Capítulo 06

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Siempre he creído en el destino. Si me caía de niña decía que el universo me odiaba y que conspiraba contra mí. Muy dramática y todo.

Pero ahora —aún fanática del destino—, no estoy segura de que si ha sido culpa del destino el que este ahorita Ángel a mi lado. Tal vez simplemente no dejé correr el destino al haber utilizado el collar: podría estar a mi lado otra persona.

El día de ayer solo pensaba en probar un poco el collar. Ilusamente pensé que lo controlaría, o al menos eso pensé hasta hoy.

Había tomado la apariencia de mi hermana nuevamente con la idea de que, al ser muy noche no me reconocería alguien.

No tuve en cuenta que me encontraría con el profesor Tawers, quien le había enseñado a mi hermana. Aunque lo ví más como un beneficio porque, a la pequeña oportunidad, pedí que ayudará a Medalyd, técnicamente a mí. Él dijo que se lo pensaría y que tal vez haría que alguien me ayudara en química.

Pensé que sería un chico tímido, dueño de un cerebro brillante. O hasta pensé que no se acordaría con eso de la edad.

Definitivamente, algo conspiró contra mí.

Carambola

–Toma –El ojiazul extiende un pequeño papel–.Seremos pareja.

Ya lo sabía, pero eso solo me confirma.

Hay veces en las que prefieres dudar de lo que tu mente lo tiene completamente confirmado. Es como una especie de caparazón que quieres que te proteja  de la realidad que no te agrada.

Asiento y luego de me haya comentado unas cuantas cosas sobre el tema que nos ha tocado, curvo mis labios tratando de ser amable y lo invito a sentarse. El asiento había sido desocupado por mi amiga hace unos minutos.

–¿Eres bueno en química? –pregunto, a la vez que él se sienta a mi lado.

Alza una ceja–. ¿Y eso a qué viene?

–Curiosidad –Me encojo de hombros, esperando que me crea.

–Sí, soy bueno –Posa su mirada en el pequeño papel entre mis dedos y sonríe, socorramente antes de continuar–: ¿En tu casa o en la mia?

–En la tuya, claro.

Angel bota una sonora carcajada y yo recaigo en el doble sentido.

–Tarado –Tiendo de manera brusca el papel hacia él, luego de haber memorizado–. No hablaba de ese modo.

–Yo no he hecho nada –sonrie de manera angelical–, solo me he reído.

–Ajá, claro –Ruedo los ojos.

Antes de que vuelva a preguntar sobre el lugar de reunión, el pelinegro se va hacia su antiguo asiento. El profesor ha terminado de dar más instrucciones para darle el pase a la psicologa. Suele dar mucho estás charlas así que la mayoría no presta atención.

–Me ha tocado Lenny, qué buena suerte, ¿no? –canturrea Tracy, acercándose a mi

Le doy una mirada de envidia.

–¿No quieres cambiar de pareja? –Hago un puchero.

–¿Estás de broma? –Imita una carcajada–. El profesor nos va a matar por hacerlo.

Un secreto hecho collarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora