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[14 de agosto, 2016]

No había dejado de pensar en el muchacho de la guardia y esa fue la razón por la cual no pudo pegar un ojo en toda la noche. 

Aún debía trabajar las nueve horas y sin dormir sentía que no podía. Maldecía a Minhyuk con todo su ser. 

Su cabeza explotó creando teorías absurdas, y la que más sentido tenía era que se había escapado de algún asilo mental. Era lo más probable. 

Dio vuelta por recepción nuevamente, con la mirada algo perdida, deseando no tener a alguien para ayudar, pues su humor no era el mejor. 

Y allí estaba él, con la misma ropa de ayer. Esta vez lo observaba, aquellos ojos tan escalofriantes lograron ponerle los pelos de punta en instantes. Ese muchacho realmente no estaba bien. Su mirada gritaba lo que su boca no. 

Hizo una señal con la mano para que lo siguiera a la sala. 

Esta vez sus pasos no eran torpes, eran firmes y se atrevía a decir que decididos. 

Quizás quería matarlo, vaya día hermoso para morir. 

Ninguno dijo nada cuando ingresaron a la sala, pero el brazo roto de Minhyuk levantado y su mirada de sufrimiento le indicó que nada iba bien en ese momento. 

Quizás desesperado, llamó al médico mientras recostaba al muchacho en la camilla. Los nervios lo consumían vivo y eso que llevaba ya un par de años en la enfermería, pero esto era distinto. El aura de la persona era distinta. 

El médico llegó y después de examinarlo por un largo rato sin omitir palabra alguna ante la mirada nerviosa del enfermero, le colocó un yeso en el brazo y una venda ajustada en la pierna. 

El señor Kim no dijo nada al salir, solo observó al enfermero y él conocía bien esa mirada. Llamar a las autoridades. 

Minhyuk lo observaba esperando algo.

—Ya te puedes ir, puedo pedir un taxi por ti.—mencionó apartando la mirada e intentando tomar todo el aire que había perdido por la desesperación.

—Solo necesito aspirinas.—habló con una débil sonrisa

Quería abrazarlo y decirle que todo estaría bien, que no dejaría que aquello volviera a pasar, pero no podía. No podía hacerlo. 

Oh cariño, las aspirinas no te quitarán el dolor, y mucho menos el dolor de corazón.

Permanecieron en silencio un rato. Kihyun solo podía sentir aquella fuerte mirada.

—Te invito a un café.—dijo casi a punto de tartamudear mientras miraba como los ojos del contrario se abrían más de lo normal por la sorpresa. 

Sin aquella invitación, él no podría ser feliz más adelante.

Aspirin; Kihyuk.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora