17 ╬ DEICIDIO ╬ one-shot

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Si quieres reescribir, adaptar o continuar esta historia, pregúntamelo por comentario o mensaje privado, y es casi seguro que responderé que sí. Pero pregunta. De lo contrario, lo tomaré como plagio y una falta de respeto.

* * *

Ser un dios era una cosa. Ser un dios inmortal era otra.

Era cuestión de sólo pensar en eso y me daban escalofríos. Todo bien con ser todopoderoso y tal. Pero todo bien si eso era sólo por un tiempo. Tres mil, cuatro mil años... Bien. Pero no para siempre.

Alrededor de mis tres mil quinientos años de vida, yo ya estaba un poco cansado. Cuando vives siglos, tienes muchos deja vu's. Has visto todo al menos una vez. Has visto imperios crecer y desmoronarse, gente naciendo, gente muriendo, todo tipo de enfermedades, todo tipo de historias de amor, todo tipo de persona que pueda existir. Has visto especies de animales desapareciendo y nuevas especies desarrollándose. Has visto el progreso y la modernidad.

Y al final, ya nada te sorprende, y eso no es divertido. Y me encanta divertirme. Así que, dado que la diversión no vendría de otros, me inventé la mía.

Me fui al extremo, para ser honesto. Pocos, si no solo yo, considerarían el asesinato como algo divertido. Y no asesiné a algún humano (esos se morían todo el tiempo, no habría problema, y por lo tanto no habría diversión). No asesiné a algún dios olvidado, esos que no eran inmortales y de los que nadie realmente se preocupaba mucho. No asesiné a algún monstruo (todos se hubiesen puesto felices, y matar monstruos no era divertido, especialmente teniendo en cuenta que algunos de mis hijos eran medio monstruos).

Fui directamente al único dios que todos amaban, el dios de la luz, el que había tenido sueños con premoniciones de muerte, y lo maté.

Déjenme explicar las cosas un poco. Los dioses son inmortales, blah, blah. Pero al destino, más específicamente a las Nornas, las tres damas del Destino que tejen el destino de hombres y dioses, les gustaba molestar un poco. Entonces, los dioses pueden vivir para siempre, eso es verdad. Una aburrida existencia eterna. Pero también podían ser asesinados por otros dioses.

Este dios de la luz había soñado que moría. No una vez, sino varias. Y la luz se empezó a apagar literalmente al tiempo que él comenzaba a sufrir depresión y ataques de ansiedad. Así que finalmente le contó a su madre, la Reina de los dioses, que se estaba sintiendo tan deprimido por la posibilidad de morir que estaba a punto de suicidarse (este dios nunca había sido especialmente brillante, en el sentido psicológico de la palabra. Físicamente sí lo era, parecía el tipo de Crepúsculo pero con más estilo.)

Y la Reina fue a ver a cada ser vivo y no vivo en todos los mundos, e hizo que cada uno de ellos prometiese no dañar a su hijo. Sí, tal como lo oyen. Cada ser vivo y no vivo. Cada persona, cada monstruo, cada roca, cada árbol, cada estrella, cada todo. Y volvió a casa muy contenta.

Como todo en el universo había prometido no hacerle daño al dios, pronto él se enteró (sus amigos se enteraron, en realidad) que le podían tirar cosas y que esas cosas no lo lastimarían. Empezaron con botellas y copas mientras comían. Las copas rebotaban y las botellas acariciaban su piel. Qué adorable. Luego le comenzaron a lanzar palos y piedras. Luego armas. Le tiraron un barco de guerra encima, y el bote se quebró a la mitad para no tocarlo. Pronto se volvió un juego eso de tirarle cosas e intentar matarlo, sabiendo que no podían herirlo. Y él dejó de estar deprimido, y empezó a ser más arrogante.

—¡Nadie puede matarme ahora! —reía.

¿Ajá? ¿Eso es verdad?, pensé para mí mismo. ¿Cuán divertido sería si yo me enterase de que algo podía matarlo?

Así que me disfracé de viejita (sí, puedo hacer magia, no fue que sólo me puse un disfraz, de verdad me transformé en una vieja) y mientras todos estaban teniendo su aburrida diversión de tirarle cosas al dios de la luz, yo fui hasta donde estaba la Reina y empecé a conversar con ella (a las mujeres les encanta conversar).

—Hola.

—Hola.

—Tu hijo es muy guapo y fuerte. Debes estar orgullosa de ser su madre.

—Oh, sí, lo estoy.

—Y dime, ¿por qué nada puede herirlo? ¿Es algún tipo de magia o él es naturalmente así?

—Oh, él soñó que se moría, y lo amo tanto que salí y le pedí a todo ser vivo y no vivo que no lo lastimase, y todos lo prometieron.

—¿Todo ser vivo y no vivo? ¿Todos ellos?

—Todos ellos —ella se veía orgullosa de sí misma.

—¿Todos, así como todos? ¿Toda pequeña roca, toda pequeña planta?

—Bueno...

Y con ese "Bueno..." tuve que esconder una sonrisa gigante que apareció en mis labios.

—¿Todo? —insistí. A las viejitas les gusta insistir.

—Uhm... —murmuró ella. Pero como dije, a las mujeres les encanta conversar. Y ahora ella claramente quería conversar sobre eso. Esperé hasta que ella no pudo aguantarlo más y lo dijo—. Una pequeña planta de muérdago, en Midgard. Tenía sólo un centímetro de alto y yo andaba con apuro, así que no le dije nada. No podría lastimar a mi hijo. Ahora que lo pienso, tal vez sería mejor ir ahí de nuevo y pedirle a ese muérdago que haga la promesa. Las plantas crecen, ya sabes.

—Sí, tal vez deberías hacer eso. Sería tan malo que algo lastimase a tu hijo —fingí estar preocupado. Y de hecho, lo estaba. Preocupado de que la Reina llegase primero a donde estaba el muérdago antes de que yo lo hiciese—. Pero ahora estamos en una fiesta, y ese muérdago está muy lejos de aquí. Probablemente puedas esperar hasta mañana antes de ir a Midgard, es un viaje cansador.

—Tienes razón, gracias —dijo ella.

Sonrepi, ella sonrió, y me fui.

Directo a Midgard.

El muérdago de un centímetro de alto ahora era bastante grande, y estaba pegado a su árbol anfitrión. Era lo suficientemente grande como para que pudiese cortar sus pequeñas ramas verdes, tejerlas y lanzar un hechizo que le hizo tomar la forma de una flecha. Una flecha de madera con punta de madera. Usé unas plumas de pájaro y la flecha estaba lista. Se veía como una flecha normal. Bastante bonita, debería decir. El arma perfecta para matar a un dios imposible de matar. Me felicité a mí mismo y volví a Asgard.

Los dioses aún estaban jugando al "tirar cosas al dios de la luz y ver qué divertido es que todas las cosas lo perdonen, incluso las armas reales". Aburrido. Fui hasta donde estaba el hermano del dios de la luz, quien casualmente era el dios de la oscuridad y era ciego.

—Hey, ¿quieres jugar tú también? —le pregunté, poniendo mi voz divertida.

—No puedo ver —respondió, como si no fuese obvio.

—Puedo guiar tu mano. Oí que eres bastante bueno con arco y flecha.

Se sonrojó.

—Sí, lo soy.

—¡Bien! Entonces hagámoslo.

Conseguí un arco, puse la flecha de muérdago en la cuerda y le die el arma al dios ciego. Orienté su mano para encontrar el corazón del dios de la luz.

—Ahí tienes.

El dios ciego tensó el arco, tomó una profunda bocanada de aire, la dejó ir y soltó la cuerda. Con un silbido melódico, la flecha voló directamente hacia el pecho del dios de la luz.

Todos esperaban que la flecha desapareciese, rebotase o se rompiese.

Traspasó las ropas del dios de la luz y se incrustó en su pecho.

Yo ya había desaparecido antes de que nadie pudiese verme involucrado en ello.

Me había ido al extremo. Y eso era lo que lo hacía tan divertido, incluso aunque tuviera que fingir que no lo había hecho para sobrevivir a la ira de los dioses. Porque si se enteraban de que había sido yo... bueno, las cosas no serían lindas. Y ser castigado no es divertido. No es divertido en lo más mínimo.

Daño mental ✵ LokiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora