10. Daño

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CAPÍTULO: 10

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Aqua había pasado gran parte del día junto con su viejo amigo contando alguna que otra cosa pero disfrutando de la presencia del otro, la menor estaba agradecido con aquel hombre por todo lo que hizo por ella.

Ahora la castaña estaba sentada sobre el capó del auto esperando que su amiga salga de la escuela, faltaría minutos para que por fin la morena terminara su primer día de clases y quería llevarla a comer a la cafetería para celebrar otro año más de infierno.

Descruzó sus brazos al ver aquella cabellera morena brillosa salir de las puertas a pasos lentos y torpes, su mirada la tenía en sus pies atenta para no caerse y eso hizo reír a la Swan. Los orbes azules de la mayor observaron cada movimiento y caminó a pasos apresurados para agarrar del antebrazo de su prima cuando la vio a punto de caer.

—Eres una nueva Bella, pero sigues siendo torpe —se burló la mujer de hebras castañas y la adolescente solo hizo un puchero que no le quedaba haciendo sonreír vagamente a la fémina—. Vamos, te invito a comer para celebrar otro año más de infierno.

—Gracias, Aqua —agradeció con una sonrisa Bella y frunció su ceño al ver un ligero color verde adornar en la mejilla izquierda de la mayor—. ¿Qué te sucedió?

—¿Eh? —confundida se giró la oji-azul para pararse en seco y observar a la más baja. Bella señaló su mejilla izquierda y ahí entendió la mujer. Abrió sus labios dudando de decirle la verdad—. Después te cuento.

Isabella aún dudosa, asintió. Ambas familiares caminaron hacia el vehículo de la más grande y entraron silenciosamente ante la mirada curiosa de los estudiantes, quienes compartían palabras con otros sobre la mayor de las Swan.

Aqua solo rodó los ojos por los chismes que iban de labios en labios y arrancó el auto para posteriormente ir hacia el lugar en que almorzaría junto con la estudiante.

—¿Cómo te fue?

—Bien, aunque era más presentaciones que estudio —se encogió de hombros desinteresada en el tema y giró su rostro para mirar el perfil derecho de la casi adulta—. ¿Me dirás que te sucedió?

—¿Y tú me dirás que secretos me ocultas? —la miró de reojo al hacer la interrogante y la menor comenzó a toser nerviosa por esa pregunta.

La adolescente, después de recomponerse, miró con ojos abiertos a su amiga y se cuestionó el cómo supo que guardaba ese secreto que prometió no revelar. Tragó saliva al notar que el rostro tranquilo de su acompañante se transformaba en uno serio y pensó que estaba en problemas.

—¿Conoces a algún hombre de ojos rojos y rastras, Isabella? —interrogó Aqua, sus ocelos azules se habían oscurecidos mientras apretaba fuertemente el volante, su mirada no se apartaba del camino y esa actitud inquietaba a la copiloto—. Responde.

—N-No.

—No me mientas.

—N-No lo c-conozco —se regañó mentalmente la morena al tartamudear y observó como los brazos de su prima se tensaban y tragó saliva nuevamente.

—Oh, que pena. Me hubiera servido para saber porqué mierda se metió a mi auto y me golpeó —Isabella abrió sus labios sorprendida por la información y comenzó a sudar de los nervios.

¿Por qué Laurent golpearía a Aqua? ¿Por qué está aquí? Esas y otras preguntas pasaron por su cabeza y se vio tentada a soltar la sopa para que su prima estuviera al tanto y se mantenga alerta. Pero después de todo, ella no era la única involucrada en el secreto.

No le podía hacer eso a ellos, por más que se hayan largado dejándola abandonada con esos depredadores de ojos rojos. No, ella debía cumplir con su promesa.

—No lo conozco, pero podemos decirle a Charlie para ayudarte.

—¿Puedes dejar de mentirme a la cara? —dejó bruscamente el vehículo a un costado del bosque para girarse molesta hacia su prima—. ¿Me ves la cara de estúpida, Isabella? Yo no me trago ese cuento, sé que es ese bastardo y quiero saber la razón del porqué ese hijo de puta está involucrado contigo.

—¿Q-Qué...?

—¿Creíste que no sabría que ese hombre de ojos rojos es un vampiro? —Soltó un resoplido indignada y llevó su mano a la mandíbula de la menor, ejerciendo un miligramo de su fuerza. Se acercó a su cara de forma demandante y susurró al frente de ella—. Dime quien es y porqué está involucrado contigo, y lo mataré.

—A-Aqua —los rostros de ambas mujeres estaban demasiado cerca y si alguien las viera, y no supiera que eran primas, pensaría que se estaban a punto de besar—. N-No te l-lo puedo decir.

—¿Por qué no? —frunció el ceño molesta la mujer y ambas respiraciones cálidas chocaban entre sí—. ¿Por qué no, Bella?

—L-Los m-metería en pro-oblemas —Aqua bajó su mirada inconscientemente hacia los delgados labios de su acompañante y eso fue el detonante, se separó lo más rápido posible de la fémina y tranquilizó su respiración.

Recuerdos pasaron por su mente y se estremeció al sentir como un golpe impactaba contra su espalda, se irguió ante la sensación y miró con ojos abiertos el lugar.

Giró sobre su eje confundida observando el sitio y caminó unos pasos para después parar en seco al escuchar un grito que conocía perfectamente, se dio la vuelta lentamente y apretó sus puños con fuerza al ver ese bastardo.

Quiso correr hacia el y matarlo pero se vio a sí misma llorar mientras gritaba tratando de salirse del agarre que tenía en sus manos, una lágrima bajó por su mejilla izquierda al ver como ese ser azotaba con una fusta su espalda descubierta.

Lágrimas se adueñaron de su visión y gritó en ese lugar llevando sus brazos en su pecho; sintió como alguien la abrazaba para tranquilizar sus espasmos y abrió sus ojos con la vista borrosa para después ver aquella cabellera marrón que tanto le gustaba acariciar.

—¿Qué sucede, Aqua? ¿Por qué lloras?

La mayor solo se aferró al cuerpo de la adolescente queriendo dejar salir todo esas emociones que albergaba en su interior y lloró como una vez lo hizo en brazos de su madre. Las gotas de agua saladas mancharon la campera que usaba la estudiante y esta solo acariciaba con cariño la espalda de su prima.

—¿Aqua?

—É-Él me h-hizo da-daño —entre hipos habló la de ojos azules—. M-Mucho d-daño.




 M-Mucho d-daño

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H | ᴇᴅɪᴛᴀᴅᴏ

𝐇𝐚𝐝𝐢𝐭𝐚 |Edward Cullen ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora