ¿Cómo crees que te voy a dejar sola en este estado? Necesito saber cómo están.
—Estamos con miedo de perderte.
—¡Que no me va a pasar nada!
—Tienes razón, si te quedas, no te va a pasar nada.
—Mira, si cuando Chava regrese, me dice que todo fue bien, me voy a reír de ti ¿eh? Y mucho.
Me dice con tono gracioso y besa mi frente. Luego de unos minutos, llega el doctor y me examina; Daniel le pregunta:
—¿Cómo están, doc?
—El bebé está bien. Todo en orden con él pero la que no está muy bien es la mamá.
—¿Qué tiene ella?
—Tiene una ingesta, probablemente por algo que comió ayer y a demás, tiene la presión alta. Esto puede ser ocacionado por el estrés.
—Él me tiene estresada, doc.
Digo señalando a mi esposo y haciendo un gesto gracioso con la boca. Tanto Daniel, como el doctor se ríen de mi broma. El médico le dice:
—Señor, no estrese más a su esposa.
—Lo intentaré pero eso es difícil.
—Bueno, señores, yo me retiro. Señora Acero.
—Sí, diga.
—Aliméntese bien y no coma comida chatarra.
—A la orden, doc.
El doctor se va y Daniel se me acerca con preocupación en su mirada. Lo escucho decirme:
—Tienes que calmarte.
—Si te quedas, me calmo:
—Baby.
—Si te vas, me estreso, PUNTO.
—¿Será posible que nadie pueda con tu terquedad?
—Lo es.
Digo bromeando y nos empezamos a reír. Amo cuando nos reímos juntos. Me le abrazo y en eso, entra Chava diciendo:
—Daniel, se los hace tarde.
—Chava, no voy a poder ir.
—¿Y eso?
—Vicenta tiene la presión alta y una indigestión. Me voy a quedar cuidándola.
—Bueno pues si se trata de mí carnala, estás excusado.
—Dile a Bebote que tome mi lugar dirigiendo la lancha.
—Ok.
Chava se va y yo me quedo atónita. ¿Lo logré? ¡Lo logré! Acaricio mi vientre y le digo:
—¿Escuchaste eso, bebé? ¡Lo logramos!
—Sí, lo lograron y tremendo susto el que me pegaron.
—Con susto me tenías tú a mí, cabrón.
—¿Por qué dejaste ir a Chava y a mí no?
—Porque mi corazonada no tiene nada que ver con él. A demás, no fui yo sola la que vio tu muerte en un sueño. Tú mamá también. ¡Fuimos dos, Daniel!
—Ya, ya, ya, ya, no te me alteres. Tienes que estar tranquila para que la presión se te normalice.
—Está bien.
Respiro profundo y me quedo dormida en sus brazos. No podría imaginarme un día querer descansar sola en esta cama inmensa; sin él.Daniel:
Vicenta se quedó dormida. Ya han pasado unas tres horas. Josefina le tomó la presión a Vicenta y vimos que está se normalizó. ¡Gracias a Dios! Estaba preocupado porque no quería que eso le afectara al bebé. De repente, siento que suena mi celular; es Chava. Le contesto:
—¿Bueno? Chava ¿cómo salió todo?
—Más o menos. La lancha de Bebote explotó.
—¿Qué? ¿Cómo está él?
—Él está bien, tranquilo, pero tengo una buena noticia.
—¿Cuál?
—Agarramos al Indio Amaro.Vicenta:
Abro mis ojos y no veo a Daniel a mi lado. ¿SE FUE? Escucho su voz y único que está parado junto a la ventana. Escucho que pregunta:
—¿Atraparon al Indio Amaro?
—¿Atraparon al Indio Amaro?
Pregunto con gran sorpresa. Él me mira y le dice a la persona con quien habla por teléfono:
—Ok, yo voy para allá.
Veo que cuelga y se pone una chamarra como si fuera a salir. Me levanto de la cama, lo agarro por el brazo y le digo:
—¡Ey ey ey! ¿A dónde vas?
—A terminar con todos nuestros problemas.
—Te escuché decir que agarraron al Indio Amaro. Explícame eso.
—Chava me mandó las coordenadas de en dónde lo tienen. Lo vamos a hacer sufrir.
—¡Yo voy contigo!
—¿Qué? No ¡Tú te quedas!
—¡A ver, Daniel! Ese cabrón también me la debe. ¡Yo también merezco estar ahí!
—Está bueno, pero al primer malestar que sientas, me dices ¿estamos?
—Estamos.
Nos subimos en la troka y vamos camino a las coordenadas que nos mandó Chava. Llegamos al lugar y antes de bajarme de la camioneta pienso: ¡al fin nos vamos a librar de esta escoria! ¡Al fin vamos a vengar tantas muertes! Tantos fantasmas sin tumba, tantas vidas perdidas, tantos niños que sufrieron. En ese momento lo comprendo: todos esos horrores son algo que mi hijo nunca vivirá porque él o ella nacerá en un mundo mejor. Acaricio mi vientre y sonrío. Daniel acaricia mi panza y sonríe; dice:
—Tranquilo, mijo, estamos a punto de hacerte un mundo mejor pa que nazcas feliz y sin correr peligro.

ESTÁS LEYENDO
Lo Que Pudo Ser... ¡Será! [Señora Acero: La Coyote]
FanfictionSi existe algo que nos identifica como fans de Vicenta y Daniel,es el dolor de la pérdida de Daniel en la serie. A nosotras solo nos quedo el "y si hubiera". Que hubiera pasado si Vicenta dejaba de confiar tanto en Romero. ¿Que hubiera pasado si Dan...