Capítulo 4.

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Ray J - One Wish

Dos días habían pasado exactamente, no tomaba ninguna de las llamadas de Leandro, para ser sincera estaba empezando a creer que todo este tema era bastante bizarro, sé que lo había pensado antes pero era cierto ¿Quién se enamoraba de un secuestrador? Mi madre no sabía nada sobre el tema, para ella Leandro y yo estábamos completamente enamorados y eran simples peleas de pareja. Los días me habían ayudado a buscar ayuda, estaba empezando a tener citas con un psicólogo, lo había visitado los dos días que llevaba sin saber de él, al psicólogo le había contado todo, era obvio, no podía curarme si no le contaba todo lo que sentía y pensaba sobre nosotros.

Recién salía del gran edificio donde veía mis citas con el psicólogo, habíamos terminado la sesión y mi estómago rugía, moría de hambre. Cruzando la calle quedaba una gran cafetería la cual emanaba un delicioso aroma, acomodé el bolso en mi hombro para ir directo hasta el lugar, al abrir la puerta tomé una gran bocanada de aire, fui directo a una de las mesas para sentarme en esta.

Buenas tardes señorita ¿Qué desea comer? –Dice un mesero de aproximadamente veinte años, le dedico una pequeña sonrisa cortes para luego mirar nuevamente el menú.-

Por favor un café bastante cargado y unos rollitos de canela –Dejó el menú a un lado mientras este anota en su libreta, al terminar se marcha dejándome sola nuevamente.-

Aprovecho el tiempo de soledad para sacar mi móvil y encenderlo, de inmediato la pantalla se llenó de miles de mensajes y llamadas perdidas, estaba cien por ciento segura que Leandro rastrearía mi dirección entonces lo apagué nuevamente.

Saqué de mi pequeño bolso un libro "Yo antes de ti" lo había leído tantas veces que había perdido la cuenta, amaba que ella lo amara a él, sin miedo alguno, amaba que ella fuese fuerte aun cuando el sentía su mundo derrumbarse debido a su condición, ellos se amaban y ella no merecía perderlo así, pero el mismo lo decidió.

Malditos hombres –Murmuro.- Siempre tienen que dañar los corazones de las mujeres y cuando más los amamos –El mesero se acerca con mi orden dejándola en la mesa, agarro la taza de café para tomar de su contenido.-

Señorita Graham –Me tensé enseguida, era la voz de Camillo.- Podría tomar mi celular ahora mismo y llamar a mi hermano, me daría una millonada por saber dónde estás tú –Arrastra una silla y se sienta frente a mi.- ¿Por qué huyes de él?

Estoy cansada Camillo –Agarro un rollo de canela para darle un mordisco.- Cansada de aguantar lo estúpido que puede ser tu hermanos –Niego.- He buscado entre sus cosas, resulta que he visto como mil de sus amantes, tiene información de todas, estoy casi segura que puede estar con cualquiera de ellas ahora mismo –Bebo otro poco de café.- De hecho hasta salgo yo ¿Puedes creerlo? Me ve como mercancía, el cree que puede hacer conmigo lo que quiere y las cosas no funcionan así –Saco de mi bolso el dinero necesario, lo dejo sobre la mesa y me levanto de esta.- De hecho creí que esta vez sería diferente y me equivoqué, sigue siendo un estúpido –Giro sobre mis talones y me marcho dejando a Camillo con la boca abierta.-

Hogar dulce hogar –Susurro para mí misma cuando abro la puerta de mi apartamento, Luciano no se encontraba en casa, había salido con unos amigos de viaje entonces me encontraba sola, cierro la puerta detrás de mi mientras dejo mi bolso junto con las llaves en el mueble, me deshago de mis zapatos para luego subir corriendo las escaleras hasta llegar a mi habitación, al aproximarme a la mesa de noche mis ojos se abren como platos al ver un gran ramo de rosas rojas sobre la mesa, me acerco más hasta tomarlas en mi manos, tenía una nota.

Para una mujer con metas claras, espero que estas las conserves

Te amo con locura.

Mafia Italiana.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora