DE: Juan
PARA: B
ASUNTO: BRUTOQuerida y estimada B.
Espero estés tomándome confianza, así como yo estoy perdiendo la pena en escribirte. Es que, de verdad, no creí que pudiese abrirme de tal manera a contarle mis cosas a alguien. Esto que te cuento aquí nunca te lo hubiese contado en persona, así de mágica es la literatura y no deja de sorprenderme.
Te cuento que no dejé que Kike se me escapara así de fácil, y mucho menos que me odiara de por vida por dejarlo plantado. Esa misma mañana, a las 4:35 am me puse los tenis, salí de mi casa y caminé lo más rápido que pude. Y tuve suerte, porque lo encontré en el camino, tenía una cara de amargura que no te imaginas. Yo sonreí ampliamente, lo miré a los ojos, le estreché la mano y le ofrecí una disculpa… y de paso le expliqué lo que pasó, que no había visto sus mensajes en Messenger.
—El caso es que, independientemente de haberte escrito o no, debías estar aquí a la hora acordada — me dijo.
—Lo sé — suspiré — es que… esperaba tu mensaje de confirmación porque tenía miedo de quedarme plantado. Ya me han plantado muchas veces, la última vez fue al ir al cine, y acabé haciéndome este tatuaje — le señalé mi tatuaje en el brazo.
—¿Te cuento algo? — me miró a los ojos, estábamos muy cerca — no has sido el único que ha quedado plantado, Juan. Y me sentí frustrado porque creí que me estabas haciendo lo mismo que ya me han hecho.
—¿Es en serio? — le pregunté.
— Si — evadió la mirada con vergüenza — soy más patético de lo que crees. No eres el único al cual han rechazado, a lo mejor, cabe la posibilidad de que a mí me hayan rechazado más que a ti.
Kike me contaba todo eso, y no lo entendía ¿Por qué alguien lo rechazaría? Era muy simpático, y atractivo. Era flaco, mediano, cabello castaño (casi que rubio), y unos ojos claros. Además, tenía muy buen lenguaje corporal, era muy masculino.
Decidimos empezar a caminar. Entramos por la troncal y luego nos metimos en una huerta llena de árboles, algo muy parecido a un bosque. Estábamos buscando un atajo para agilizar el camino de regreso en caso de que se nos hiciera muy tarde. Kike me contó que en su pasado fue un chico muy inseguro e introvertido, que eso le ocasionó muchos problemas al momento de acercarse a las chicas, me contó un par de cosas suyas; que era heterosexual, y que tenía el presentimiento de que era un chico aburrido al momento de entablar una conversación.
Me gustaban algunas cosas que Kike, bien destaco… algunas cosas. Pero no hasta el punto de pensar en otra cosa. Solo lo veía como un chico con el cual me gustaba salir a caminar, hablar, y compartir historias. Los dos teníamos muchas cosas en común (gustos musicales, cultura, gusto por la moda y el buen vestir). Lo vi solamente como eso, un buen amigo, nada más allá de eso.
Pasaron los días y Kike y yo hablábamos constantemente. Él me contaba cosas sobre una chica que le gustaba, y yo le daba concejos. Por momentos era distante, y en ocasiones muy constante. No es que habláramos todos los días, solo hablábamos cuando era necesario. Por un momento también llegué a confundirme, y creí que me gustaba. Así que hice lo más inteligente… desaparecí sin explicación alguna, le dejé de hablar, y el a mí. Había adquirido una técnica infalible para no caer en el amor, ser frío y sin sentimientos me hacía sentir como un Dios que no necesitaba de una dependencia amorosa.
¿Para qué querría yo enamorarme de alguien? ¿para sufrir? ¡el amor es para débiles! No, eso no me volverá a ocurrir con nadie más, al menos hasta que compruebe que ese alguien está a mi altura — pensé.
***
Marzo de 2019
Estaba a punto de entrar a la universidad. Las vacaciones habían terminado, y con esto, el inicio de un nuevo año lleno de la misma rutina de siempre (trabajo, universidad, gimnasio), y un ingrediente adicional. Lo había averiguado con una amiga, le pedí que me ayudara a ingresar a una comunidad religiosa; eso era lo último que me faltaba para ser una persona digna, culta y respetada. Quería limpiar mi imagen, y que se hablara bien de mí, que la gente dijera “ese que va allá es Juan Sebastián Ramos, un chico intachable, el mejor estudiante, un disciplinado con el gimnasio, un chico independiente que trabaja y que hace parte de una comunidad religiosa y ayuda a quienes más lo necesitan”.
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NO SOY EL MALO DEL PASEO (COMPLETA)
Novela JuvenilEn esta tercera parte de la saga de Patético, Martín intenta empezar el 2019 desde cero, y en medio de toda esa soledad se enamora de Cristal, una chica de la universidad a quien no le cuenta muchas cosas sobre él. Pero esta vez, el ambiente univers...