Primer día

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Después de una larga noche con pesadillas relacionadas al muñeco y Thomas, se despierta algo exhausta y baja a desayunar, pero se encuentra al muñeco sentado en una de las sillas; ante su miedo y cansancio, preparó dos platos sencillos. Al terminar, limpió su plato y ya que los muñecos no comen, guardó el otro y dejo al muñeco en el cuarto donde lo encontró para poder arreglarse.

Fue al baño con ropa en mano, se dio una ducha para calmar su tensión después de la fuga que tuvo de imprevisto para alejarse de Michael, aprovecho para cortarse el pelo; tomo unas tijeras, puso una toalla en el lavabo para que los mechones no se vayan por el drenaje y comenzó a cortar. Al poco rato se empezó a escuchar música, ante su miedo, se vistió rápido, se sacudió el pelo y bajo las escaleras para llegar a la biblioteca donde se escuchaba la melodía, encontrando al muñeco en una silla con un libro en su regazo.

-Vaya... esto es...- apagó la música, se acerco al muñeco y tomó el libro.

-Debo leer fuerte y claro... ¿Verdad?- se sentó en otra silla cerca del muñeco.

-A Thomas le gustaba este tipo de historias- dijo en susurro y melancolía.

Un espectador estaba escuchando en las paredes la voz de su nueva niñera, teniendo en mente de tener cuidado de que no lo vea, al ritmo que escucha su voz contar la historia de fantasía, pensaba en quien era el llamado Thomas. Cuando Eliza termino la historia, tomó al muñeco en brazos y se puso a bailar con él, a la par que volvía a poner la música.

-Eres un buen chico... ¿Te gusta bailar?... espero no estar molestando... hace mucho que no tuve la oportunidad de un baile- lágrimas comienzan a salir de sus ojos.

-Perdón...- baja al muñeco y apaga la música -te dejaré en tu cuarto mientras limpió las trampas, así no te sientas incómodo.

-Solo necesito unos cinco minutos y volveré rápido, portate bien... ¿Sí?

Llevó al muñeco a su habitación, lo sentó en la silla mecedora y fue a buscar lo que necesitaría para limpiar las trampas y deshacerse de los roedores muertos en estas, mientras alguien toma la toalla que dejo en el lavabo. Paso un buen rato, la hora correspondía a la cena, por lo que Eliza se encargo de la bolsa en su mano, se aseo y fue por el muñeco para preparar la comida.

-Perdón si tarde mucho... fuiste muy amable al esperar...- dice con la esperanza de no haberlo molestado.

-¿Qué te gustaría comer?- sienta al muñeco en el comedor.

-Espero que algo de spaghetti con salsa blanca este bien.

Mientras preparaba la comida se escucha un risa, ante su curiosidad, fue a revisar, escuchó unos pasos en el segundo piso, siguiendolos llegó al cuarto del pequeño muñeco, entró en el y busco por toda la habitación, pero no encontró nada; se cierra la puerta con fuerza y se vuelven a escuchar risas. Eliza trata de abrir la puerta, pero no lo logra, ve una sombra cerca y se aparta con temor y se acurruca lejos del paso, pero se escucha la voz de un niño.

-Eli... ¿Porqué te alejas? ¿No quieres jugar?

-¿Quién eres?- pregunta con temor.

-¿No sabes mi nombre?- dice curioso.

-No... nadie me lo dijo...- contesta temblorosa.

-Me llamó Brahms... mis padres se fueron hace mucho y mi niñera me dejó.

-¿Tú eres... el hijo del Sr. Heelshire?

-Sí... ¿Acaso te asusté?... Perdón, creí que querías jugar...

-Es que... estoy preparando la comida y... ya es algo tarde... ¿Hay algo... más que quieras hacer?

-... ¿Quién es Thomas?...- a ella se le congelo la sangre.

-Él es... mi hijo adoptivo...

-No me cambiaras por él ¿Verdad?

-Ni siquiera sé si volveré a abrazarlo... o jugar con él... o decirle cuanto lo quería... no sé si volverá a abrir los ojos...

-¿Qué le paso?- dice algo triste.

-Brahms, necesito que abras la puerta... por favor...- se escucha un silencio -si lo haces te diré antes de dormir, pero ábrela...

La sombra se aparto de la puerta, ella abrió la puerta y miro por ambos lados del pasillo, pero no había rastro alguno de alguien; fue corriendo a la cocina, apago la estufa al ver que la comida ya estaba lista y la sirvió en dos platos. Siguiendo la rutina, guardó y limpió todo, tomó al muñeco y subió arriba para acostarlo y darle las buenas noches, pero al recordar la promesa indirecta que hizo, respiro profundo para hablar del tema.

-Fuiste muy amable hoy...- arropa al muñeco.

-¿Querías saber de Thomas?... Supongo que no me queda de otra...

-... Yo quería ser madre, pero no quería estar obligada a un matrimonio forzado... fui a un lugar donde me explicaron ciertas cosas... pero la primera prueba no la pase...- sus ojos se nublaban en lágrimas.

-Después de aceptarlo, fui a buscar en un orfanato...

12 de octubre...

Eliza había obtenido el permiso para adoptar a un niño, la directora del lugar le explicaba que primero observará a los pequeños y hablará un poco con ellos para fomentar la confianza, luego ella tendría una entrevista con el niño que eligió. Ella entró en el patio de juegos, varios niños la miraban con mucha energía, las niñas le pedía que se dejará peinar; llegó a hablar con varios, pero notó a un pequeño que la miraba avergonzado, se acerco a él, viendo su miedo.

-Hola... soy Eliza...

-Thomas...- dice ocultando la mirada.

-¿Te asustó, Thomas?

-No... es que... es muy bonita y... solo pensé como sería... si yo...

-¿Si vinieras conmigo?- él asiente temeroso. De pronto un niño le lanza un peluche y se burla.

-¡El caracol se quedó lento!- varios niños y niñas se empiezan a reír.

-¡Es de mala educación interrumpir una conversación!- Eliza le dijo al niño -Sin mencionar que los que se portan mal no ganan nada...

-Lo siento, señorita...- dice apenado el burlón, ella se vuelve a dirigir a Thomas.

-Ven, Thomas...- ella le extiende su mano.

-¿Dónde vamos, señorita?

-Voy a responder tu duda.

-Fue después de hablar con la directora que llevé a Thomas a casa... pase dos años cuidando de él... pero ahora debo esperar un milagro para volver a escucharlo...- una gota resbala por su rostro.

-Es todo lo que diré hoy...- se limpia las lágrimas -ya es tarde y debes descansar...

Ella se inclina, le da un beso en la frente y se va a su habitación para cambiarse y finalmente irse a dormir, sin saber que la observaban, alguien oculto en las paredes acariciaba la toalla del lavabo y acomodaba los mechones de pelo en una muñeca de trapo. Se acomoda junto su compañía, mirando en el suelo a un trapo destrozado, con cabellos y tela rosada rota y sucia.

-Tú no me abandoras... no serás como ella...

Niñera, Madre y ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora