Baekhyun, un joven doncel, acude al palacio del Sultán como candidato a desposar al Jeque Kim Tae Woo, sobrino del Sultán Park Chanyeol. Su belleza inigualable logró cautivar no sólo a su futuro esposo, si no también al rey de Arabia, y aquella atra...
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Los testículos resonaron contra las nalgas del chico a cada embiste, el sonido era satisfactorio para ambos, así como la sensación de calidez que le brindaba el estrecho interior del joven. Chanyeol gustaba cuando Baekhyun se volvía tan lascivo, su boca soltaba palabras sucias que ningún doncel de buena familia debería saber, pero eso calentaba más aún al Sultán.
- ¡Ah!
El joven se corrió sobre las sábanas sintiendo como sus piernas temblaban casi hasta desfallecer. Chanyeol dio un par de embestidas más antes de sacar su miembro, se sintió algo insatisfecho dado que, bajo la premisa de que podría dejar en cinta al muchacho, no pude eyacular como deseaba. A pesar de ello, sabía que el pequeño Baekhyun no lo dejaría así nada más. Cuando el doncel recuperó el aliento, se giró sobre sus rodillas y quedó de frente al pene ajeno, tan húmedo y caliente, a pocos minutos de soltar su semilla.
- ¿Puedo? –cuestionó con inocencia pecaminosa.
Para el Sultán esa pregunta fue innecesaria. El joven embocó inmediatamente su pene y lo chupó, tan rápido y profundo, casi podía jurar que su glande estaba golpeando la campanilla de Baekhyun, y eso le hizo preguntarse dónde aprendió a hacer una delación de ese tipo. Según tenía conocimiento, a los jóvenes donceles de familia rica se les instruía en diferentes ámbitos como las artes, especialmente el baile, a veces la cocina, como una forma de agradar al marido, y el sexo, que era el tema más relevante, a veces aprendían con otros donceles o con tutores. La idea de que su pequeño ángel aprendiera a manos de otros le hacía celar, mas luego recordaba que ahora era él quien lo poseía, el primero y el único, así lo esperaba.
- Oh, mi amor –gruñó el mayor al correrse en la dulce boca del menor.
- Rico –dijo Baekhyun lamiéndose los labios.
Chanyeol acarició el cabello castaño del jovencito con cariño una vez que se hubo recuperado de los espasmos postorgásmicos.
Siendo ya las once y media de la noche, los dos hombres deberían ya regresar a sus habitaciones, no obstante, antes debía lavar sus sudorosos cuerpos. Justo frente a la cama se encontraba una fuente de agua cristalina alimentada por una pequeña cascada artificial en las rocas. El lugar era perfecto para tomar un baño. Se adentraron en las aguas frías, y entre besos castos y caricias inocentes limpiaron los fluidos sobre sus pieles.
- Quiero más noches así a tu lado.
- Las tendremos, te lo prometo.
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