¿Huir?

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Una silueta se asomó por el agujero en la pared, Richard iba a huir con su hija, pero Michael la retuvo del cuello con su brazo libre, casi asfixiandola, y en el otro brazo un palo, la silueta salió a la luz. Un hombre alto, cabello negro rizado, ropa vieja y una mascara de porcelana, era el que miraba a los tres de pie en el cuarto, su mirada mostraba ira.

-¿Quién es este?- dice Michael histérico.

-¿Brahms?- él la mira.

-Esto es cosa tuya, ¿Cierto?- levanta a Eliza del suéter -Tú lo llamaste para que hiciera esto.

-Yo no...

-Suelta a mi hija...

El padre iba a liberarla, pero Michael la lanza al suelo, el de la máscara se abalanzó hacía el rubio, él iba a golpear con el palo que tenía, pero lo detiene el contrario; Eliza y su padre aprovechan para ocultarse, siendo que era posible que Thomas aún estuviera en la casa. El pelinegro le quita el palo, lo toma del cuello y comienza a afixiarlo, Michael dejaba caer lágrimas de dolor, a lo que el contrario solo se ríe.

-¿De qué... te ríes?

-Después de haber hecho llorar a mi ángel, ahora tú eres el que esta soltando lágrimas.

-Eres... un...

-Tú no la mereces... ella a hecho muchas cosas para que Thomas no sufra por tu culpa.

-Ese... pequeño monstruo... lo iba a matar aunque aceptará.

-Por eso tú debes ser quién muera hoy...

-No debiste lastimarlos.

-La muerte vino a cobrar...

En un movimiento, rompió su cuello, dejando caer el cuerpo al suelo y salió del cuarto para buscar a Eliza; ella y su padre se ocultaron en el cuarto de Thomas, con la esperanza de encontrar una pista. Richard golpeaba en distintos puntos de la pared hasta que uno se escuchó distinto, llamo a la joven y juntos abrieron la compuerta.

-Espero que este bien...

-Es un niño inteligente, habrá hecho lo que pudo para mantenerse a salvo.

-Eli...- se escucha un voz al otro lado de la puerta -Abreme...

-Papá, entra y encuentra a Thomas.

-No te voy a dejar sola.

-¡Abre!- la voz cambia se escucha un golpe.

-Por favor... encuentralo por mi y ponlo a salvo... llevalo lejos- empuja a su padre en el pasillo y cierra la compuerta.

-Eli, por favor, debe haber otro modo.

-¡Abre la puerta!

-Solo importa que él este a salvo.

Richard avanza por los pasillos de la pared buscando alguna señal de Thomas, Eliza tomó una decisión difícil, ser la carnada; algo temblorosa abrió la puerta, viendo al que ella había cuidado por medio del muñeco, Brahms Heelshire. Él se acerco y ella dio un paso atrás, al notarlo, la tomó de la muñeca y se acerco más, la chica cerro los ojos, de pronto un brazo la rodeó.

-Lo lamento...

-No quise asustarte... ustedes no debían verme...

-¿Porqué?- logró preguntar aún en shock.

-Nadie sabe que sigo aquí...

-La niñera... por eso estaba la mancha de sangre haya abajo.

-No debió traer invitados... yo pude haberla perdonado... pero me apuñaló y me dejó...

-¿Dónde esta Thomas?

-A salvo... lo buscaré después, quiero poder estar contigo.

Brahms jaló a Eliza de la muñeca y le llevó a la biblioteca, él tomó el libro de la portada azul y se lo dio, ella lo empezó a leer; por otra parte, Richard seguía buscando señales de Thomas, volviendo a llamar escuchó unos golpeteos. Siguió el sonido y llego a una puerta, al abrir vio al niño amarrado en una silla y amordazado, se acerco apresurado y lo libero.

-Abuelo...- Thomas lo abraza.

-Thomas, debemos irnos...

-¿Dónde esta mamá?

-Ella... nos esta esperando, debemos irnos...

-¿Qué hay de Brahms?- dice algo asustado

-No te preocupes, no dejaré que te lastimen.

Ambos se fueron nuevamente por los pasillos buscando una salida hacía el patio, mientras Eliza terminaba de leer el libro, el contrario la miraba con una extraña ternura que solo se reflejaba en sus ojos que apenas se notaban a través de la mascara. Ella cerro el libro y lo puso en la mesa, sus manos aún temblaban, no sabía que hacer, solo trataba de recordar el rostro de Thomas.

-¿No crees que es algo tarde?... deberíamos descansar...

-No funcionará...

-¿Qué?- cuestiona asustada.

-No volverán a engañarme con las reglas de mi casa... ya lo hicieron y no volverá a pasar.

-Yo... lo siento

-¿Qué sientes?...

-Ah...- la toma del cuello -¿Brahms?

-¿Sientes que no funcionará?... ¡¿Sientes que no fui lo bastante tonto para seguirte el truco?!

-Por... por favor... Brahms...- él la suelta y pone la música.

-Vamos a bailar...- le extiende la mano.

Ella acepta con temor, toma su mano y es jalada con fuerza hacía el pecho de Brahms, su olor la tenía asqueada pero el miedo estaba más presente que las náuseas por el aroma, él la tomó de la cintura y posó su cabeza en su hombro. Brahms empezó a moverse al ritmo de la melodía, Eliza seguía los pasos, tratando de evitar algún error, teniendo el aliento de muerte por un paso en falso; Thomas y Richard lograron llegar al auto, ambos se subieron, pero el niño notó la ausencia de su madre.

-¿Dónde esta mamá?

-Me dijo que te cuidará.

-¡Debemos ir a buscarla!- se intenta bajar, pero tiene seguro para niños.

-Lo siento, Thomas... pero solo importa que estes a salvo.

-¡No!...

Toma la palanca que estaba bajo el asiento, golpea la ventana y sale por está, corriendo de su abuelo y llamando a su madre, esto sorprendió a los únicos que seguían de pie en la casa, Brahms tomó a Eliza del cuello al ver al niño de pie a la entrada de la biblioteca con Richard detrás.

-Thomas... ¿Qué haces aquí? Deberías estar arriba esperando.

-¡Suelta a mi madre, Brahms!

-¿Porqué? No me pueden dejar...

-Por favor, yo solo...

-Me van a abondonar ¿Cierto?... van dejarme solo... tan egoístas como ella.

-Thomas, vete, por favor...- dice Eliza con dificultad.

-Thomas, escucha a tu madre.

-¡No! Ya me cansé de huir... si me voy será contigo.

-¡No puedo dejar que vivas con miedo!... no quiero que vivas con miedo.... quiero que seas feliz.

-¡No puedo dejar de temer y no puedo ser feliz sin ti!

Niñera, Madre y ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora