–Vaya, ¿todos esos trofeos tienes? Me sorprendes
–¿Debería ofenderme? –Niego divertida tan pronto suelta la pregunta.
–Es que no eres el mariscal.
–Cariño, ¿te olvidas que soy Ángel Collins? –Su pregunta sale teñida de diversión pura mientras hace una especie de baile raro con sus cejas.
–Uno: no me llames cariño Ruedo los ojos–. Y dos: me olvidé que se te daba bien los deportes.
–¿Olvidar? –Se ríe y hace una pequeña seña para que de una vez me siente.
Al estar admirando todos sus trofeos, se me había pasado que estaba acá para continuar con un trabajo.
–¿De qué te ríes?
–Es que no me sorprende porque no dejabas mirar a tu amigo en esos años.
La sola mención de esto hace que sienta mi pulso más rápido.
Él no debería saber esto. Traté de que nadie se diera cuenta. ¿Y si lo dijo por decir? Teniendo en cuenta que el chico que menciona esto es Ángel, es lo más seguro. Quizás solo quiere sacarme información y chantajearme luego.
No, pero ¿para qué?, no le falta dinero por lo que veo. ¿Y si quiere una esclava? ¡No, no, no!
Con un poco de suerte, él estará hablando de otro chico.
–¿Qué amigo?
–Tu mejor amigo, creo que llama Keith –Me da una mirada y como ve que estoy dispuesta a negarlo, agrega–: Cariño, no lo niegues, se te notaba.
–¿Tan obvia era? –pregunto.
No quiero empezar un debate para negarlo porque lo que menos que deseo es pelearme con él. Ya me había decidido que, mientras haga pareja con él, debía tenerle paciencia y no lo iba a lograr si hacía que tuvieramos una discusión por quien tiene la razón: claramente yo iba a salir perdiendo.
–¿La verdad? –Eleva una ceja y, al verme asentir, niega dejándome aliviada–. Me dí cuenta de las miradas que le dabas luego de un día se te cayera una foto de tu amigo en el campo. Yo lo recogí pensando devolvérselo, pero cuando lo volteé me dí cuenta que tenía muchos corazones dibujados.
Me doy cuenta que está apretando los labios, tratando de contener la risa–. Lo guardé pensando chantajearte si te revelabas contra mi. Ya sabes, siempre te molestaba así que debía tener un as bajo la manga.
–¿Planeabas chantajearme? Eres un... –Apreto los dientes mientras me repito que ya todo eso estaba en el pasado–. ¿Aún tienes la foto?
Si lo tiene, lo primero que debo hacer es quemarlo.
Es casi un alivio que haya llegado a manos de él. Yo solía ir al campo junto a Lenny y Tracy para esperar a Keith de su clases extras de química que tanto se había encaprichado en tomar, así que era una sorpresa que ninguna de ellas se haya dado cuenta que se me había caído algo. Lo más seguro era que había sucedido el día en el que yo tuve que esperar sola a Keith.
Claro, ese día había sacado la foto y había empezado a dibujar muchos más corazones
¡Oh, que vergonzoso!
Que no lo tenga, que no lo tenga...
–Claro que no, lo boté cuando me cambié de escuela –Se cruza de brazos con aires de grandeza.
De pronto me parece ver como sus ojos azules tienen un toque travieso que me causa escalofrio
–Ahora que me acuerdo...
ESTÁS LEYENDO
Un secreto hecho collar
Romance-¿Destino? Que palabra más rara el de los humanos. -Lo dices porque no tienes a qué aferrarte, Denilcen. -Bueno, a ti te crearon primero, debes saber más. Vamos, dime, ¿el destino existe? -No contestaré a ello. -Anda, no reprimas tu sabiduría, Nexha...