Oiran: Extra

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Bueno, he tenido un mes de debate existencial de si hacer esto o no. Mi lado flojo me decía que ya le había dado fin a esto y que debía dejarlo como estaba. Pero mi lado Shipper me dió una coñazera bien arrecha y me tomo y dijo "PIENSA EN LAS NIÑAS, PIENSA EN ELLAS"

Y como que tenía razón, o sea ¿Cuántos fincs a parte de los míos Toikazu/KazuToi existen. Yo leo algunos en inglés (terriblemente traducidos por el traductor Google y mi mal inglés) y son bueno... Otros, no tanto.

Así que... Leve lemon o limen para ustedes porque estoy fuera de práctica y probablemente sea malísimo lo que vaya a escribir.

 Leve lemon o limen para ustedes porque estoy fuera de práctica y probablemente sea malísimo lo que vaya a escribir

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Kioto, 1761.

Tras su huida de Osaka, sin planes o permisos de movilidad. Kazuki, Toi y Haruka emprendieron un largo camino para acabar en Kioto; una ciudad prospera abundante en habitantes y trabajó. Ahí, vivan con sencillez en lo más apartado y solitario que se pudiera, lo cual era difícil por la sobrepoblación y su corto presupuesto.

Haruka, que aceptaba su nueva vida a regañadientes, asistía como cualquier niño a los famosos templos de educación improvisa conocidos como Terakoya. Aunque no estaba contento con la educación tan mediocre que se le daba, tenía que aceptar que habían cosas que no entendía: como los cálculos matemáticos, podía estar horas batallando contra la cuencas del ábaco sin avanzar realmente en su capacidad numérica y eso le generaba estrés. Siempre acaba por aventar el ábaco lejos de él y hacer un berrinche, dónde maldice a los números, los comerciantes y a los tan amables monjes que le imparten lecciones, argumentando que las matemáticas son inútiles y que los números son basura. Siempre tenía que llegar Kazuki a calmarlo y detener el estruendo que ocasionan los pataleos de Haruka. Una vez tranquilo, volvía a sus deberes y los completaba con dificultad, pero se sentía satisfecho y dormía largas siestas como recompensa a su arduo esfuerzo para dejar que sus neuronas recuperarán fuerzas. De lo que se enorgullece siempre era de su caligrafía, tan pulcra y fácil de leer, los mojes siempre se encontraban alabando la calidad de escritura de Haruka y reconociendolo como un erudito que tenía futuro como poeta o si era ambicioso podría llegar a formar parte del consejo de algún Daimayō.

Kazuki paso a vender telas con un comerciante pequeño en su recién nacido negocio, le iba bastante bien y lleva un estilo calmado. Su jefe es un hombre honesto y bueno, que proporciona calidad a preciosos justo, por lo que gano popularidad así que nunca estaba aburrido en el negoció. Al regresar a su casa, limpiaba y preparaba la cena para recibir a Haruka y a Toi con comida recién hecha.

Toi por su parte, lleva sobre sus hombros un trabajo pesado y aburrido con un granjero. Debía salir de la ciudad una vez al mes dónde permanecía una semana en el campo arando la tierra y cosechando los cultivos dónde predominaba los granos. La paga era buena y solo era una vez al mes que se desaparece una semana, el resto del tiempo ayuda al agricultor a vender sus productos en la ciudad.

- Oiran - [Toi×Kazuki]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora