Me levanté temprano- más de lo normal,- pensando otra vez en ella, Senya…su nombre es tan bonito, y ella…cada vez que la veo me corta la respiración y el corazón se me acelera.
Bajé las escaleras rápido y, como siempre, mi hermano ya estaba levantado.
-Buenos días David. ¿Qué hay para desayunar?
-Te he dejado tu yogurt y los cereales encima de la mesa.
-Gracias hermano, ¡eres el mejor!-Estás muy contento…qué quieres, dinero?
-No, no; tengo algo ahorrado del último trabajo, gracias.
-Entonces…qué es. Mejor dicho, quién.- Noté como el color subía por mis mejillas, las notaba ardiendo. -Es una chica que se ha mudado hace poco al pueblo, se llama Senya.- Mientras hablaba con mi hermano de ella, me di cuenta de que era la primera vez que hablaba así de alguien.
- Interesante, oye me voy a trabajar ya. Volveré en torno a las diez, intenta hacer tú la cena anda.-Vale. Por cierto después de clase voy a la biblioteca a estudiar así que no creo que coma en casa. Y el miércoles me voy al cine, así que vendré relativamente tarde.
-¿Tienes una cita?- Mi hermano había usado ese tono que tanto odio. -No listo, nos vamos todos los de clase. También vendrá tu amiga Érika…-
-Serás gilipollas.- Y con esa sentencia salió de la casa. Sabía que a mi hermano, que tiene tres años más que yo, le llevaba molando Érika desde los 14 años, y la cosa de ir a clase con ella, facilitaba nuestra relación fraternal. Vamos, que me daba ventaja porque podía meterme con el imbécil de mi hermano.
Terminé de desayunar, me duché, me vestí y cuando había terminado de preparar todo para clase, miré mi reloj: las ocho y diez, hora de ir a buscarla.
Cuando llegué a su casa, ella ya me había visto entre la niebla a través de la ventana. Salía sonriendo como si hubiese hecho algo malo pero divertido. -Buenos días – me abrazó, tenía los ojos más claros que el día anterior…Es perfecta.