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Hace cientos de años en una tierra única y mágica se desató el caos. Una malvada reina cegada por la avaricia usó su poder para destruir y tomar lo que ella creía le tocaba por derecho, el frío invierno se abrió paso sobre cada rincón de aquella tierra; lo que antes fueron paisajes verdes llenos de flores fue cubierto por una espesa capa blanca.
Los habitantes del lugar tuvieron miedo, intentaron protegerse de aquella temible mujer, muchos de ellos murieron en sus manos. Tan solo quedaban dos opciones: huir y esconderse o unirse a su bando, fueron pocos quienes pudieron hacer lo primero, pero quienes lo lograron hacer pudieron ver con sus propios ojos el pueblo que estaba detrás de todas esas historias y cuentos.
A varios días de viaje un pueblo escondido entre montañas y árboles les dio la bienvenida, el sol todavía brillaba en aquel lugar, la calidez tocó la piel de los habitantes que huyeron en busca de paz, los brazos abiertos de una mujer de cabellos dorados como el sol se los dio.
El mismísimo Aslan la visitó en su hogar para contarle de la situación y ella accedió a que él pudiera guiarlos hacia su pueblo, sin contar que un infiltrado de aquella malvada mujer se mezcló entre ellos.
El frío comenzó a invadir el precioso pueblo que una vez tuvo un brillante sol en el cielo, los reyes y su gente pelearon por proteger su casa y a sus seres amados, pero no podían hacer mucho cuando la presencia de la mujer vestida de blanco llegó. Sangre derramada fue lo que dejó a su paso.
La llegada del invierno marcó un antes y un después en aquel lugar, una enorme barrera se abrió paso en los alrededores, las montañas cerraron sus accesos, Aslan se encargó de brindar protección a los pocos que sobrevivieron, luego de la muerte de sus reyes no podía dejarlos así. El pueblo que brindó protección volvió a desaparecer y con él la última descendiente de los difuntos reyes.
El llanto de una bebé resonó en las frías y vacías calles londinenses, una mujer de cabellos negros como la noche percibieron el ruido y corrió hacia el lloriqueo de la criatura. Sus cálidos brazos tomaron a la bebé preguntándose quien habría sido tan inhumano para dejar a una pequeña en ese clima, sus dedos acariciaron el rostro pálido del infante sin percatarse como a lo lejos un hombre observaba con atención.
— Hasta pronto princesa, viva feliz y sana.
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La guerra provocó que varios niños tuvieran que abandonar sus hogares y familias en busca de un lugar seguro; Hope Benson y Marie Waller fueron parte de ese grupo que tuvieron que abandonar sus cómodos hogares en Londres.
