IX 2/3

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Kyungsoo

Posé la mirada con demasiada incertidumbre en Baek, no lograba entender ese poder de convencimiento que tenía sobre las personas y mucho menos entendía el cómo había sido posible que JongIn aceptara.

—¿Primer día de trabajo?— pregunté sentándome en el sillón aún atónito. Baek sólo asintió con la cabeza dándome a entender que no tenía de otra e iría con él.

—Ya deja de verme así o sino se te hará tarde, ya te está esperando.— el pelirubio había terminado de hablarme para de inmediato darme una chamarra y alejarse hacia el pasillo. —¡Qué tengas buena suerte!— gritó desde el pasillo y a mi no me quedó de otra más que levantarme e ir a la siguiente casa.

—Vamos, Soo... es sólo una simple puerta que debes tocar o llegarás tarde.— pensé y como si no hubiera analizado lo consiguiente, toqué el timbre; casi de inmediato JongIn abrió la puerta con un aspecto formal, vestía traje y corbata la cual trataba de acomodarse con mucha premura.

—¿Te gusta lo que ves?— preguntó burlón; mis ojos casi por inercia se tornaron blancos dándole a entender que estaba molesto. —Ya, ya... por otro poco te quedas ciego de tanta fuerza en tus ojos.— dijo antes de tomar su maletín y acomodarse el saco; con un movimiento extra cerró la puerta mientras con la mirada me indicaba que fuera avanzando.

Nos dirigimos a la ya famosa parada del autobús que se encontraba cerca de los departamentos en los que vivíamos, soportando el mismo silencio incómodo que se había aparecido la primera vez que nos conocimos. —¿Seguirás así de callado?— encorvó su espalda hasta llegar a mi estatura y poder hacer contacto visual. —¿No quieres ir conmigo?— preguntó de nuevo.

—No es eso, sólo que... sigo sin entender ¿Cómo te convenció Byun para que me ayudaras?— Jongin enarcó una de sus cejas mientras reía un poco por mi comentario.

—Mira Soo, creo en parte yo tengo la culpa por lo que te pasó y ayudarte es la única forma en la que puedo remediarlo, así que no te preocupes.— su mano se posó en mi espalda dando pequeñas palmadas en ella.

Esa mirada que podía analizarte tan rápido seguía fija en mi, parecía estar disfrutando de lo tortuoso que era mantener contacto visual con él, hasta que el autobús apareció. El chico comenzó a ser todo un caballero conmigo en todo el transcurso del camino y estaba bien porque así mantenía cierta lejanía evitándome la necesidad de sonrojarme cada que nuestras miradas chocaran.

Con rapidez bajamos de la parada imitando nuestra velocidad hasta llegar a su despacho. Un edificio enorme, parecido a los de las películas de Estados Unidos; se encontraba en una esquina bien ubicada. Sus ventanales eran grandes y limpios. Mientras mi curiosidad apuntaba más arriba, un enorme letrero que decía el nombre del bufete se encuadró en mi campo visual.

— ¿Aquí trabajas?— pregunté un poco aturdido e impactado por lo bien que lucía el lugar, de inmediato su mirada volvió a mi mientras guiñaba con el ojo derecho.

Sus actos de caballerosidad seguían, abriéndome la puerta y dejándome pasar primero. Al fondo, una recepcionista se bajaba los lentes abajo del tabique impresionada por el chico alto a mi lado.

— Bien, Soo. No tardo, por favor espera aquí... máximo serán una o dos horas. Es una pequeña capacitación. ¿Si? En todo caso, si necesitas algo...— se interrumpió a sí mismo para buscar en mis bolsas, hasta que encontró lo que buscaba. Con rapidez anotó su número devolviéndomelo en mi bolsa. —Ten, ya tienes mi número, por si necesitas algo, no tardo.

El mayor se alejó sin voltear atrás, pocos segundos después ya se había perdido en las puertas de los elevadores y yo sin un lugar en donde esperarlo. La recepcionista al verme inquieto, me invitó a pasar a la sala de espera mientras me ofrecía un café de la manera más amable de la que me habían tratado.

En mi mente todo seguía dando vueltas, no sabía si era el efecto de todas las pastillas que Baek me había metido en la boca y forzado a tomar antes de salir de casa esta mañana que apenas surgía efecto, pero en definitiva todo me daba vueltas. Cómo pude le dediqué una sonrisa casi inquieta y regresé la mirada a mis nudillos que lucían deshidratados.

El tiempo estaba pasando cada vez más lento o a sí lo estaba percibiendo, las manecillas del gran reloj cucú que tenía frente a mi se movían más y más lento que llegó un punto en el que mis ojos se cerraron. No supe exactamente cuánto tiempo me había quedado dormido cuando Jongin me despertó a toques pequeños en el hombro.

—Kyung, vamos despierta.— exclamó un poco apenado.

Sólo pude gruñir algo adormilado mientras trataba de enfocar su rostro.

—Lamento haberme tardado, no supuse que esto tardaría tanto.— trató de ayudarme a levantarme del asiento.

—No, está bien... ¿Qué hora es?— giré la vista de nuevo al reloj rectificando que eran casi las 6 de la tarde; en definitiva ya era tarde para llegar a la cita que se suponía sería a las 5.

—Ya no llegamos a tiempo.— rezongué aún adormilado.

Jongin bajó la cabeza con tristeza, y es que si por él hubiera sido, no estaría pasando esto pero lo único que les quedaba era volver a intentar.

—Soo, vayamos... intentemos algo, tal vez aún nos puedan recibir.— el chico trataba de dar remedio al problema, parecía están convencido de que no me dejaría así. —Ven, tomemos un taxi.— y como por arte de magia, apareció el taxi justo cuando salimos.

El pelinegro me ayudó a subir con cuidado, como si se tratara de una vajilla carísima de porcelana fina; agradecí con un gesto amable y de nuevo arrancó el conductor.

Parecía que los silencios incómodos era lo que más habíamos tenido, pero era un sufrimiento al que podía tolerar.

—Jong...— exclamé bajito mientras él sólo guturaba un pequeño quejido para atender mi llamado. —Aquella vez en la cafetería... ¿por qué dijiste eso frente a Sehun?— pregunté sin más ni menos.

Parecía haberle sacado de órbita aquella pregunta ya que su mirada de inmediato se posó en la mía tratando de decirme algo que aún no podía comprender, pero sólo tartamudeo y redireccionó sus ojos.

—Porque estaba celoso, Soo.— su  mandíbula se tensó un poco mientras lo decía, mi mente se congeló casi de inmediato, yo no supe que decir, estaba atónito dejándome como única opción pegar la cabeza a la ventana.

—Jongin, ¿celoso de qué?— volví a preguntar en la posición en la que nuestras cabezas se encontraban.

—Ya, Kyungsoo... Es muy obvio el por qué.— medio gritoneó para al final volver a darme la espalda.

Por inercia me limité a poner los ojos en blanco imitando su posición.

Continuará...

Dear Neighbor  [Kaisoo fic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora