Capítulo 3

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Eran las ocho de la mañana del lunes,cuando el departamento de las hermanas Ainsworth estaba vacío.
Ambas jóvenes estaban en la puerta,con valijas y cajas que debían bajar para marcharse del lugar. Miraron el departamento por última vez y con lágrimas en los ojos,caminaron con sus pertenencias hacia el ascensor.

Austin las esperaba afuera del edificio en su auto,él les habría ofrecido su hogar. Era una casa que alquilaba cerca de dicho edifico, hecha de madera la cual estaba pintada de color gris. Tenía dos plantas, en la primera , era todo garaje que tenía dos entradas con portones en color blanco. En la parte superior había dos habitaciones, un baño y una cocina con concepto abierto. Además tenía un balcón con barandas de madera en color blanco.

El camino hasta la casa había sido silencioso, Austin sentía un pequeño nudo en su garganta por no saber que decir para poder cambiar un poco el humor de las hermanas. Cuando llegaron, el joven de rizos castaños pensó que era mejor darles su espacio, por lo que tomó la decisión de dejarlas solas para que se acomoden, con la excusa de que había olvidado comprar víveres.

Una hora más tarde Austin regresó a su residencia y al ingresar, observó como todo estaba reluciente, lo que provocó en él un sentimiento de vergüenza. Salió al  balcón y las encontró bebiendo una limonada mientras conversaban.

-Disculpen por dejar un poco sucio, hay días en que estoy cansado o no tengo mucho tiempo. Pero ustedes son mis húespedes, no tienen obligación de lavar lo que yo ensucio-

-Se nos ocurrió que podría ser una manera de agradecerte por todo lo que haces por nosotras, Austin- dijo la menor de las hermanas.

-Así es. Pero yo tengo una pregunta,¿Dónde vas a dormir?-preguntó la mejor amiga del joven.

-En el sofá, no te preocupes-

-No permitiré que duermas en el sofá en tu propia casa Austin- el semblante de Emery reflejaba seriedad.

-Es más cómodo de lo que crees, además siempre duermo allí- dijo firme Austin antes de dar media vuelta para ingresar a la casa-

***

Luego de la agradable cena,  todos se fueron a acostar inmediatamente, ese día había sido agotador para todos, más para la mayor de las hermanas. Ese día había dudado de ella misma, dudaba de sus capacidades, un tema que  le provocó insomnio.

Después de dar tantas vueltas sobre la cama, encendió el velador de la mesita luz y buscó en su bolso el anuncio que hacía varios días que tenía guardado. Lo tomó entre sus manos y luego, se levantó para mirarse en el espejo. Trató de imaginarse, con elegantes atuendos diseñados por Amelie, con alguno de aquellos vestidos de los que alguna vez su hermana le había mostrado. Cerró sus ojos dejando que su imaginación volara.

Caminaría por la pasarela con un hermoso trench color azul marino, le tomarían fotos que luego aparecerían en revistas, su hermana conocería a Amelie, cumpliría el sueño de la persona más importante de su vida y además, con su sueldo compraría aquella motocicleta que tanto anhelaba desde que la había visto en una revista en el taller de Austin. También le regalaría a su mejor amigo, mejores herramientas y le ayudaría a progresar en su taller.

Mientras pensaba en todo aquello, caminó sigilosamente hacia la cocina, sentía un ruido en su estómago. Buscó en la alacena algún alimento con lo que pudiera saciarse, tratando de hacer el menor ruido posible. Encontró un paquete que parecía ser de galletas, pero al extraerlo del fondo y con luz apagada, se cayó al piso una lata, generando un ruido que despertó al jóven que dormía en la sala.

Austin encendió la luz y luego observó el reloj que llevaba en su muñeca, el cual marcaban las cuatro de la mañana.

-Parece que te despiertas muy temprano,¿Hace cuánto tiempo?-preguntó mientras se acercaba a la joven, la cual vestía un pijama celeste  a lunares azules.

-Es mi primer día, acostúmbrate- dijo Emery mientras levantaba la lata que se había caído y la regresaba a su lugar.

-¿Vas a desayunar a las cuatro de la mañana?-

-¿Por qué no?-  le preguntó la joven de cabello dorado,  mientras tomaba el paquete  que había apartado y lo observó, no se había equivocado ya que eran galletas con chispas de chocolate.

-Bueno, no dejaré que desayunes sola- le respondió Austin mientras buscaba dos tazas en un mueble.

Era un día fresco, pero ambos estaban sentados afuera desayunando, el café que habían bebido, la manta que los cubría y el calor del cuerpo del otro, les proporcionaban las condiciones necesarias para no sentir el frío. 

Habían hablado durante toda la noche de varios temas. y ella le había contado lo que pensaba hacer. Austin era la persona que lograba calmar los horribles días de Emery con tan solo palabras.

-¿No sientes frío?- le preguntó ella mientras miraba los rayos del sol que comenzaban a asomarse.

-No lo siento,¿tú sí?-la joven asintió con su cabeza y entonces él, pasó su brazo por encima de ella para acercarla más a su cuerpo. Emery apoyó su rostro en el pecho del castaño sin dejar de ver el amanecer- Sabes, cuando estás con una persona especial para ti, no importa ni el frío ni, ni el calor, ni la lluvia, solo importa estar juntos y disfrutar de la compañía del otro.

-Es muy dulce lo que decís Austin, te quiero, nunca olvides eso-

-Prométe que tú tampoco olvidarás confiar en ti misma simpre, pase lo que pase- le dijo él, mientras acariciaba el suave cabello de la joven, embriagándose con el olor de este-

-Te lo prometo Austin-

 ***

Era un día soleado lluvioso, cuando la mayor de las hermanas Ainsworth esperaba en una fila que abriera el lugar en el que tenía la entrevista. Miró la hora en su celular, ya eran las nueve y media, cuando en el anuncio decía que las puertas abrían a las nueve en punto. La fila ya no era tan larga como cuando ella había llegado, faltando quince minutos para las nueve. Había ido antes porque suponía que muchas chicas estarían antes haciendo fila y no se había equivocado, delante de ella había diez personas.

Al fin las puertas se abrieron, el lugar era grande y elegante, con una recepción donde había una mujer peliroja que tenía el cabello recogido en una coleta, estaba atendiendo una llamada telefónica. A un lado de la recepción había un pasillo,los bancos eran color negro y las paredes blancas, con algunos cuadros de arte abstracto colgados y en cada esquina, habían dos macetas,una grande con palmeras de salón y una más pequeña con sansevierias. El portero les había dicho que las llamarían por orden de llegada y que se acomodaran tal cual estaban en la fila, en aquellos bancos.

Emery estaba ansiosa, con las manos un poco sudorosas, llevaba puesto un saco de paño color negro y debajo, una camisa blanca con estampado de violetas africanas, que le había confeccionado su hermana. Ya faltaban dos chicas para que pasara ella, miró sus pies, temía caerse con aquellos zapatos, aunque no eran  muy altos.

-que pase la siguiente...- dijo una mujer de cabello oscuro y corto hasta los hombros, de figura delgada, con una camisa color gris y pantalones blancos. Dicha mujer,era la asistente de la señora Leblanc,la señorita Marie Bonnarie.

Emery soltó un pequeño suspiro antes de entrar y se repitió a ella misma que era capaz de lograrlo. Una vez dentro, vio a la famosa Amelie Leblanc, una mujer de seis décadas, con cabello castaño y ojos celestes. Emery notó que tenía una camisa color blanca con una violeta africana bordada en una esquina, lo que la llevó a sentirse que trataba de copiarla o algo por el estilo. La mirada de la mujer estaba en unos papeles.

-¿Cuál es tu nombre?- preguntó la señora mientras tomaba la copa de agua que tenía  en su escritorio.

Aquella pregunta tan directa y sin un saludo de "Buenos días" o un simple hola, provocó que la joven se diera cuenta que era una mujer descortés.

-Emery Ainsworth- Respondió tratando de esconder sus nervios.

La respuesta de la joven alteraron a Amelie, quien casi se ahoga con el agua que había bebido en aquel instante. Los nervios en ambas mujeres aumentaron, Amelie levantó la vista y sintió como si hubiera retrocedido veintidós años atrás, reviendo una escena que siempre había tratado de olvidar.



El camino de los sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora