[XII] Obligado a dejarla ir

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Al día siguiente  había despertado antes que Sasame, por lo que baje a la cocina a hacer el desayuno, cuando ya casi estaba por terminar el iba a subir para despertarla, el timbre sonó, haciendo que alzara una ceja poco animado de saber quién era el que llamaba a la puerta a esas horas, gire en el sitio y me dispuse a abrir la puerta encontrando a un anbu detrás de esta esperando a  darme una carta por parte del Consejo del clan, obligado a acatar lo que dijera la Carta como actual  cabeza del clan debería leerla.

El anbu desapareció en cuanto me dio la carta, cerré la puerta detrás de mi y comencé a abrir la dichosa carta que me habían entregado, mis ojos se movía rápidamente al leer cada palabra, pero cada palabra se incrustada en mi como dagas dejándome lo último bien herido.

"Deberás estar obligado a dejarla ir. "

Obligado a dejarla ir.. -Murmure  atónito. - Una mierda..

Arruge el papel  y subí las escaleras con rostro sombrío, cogí un papel y le deje una nota a Sasame que se dirigiera a casa de Mei y Konohamaru, después de que desayunar, dejándola así la dirección de donde vivían. En el momento que deje la nota para Sasame me vesti y salí hacia una enorme casa dentro del complejo Nara, esa es la de Koroko el anciano del clan, iba a tener una bonita charla con el.

Al  instante llegue a la casa con cabreo di golpes a la puerta para luego cruzarme de brazos esperando que el viejo abriera la puerta, cuando la abrieron esperaba encontrarme con el viejo pero en eso me encontré con Tazami su única hija, deje el enfado a un lado y la mire directamente con una mueca de disgusto en el rostro.

Tazami ¿Donde está tú padre? -Le pregunte llevando mis manos a los bolsillos de mi pantalón. -

Creo que se fue a hablar con la Hokage hace un rato ¿Por qué?. -Pregunto mirándome sorprendida. -

Por nada, gracias ¡Adios! -Dije saliendo corriendo hacia la Hacienda Hokage. - Puñetero vejestorio

Saltaba de tejado en tejado, jadeando ya que intentaba llegar a tiempo, pero ese tiempo se me iba escapando de las manos como si fueran granos de arena. Cuando llegue a la Hacienda Hokage, interrumpi bruscamente abriendo la puerta de par en par y pude ver a Sarada hablar con Koroko, este me miraba con una mirada cínica en los labios.

Llegas tarde Señorito Shikadai. -Susurro el viejo para que solo lo oyera yo. -

¡¿Qué has hecho Koroko!? -Salte furioso caminando hacia el y estire mi mano para ponerla en el hombro de el. -

¡Quieto Shikadai! -Exclamó Sarada en forma de orden dando un golpe en la mesa. -

Koroko me ha dicho que la chica pelirroja que llegó contigo es de un clan buscado en el libro bingo, como tal debe ser echada de la villa o llevada a Houzuki, tú decides. -Se limitó a decir la Uchiha con ese semblante que es característico de los Uchiha. -

Su clan no es buscado ni nada parecido por el estilo Sarada, creeme por favor, ella no tiene nada que ver. -Hable alterado por el cabreo que me estaba viniendo por culpa del viejo. -

Lo siento Shikadai, pero como Hokage no dejaré que ningún criminal que este en el libro bingo campe a sus anchas por la villa, se irá, no tengo nada más que decir.- Cerro el pergamino con informes que estaba viendo. -

Pero.. - Un tartamudeo se apoderó de mi en ese momento, no la quería lejos otra vez de mi. -

Sarada hizo que me fuera, pues unos anbus, habían entrado horas después antes de que Sasame pudiera ir a la casa de Mei sensei y Konohamaru, reteniendola, en la puerta del complejo, abatido y sin ánimo pude ver como gritaba mi nombre y es tiraba  sus brazos para aferrarse a mi y en visto de eso, solo la pude mirar con los ojos aguosos viendo como se la llevaban, ella me miraba llorando ya que también la estaban haciendo daño y ver como yo no movía un dedo por ayudarla, hacia que las cosas empeorarán, cuando ya estaban a unos metros, me gire y corrí hacia ella para detenerlos pero un anbu utilizó una técnica que me dejó inconciente poco a poco, su silueta llorando se me hacia borrosa a medida que iban pasando los minutos hasta cerrar completamente los ojos.

A las horas desperté aturdido, mire a todos lados gritando ahogado el nombre de Sasame sin obtener alguna respuesta, toque mi cara, la notaba ardiendo había  estado llorando inconsciente, hasta ahora, me levante y corrí todo el camino hasta acabar en las puertas de la villa mirando el camino que se hacia de piedra más allá.

Sasame.. -Susurre entre dientes apretando mis mandíbulas. -

En ese me di media vuelta y camine hacia mi casa pero en ese tiempo me encontré a Inojin por el camino que me saludo con su típica sonrisa y algún que otro comentario como era de esperar, al ver que ni si quiera le mire ni le conteste, se acercó apresurado hacia mi sujetando mi hombro preocupado.

Oye Shikadai ¿Estas bien?. -Pregunto haciendo una nueva de disgusto. -

Esta vez le dirigí la mirada mostrándole una mirada hacia sin emoción alguna para luego zafarme de su sutil agarre y volver a caminar hacia casa.

Lárgate Inojin dejame en paz. -Hable sin mirar atrás, entrando en el complejo Nara y desapareciendo entre las calles. -


A Inojin le pareció rara mi actitud así que  no tardo en presentarse en la casa de nuestra Sensei para decirle lo que me pasaba, no obstante Koei estaba presente, Mei  al igual que los demás presentes quedaron anonadados por mi comportamiento por lo que Koei se dirigió a la Hacienda Hokage para averiguar el porque.

Yo hundido en mi desazón me tire en  el suelo de la Sala de estar mirando como la luz de la Luna atravesaba una pequeña rendija que había dejado abierta de las puertas corredizas que daban al jardín. Mientras Koei se encontraba discutiendo con Sarada por qué exigía una explicación al enterarse de lo que había pasado en ese día, no obstante el investigó el clan de Sasame, enterándose que ese dicho clan  o al menos ella no estaba en dicho libro bingo por lo que no tenía nada que ver con los actos el criminales del su clan.

Koei corrió apresurado hasta casa, cogió su bandana, se la coloco al cuello y salio de allí.

Oía la que alguien daba golpes en la puerta pero no tenía ganas de moverme del suelo, no me sentía con ánimos de nada, así que hice oídos sordos al sonido y mire por un largo tiempo el techo pensando en ella.

Y de pronto unas  garras abrieron de par en par las puertas corredizas de golpe, mostrando a un zorro muy cabreado jadeando.

¡Cuando llaman a la puerta tienes que abrir estúpida piña con patas! . - Exclamó andando hacia a mi y sentándose en frente. -

¿Qué quieres Koei sensei? -Susurre sin ganas sin mirarle aún. -

el viejo ese te tendió una trampa lo sabes ¿verdad? -Dijo aún sin quitarme la vista de encima. -

Voltee la mirada anonadado por lo que dijo Koei en aquel momento, me levante del sitio y trague saliva frunciendo en ceño.

Yo me encargo de Sasame, no te preocupes, iré al país del arrozal a explicarle  todo. -Dijo sonriendo de oreja a oreja. - tu no puedes irte, te tienen bajo vigilancia especial.

Gracias Koei.. de verdad. -Lo abrace contra mi apretandole. -

Que me haces que se me salgan los ojos, que no soy un juguete. -Dijo tosiendo a falta de aire. -

Oh perdona.. -Susurre soltandolo. -

Bien pues me voy. -Habló despidiéndose de mi desapareciendo. -

A mi en cambio me quedaba esperar el regreso de mi Sensei.

Koroko se encontraba caminando por la aldea hasta que llegó a un sitio abandonado, allí en una fábrica abandonada, se encontraban una chica y otras personas, el viejo tiro de su cabello y comenzó a transformarse en un hombre de silueta grande y rubio, el cual comenzó a reír a carcajada limpia ante los demás individuos que estaban el la estancia del lugar.

Jefe ha logrado lo que quería. -Dijo una de las personas que se encontraba allí. -

Por supuesto, ha sido fácil hacerme pasar por ese viejo con mi técnica de transformación de cadáver. -Dijo el hombre riendo. -

Todos comenzaron a reír.






Ahogado •Nara Shikadai•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora