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[20 de septiembre, 2016]

Había sido un mes particularmente intenso, repleto de un lindo muchacho llamado Lee Minhyuk. 

No podía evitar sonrojarse al darse cuenta de que realmente se encontraba enamorado de aquel muchachito. Era tan dulce, tan él, que le dolía el alma. 

Le dolía porque no era completamente suyo y era obvio que no sabía si el sentimiento era mutuo de extremo a extremo, aunque los millones de besos, caricias y sensaciones vividas a su lado aquel corto mes parecía gritar que eran almas gemelas. 

No podía decir que no amaba aquel pelinegro, porque sería una mentira. Lo llegó a amar en tan poco tiempo que era tonto de creer, pero era fácil entenderlo si solo miraban a Lee Minhyuk siendo él mismo por una hora. Era tan fácil caer en sus encantos, derretirse ante aquella hermosa sonrisa que siempre estaba allí para reconfortarlo en sus malos días a pesar de que la vida de Minhyuk no era la mejor. Era tan estúpidamente adictivo observar el movimiento irregular que hacía al parpadear, estaba tan obsesionadamente enamorado de Lee Minhyuk que ya no hacía las cosas para él mismo, todo lo que hacía era dedicado a aquel hermoso enamorado suyo.

Se estaba comportando como un verdadero adolescente a sus veintitantos y la causa de su actuar tenía nombre y apellido. Y, por su puesto, unas lindas y regordetas mejillas que lo volvían completamente loco cuando se aplastaban un poco porque sonreía. Él lo hacía sonreír, era aquella pizca de felicidad que Minhyuk había dejado de tener hace tanto tiempo y serlo le hacía tan feliz a él también. Le hacía tan bien saber que Minhyuk también suspiraba por él a pesar de que tal vez no lo hacía como él cuando estaba a su lado. El punto es que lo hacía y le agradaba.

Notaba al mayor tan asustado del amor que deseaba amarlo hasta mucho más de lo que ya lo hacía, si es que era posible, para que entendiera que el amor no siempre tenía que doler, que amar no era odiar y maltratar, que el amor era hermoso cuando se amaba con la intensidad que él estaba dispuesto a brindarle el resto de su vida. Solo podía pensar en nuevas formas de demostrarle lo importante que era para él, de hacerlo sentir seguro otra vez.

Quería hacer que Lee Minhyuk pudiera amar sin miedo. Amarlo sin miedo, amarlo a él, que lo apreciaba y cuidaba tanto. A él, que lo sanó cuando nadie más lo hizo. A él, que lo apoyó en todo momento y no permitió que se volviera a derrumbar. Solo quería que se amaran para el resto de sus vidas y que aquel frágil, más no débil, pelinegro de ojos brillantes pudiera olvidar todos aquellos años de maltrato impregnado en su piel formando una verdadera galaxia de violencia en aquella tan lechosa y suave piel que portaba.

Estaba seguro que sus besos y caricias harían de aquella galaxia de violencia, una galaxia mágica y digna de admirar.

Cada vez que recordaba algo de él, una sonrisa estúpida se plasmaba en su rostro y un tono rojizo adornaba sus mejillas como si fuese lo más natural del mundo y lo era, porque eso era lo que podía causarle Lee Minhyuk por solo pensarlo dos segundos.

Se encontraba esperando por él en su casa, habían quedado en verse y pasar la noche juntos. Una de las tantas noches que pasaban juntos, acurrucados, solo amándose intensamente, porque ahora la vida era así, intensa. Ya debía llegar y lo ponía ansioso porque deseaba tanto verlo de nuevo, sentirlo, enamorarlo.

Un golpe pequeño en la puerta eliminó sus pensamientos de inmediato y casi corriendo se dirigió a la puerta para encontrarse con un bellísimo pero algo golpeado Minhyuk al abrirla. 

Su sonrisa cambió al instante por una mueca de preocupación. Su corazón había comenzado a latir incluso aún más rápido que cuando sintió los débiles toques en la puerta.

Con cada golpe que su bebé recibía, a él le sacaban una gran parte de su alma que no volvía luego. La angustia lo invadía rápidamente y las ganas de llorar se hacían presentes cada vez que un golpe nuevo aparecía en aquel cuerpo, pero nunca lloraba.

Nunca lo hacía porque sabía que Minhyuk tenía el suficiente dolor en su interior y exterior para ponerse triste también por verlo sufrir junto a él, porque sí, sufría como el infierno al ver a la persona que más adoraba, debilitarse más con cada golpe que no merecía. Él debía ser fuerte para consolar a su mundo entero, para hacerle entender que no merecía aquellos golpes. Para hacerle entender que el amor no duele y que estando junto a él lo había podido demostrar.

El amor también puede ser solo cosas buenas luego de que aquella persona te acompañara en la tormenta sin rendirse o enfermarse en el camino.

—Mi amor...¿Qué te ha hecho?—preguntó mientras lo abrazaba y acariciaba allí mismo, en la puerta de su edificio. 

No sabía otra forma de consolarlo. Su amor debía de consolarlo lo suficiente porque sino, su ayuda realmente no servía en lo absoluto. 

Sentía que podría consolarlo más eliminando el problema de raíz, pero eso era algo para lo que aún no estaba preparado.

—Le dije que saldría y él...—titubeó—él se enfadó porque es su día libre, ya sabes, estupideces de Ho Seok. 

No le estaba contando la historia completa, pero estaba seguro de no querer escuchar cómo lo había molido a golpes.

—Ahora estás conmigo, nada puede pasarte a mi lado precioso. Curaré todas tus heridas otra vez y lo haré las veces que sean necesarias.—susurró en su oído, logrando que Minhyuk temblara por un instante.

Ambos entraron y se acurrucaron en el sofá como si no se hubieran visto en meses, aunque solo habían pasado dos días. Dos miserables días y ya estaban sufriendo. 

Minhyuk estaba inundado de besos y caricias, de a poco comenzaba a olvidar que su mejilla dolía, su cabeza solo estaba concentrada en disfrutar el amor que su amado Yoo Kihyun le brindaba. Era tan llenante que unos besos tan efímeros como los que el castaño le daba para no lastimarlo lo hicieran olvidar tan rápido el dolor que sentía.

—Casémonos Yoo.—habló tan emocionado que el menor se asustó un poco por su reacción. Aquella parecía una idea recién sacada de la panadería Lee—Formemos una familia y seamos felices de una vez por todas. Te amo a ti y eso lo sabes perfectamente. 

Aquello le había caído como un balde de agua fría, no porque no le agradara la idea, sino porque no se la había planteado hasta el momento y, por supuesto, no creyó que a Lee se le fuera ni a asomar.

Estaba sorprendido por aquella repentina actitud pero debía pensarlo. Atarse a alguien no siempre era la forma. Podían serlo todo sin ser nada, pero tener un título era algo que le hacía saltar por dentro.

De tan solo imaginarse lo hermoso que sería gritarle al mundo el nombre de la persona más genial de tu vida y seguidamente decir que es tu esposo, lograba que su interior temblara.

—Esperemos, aún es muy pronto.—susurró acariciando las mejillas del mayor—Si pasa un tiempo más podrás arrepentirte de estar con alguien como yo antes de poner el anillo en mi dedo. 

Una dulce risa inundó sus oídos. La cura de todos sus males.

—Jamás me arrepentiré de haberte conocido Yoo Kihyun, así como tampoco me arrepentiré de amarte tan intensamente como lo hago.—confesó con una sonrisa tan hermosa que podía embobar a cualquiera—Aún así, te daré el tiempo que tú necesitas para saber si quieres estar con alguien como yo antes de poner el anillo en mi dedo. 

Ahora era el castaño quien sonreía.

—Jamás me arrepentiré de estar contigo Minhyuk, eres mi universo entero.—dijo cerca de sus labios antes de plantarle un sonoro beso que enrojeció la cara de ambos casi al instante.

Y mierda, sí que estaban enamorados.

N/A: increíble el nivel de miel que le puse a este capítulo. Sin dudas, deberían amarme por no matar a alguien todavía.

¿Qué les va pareciendo hasta ahora?

Tengo unas intensas ganas de subir la fic completa, pero voy a tratar de hacerlo lento porque es corta y ya estamos en la mitad:(.

Aspirin; Kihyuk.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora