Capítulo 12

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El bar estaba casi vacío, el volumen de la música era bajo (para mi fortuna) ya que el dolor de cabeza con el cual me había despertado negaba en irse pronto y las personas eran contadas. Me recargué sobre la barra y contemple a Violet (una de las nuevas) bailar sobre la pista, la chica le hacía honor a su nombre y llevaba el cabello de un intenso color morado, cosa que hacia resaltar tu piel tan blanca, era difícil no notarla.

-Deberías irte a casa a descansar- Ander me observó detrás de sus gruesas gafas que llevaba colgadas en su nariz. Él se había opuesto rotundamente a que yo regresara a trabajar pero accedió ante mis suplicas, aunque me había puesto una condición, no bailar hasta que estuviera recuperada totalmente de mi caída.

-Prefiero estar aquí que en casa- dije y era verdad, no me gustaba estar sola, no después de la muerte de mi madre.

-Como desees pero no creo que haya mucho movimiento hoy-.

Asentí y al ver que yo no diría nada más Ander se marchó a su oficina. Sentí un escalofrío recorrerme de pies a cabeza cuando por los altavoces reconocí la canción, secrets de one republic, solté un fuerte suspiro y cerré los ojos instintivamente recordando tantas cosas , en especifico a una persona, moví lentamente mi cabeza de un lado a otro y me dejé llevar con la música.

-Es bueno saber que conservan el buen gusto en este lugar-.

Mierda, dejé de moverme.

No podía ser.

No podía ser él, seguro era parte de mi imaginación.

Abrí los ojos y lo primero que hice fue soltar un pequeño grito de sorpresa que fue tragado por el ruido de nuestro alrededor.

-Tyler-susurré más para mí que para él, quería creer que era real.

-El diablo en persona-dijo, no quise comprender su comentario porque yo seguía en shock. Era él pero al mismo tiempo no lucía como él. Los años le habían endurecido las facciones, haciéndolo hermoso y aterrador a la vez, eso sin mencionar que ya no llevaba el cabello tan corto como antes, sus ojos seguían siendo los mismos, esos que te atrapaban en sus profundidades azules y verdes cuando los mirabas, ese peculiar color que pensé no volvería a ver jamás.

-Pensé....-

-Y piensas mal, no vine a verte-

El recuerdo de mis errores resulto doloroso, el estaba actuando así por mi culpa.

-Veo que sigues teniendo accidentes en este lugar- dijo señalando con un movimiento de cabeza el collarín que había tenido que usar nuevamente por mi falta de cuidado.

-Ha pasado tanto tiempo y yo aun te sigo extrañando como el primer día que te marchaste- solté sin poder contener las palabras, estaba desesperaba y ansiosa, era Tyler, lo tenía nuevamente frente a mí. Me acerqué un poco más a la barra para así poder observarlo más de cerca, él se hizo a un lado.

-Necesito dos cervezas-dijo ignorando lo que acababa de decirle.

Algo en su voz y en la forma en la que me miraba hizo que me diera cuenta que mis palabras no parecían tener ningún efecto en él, como si estuviera en automático tomé dos cervezas y se las destapé, no sé en qué momento saco dinero de su billetera y lo deposito en la barra.

-Nos vemos luego- Asentí porque no supe que más hacer, lo seguí con la mirada y vi que estaba en una mesa al fondo de lugar, ¿Cómo es que no lo vi antes? ¿Cuánto tiempo llevaba ahí?, pero eso no era lo peor, su compañía era la peor parte, Arlenne y Emma se reían de algo mientras la primera no me quitaba los ojos de encima.

Mi mundo en estos momentos se sentía como una estúpida broma de mal gusto, y yo era la última en verle la gracia, al menos otras personas disfrutaban con mi dolor. Recordé una frase que había escuchado tiempo atrás y que ahora le veía más sentido "Llega un punto en el que el dolor es satisfacción y es como una droga que se vuelve más fuerte". Y yo era la maldita adicta que a pesar de ver cómo le bailaban se quedó y actuó como si fuera un día más.


*


No podía dormir, había perdido la cuenta de cuantas veces me había levantado o girado en la cama. No podía siquiera cerrar los ojos y no pensar en Tyler. Quería pensar que todo esto se trata de una cruel y muy real pesadilla, pero no lo era. Me sentía fatal, el tiempo había pasado y llegué a pensar que con él tal vez podría olvidarle aunque sea un poco, pero hoy había descubierto que no todo cambió respecto a él. Ni estando con alguien más pude lograrlo, me mentí al creer que sí.

Mierda, Evan.

No había logrado hablar bien con él en estos días, lo único que sabía era que regresaría pasando navidad. Estaba ganando poco y perdiendo mucho con mis acciones, llevaba mucho tiempo haciendo mal las cosas. Me levanté una vez más y me dirigí a mi armario para sacar la playera de Tyler que tenía escondida , me quité la ropa que llevaba puesta y me coloqué la prenda, tal vez solo así podría dormir , sintiéndolo cerca, parecía ser que mi corazón era mi mejor arma pero nunca nadie me enseñó a usarlo bien. Me sobresalté cuando unos fuertes golpes resonaron por toda mi habitación, me incorporé tomando mi celular en mano y caminé sin tratar de hacer ruido a la puerta de mi apartamento, volvieron a tocar con más fuerza cuando estaba a mitad de la sala.

-Sé que estas aquí Lisa-soltaron atropelladamente las palabras. Reconocí inmediatamente esa voz y acorté el poco espacio que me falta de la puerta y la abrí de golpe.

-¿Tyler que haces aquí?- pregunté notando que estaba evidentemente ebrio.

-Necesito cogerte-

Mis cejas se elevaron lo más que pudieron y mi boca se entreabrió soltando una leve exclamación de sorpresa. Era lo último que esperaba que me dijera.

Lo que fue de mí © (en edición )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora