Capítulo 4

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Abrí los ojos de nuevo y me encontraba otra vez en esa habitación que no logro reconocer. En esa habitación blanca y hablando otra vez con él, pero esta vez puedo verle mejor; logro divisar su rostro entre las sombras, pero no recuerdo ninguno de sus rasgos. Es extraño, siempre me acuerdo de una cara.


De nuevo, es él el que habla, esta vez estoy más tranquila, así que logro enterarme de la conversación.

-Así que todos están llenos de vida pero no vivos, lo entiendes…¿verdad? Bueno, supongo que sí. El caso es que debes huir, huye lejos y no mires atrás…- Justo en el momento en que me disponía a preguntarle, en que me disponía a indagar…hubo una pausa eterna. Él se quedó mirando a la nada detrás de mí, y ese acto me heló la sangre por dos segundos, el tiempo suficiente para poder escuchar que él hablaba de nuevo, pero con un tono más afectado, más…cuidadoso, como eligiendo el tono suave y las palabras que formulaba.

-Detrás de ti, hay alguien que nos observa…- No quería girarme, pero algo me impulsaba a hacerlo.

Lentamente, fui girando sobre mis talones, consciente de que estaba dormida, pero despierta al mismo tiempo. Al terminar de girarme, vi algo que me impactó aún más que la dichosa habitación: Ante mí, se erguía una figura esbelta, pero sus pies no tocaban el suelo, ni siquiera lo rozaban. Vestía ropajes de hospital, una bata blanca y larga que apenas dejaba ver los dedos de sus pies, fríos y sucios. Su pelo caía por sus hombros, negro, en una media melena que le cubría solo la mitad del rostro. Pero, lo que más me llamó la atención fueron los rasgos de su cara, inexistentes aunque se podían divisar entre los mechones de lo que debía ser un flequillo mal cuidado, y sus ojos…sus ojos eran lo que más me asustaba en ella. Grandes, lo que más se marcaba en su cara, brillantes pero no eran una figura totalmente definida…de repente se apagó la luz en un instante en el que no pude evitar contar el tiempo que me encontraba en la oscuridad, rodeada de las sombras y con una inquietante sensación de que alguien me observaba. Un segundo, dos, tres…de pronto, aparezco en la habitación con las paredes rojas, esta vez sí, logro saber que sigo en la habitación blanca, pero que sus paredes están manchadas de sangre. Me asusto, no sé qué hacer y además ahora estoy sola, él ya no está y ella…ella se ha desvanecido como convirtiéndose en polvo.


Me despierto sobresaltada, bañada en sudor y nervios. “Todo ha sido un sueño…solo un sueño.” Pienso, estoy a salvo, o eso creo…hasta que dirijo mi vista hacia la puerta de mi cuarto.
Está ahí, la figura que no toca el suelo está en el marco de mi puerta, observándome con esos ojos en verdad inexistentes. Esto ya lo he visto en más películas, ahora es cuando debo encender la luz y avisar a mis padres, pero esto es la vida real, no puedo, hay algo que me impulsa a preguntar…nunca hay que preguntar, sin embargo: -¿Quién, qué eres?- Me corrijo, no creo que sea posible “caminar” sin rozar siquiera el suelo.
Mis nervios aumentan por segundos, no obtengo respuesta, pregunto de nuevo: -¿Qué es lo que quieres de mí? Sal de mis sueños.- Grito desesperada, silencio de nuevo. Mis nervios siguen aumentando, y en ese momento me doy cuenta: si lo único que tiene a modo de boca es una hendidura, cómo va a responderme… -Cariño, ¿estás bien?- Mi madre se levanta de su cama para ver qué ocurre, la entidad se hace polvo y yo…yo tengo que engañar a mi madre, de pequeña hablaba mucho en sueños, eso funcionará.

-Cariño, despierta. ¿Estás bien?

-¿Qué…qué pasa?

-Nada mi amor, estabas hablando en sueños. Hacía mucho que no te pasaba…- Me sonríe somnolienta. -Ah, perdón.- Digo, poniendo cara de dormida e incorporándome hasta sentarme.

-No cariño, no te disculpes. Venga, túmbate, intenta dormir lo que queda de noche, mañana tienes instituto, por si se te había olvidado.- Me guiña un ojo, típico de mamá… -Buenas noches mamá…- titubeo un momento, -te quiero.- Mi madre sonríe, hace mucho tiempo que no se lo decía, es normal que se sorprenda. -Yo también te quiero.- Y desaparece en la oscuridad de su habitación.


Intento dormir de nuevo, convencida de que me pasaré el resto de la noche sin dormir pero, sorprendentemente, me duermo a los pocos minutos. No sin antes darle vueltas a la frase que me dijo aquel chico, ¿qué quería decir cuando pronunció aquellas palabras? Tenía la fuerte sensación de que debía descubrir el significado de la frase “están llenos de vida pero no vivos.”

Aula N°13Donde viven las historias. Descúbrelo ahora