Vivir.

63 17 1
                                    


Acompaño a Ha-Yun hasta la puerta de su habitación, no sé que decirla, nunca se me ha dado bien hablar con nadie.

—Muchas gracias.— me encojo de hombros, me giro y abro la puerta de mi habitación, Ha-Yun camina detrás de mí, niego con la cabeza y con una pequeña sonrisa escondida en mis labios.—Lo que... lo que le dijiste antes...

—Haz como que no lo escuchaste.— Me dejo caer en mi cama, voy a tener bastante más tiempo hasta la semana de exámenes, por lo que puedo relajarme un poco y descansar, sobre todo después de lo ocurrido.

La cama se hunde a un lado, miro de reojo, la chica se ha sentado como si nada en mi cama y ni si quiera intento ocultar la carcajada que escapa de mi garganta. De alguna forma me siento diferente, como si no fuera yo mismo.

Mi risa dura unos minutos más, hasta que mis ojos se llenan de lágrimas por la risa, después, intento controlar mi respiración.

—Vale, ¿quién eres y qué has hecho con el JungKook que conozco?— miro a Ha-Yun que más que sorprendida parece asustada, me encojo de hombros.— En serio, vale que te he visto sonreír algunas veces pero, ¿reírte?, es la primera vez que lo haces desde que nos conocemos.— ella parece realmente asustada.

—No lo sé, supongo que...— ordeno mis palabras durante un momento, ¿está bien lo que voy a decir?, ¿o es incorrecto?— por un momento he vivido, por un instante, ha sido como... como si pudiese ver los colores con claridad, no en tonos grises. — sonrío en dirección a ella.— Gracias.— sus mejillas y orejas cogen un tono gris diferente y vuelvo a reírme, esta vez más bajo.—¿Sabes?, me he dado cuenta de que te sonrojas bastante.— dos segundos después esconde su rostro entre las manos.

Miro hacia el techo y, me pregunto que demonios está pasando conmigo. Siento la cama hundirse aún más y, para cuando quiero darme cuenta, Ha-Yun está tumbada junto a mí, mirando al techo igual que yo, pero con una pequeña sonrisa en sus labios.

—Creo que acabas de hablar más que nunca, desde que te conozco.— asiento, porque seguramente tiene razón. Esta situación y posición debería resultarme incómoda, ya que básicamente estamos pegados ya que la cama está hecha para una sola persona, el peso en la cama varía, y veo cómo se coloca de lado, apoyando todo su peso sobre su lado derecho, a pesar de que probablemente le duela por lo sucedido. —Aun así, ¿a  caso pegarle una paliza a esa sombra te ha hecho sentirte vivo?— bufa divertida.— Y yo que lo he intentado desde que nos hicimos amigos... si llego a sab-— 

No la dejo terminar de hablar, en un impulso que no sé de donde ha salido, la rodeo con mis brazos y pego su cabeza a mi pecho, mientras pongo mi cabeza sobre la suya. Su tacto se siente bien en mis dedos.

—¿Qué?— parece tan sorprendida como yo. Mi corazón parece querer escapar de mi pecho y me avergüenza bastante, pero aun así no quiero romper este abrazo.

—Calla.— no digo nada más que eso, no muevo mis manos en absoluto, en cierta medida por miedo, pero siento cómo los suyos me rodean y se acomoda mejor sobre mí, una de sus piernas queda entre las mías y pone la cabeza de lado, sin soltar las manos que sujetan mi camiseta con fuerza.

No hay más palabras entre nosotros.

Sólo pensamientos que rondan mi cabeza como un torbellino, realmente he estado ciego durante mucho tiempo. Me aterra saber que me estoy aferrando desesperadamente a Ha-Yun, pero me da mucho más miedo darme cuenta de que, me he enamorado de ella y ni si quiera puedo saber cuando pasó.

Verla sonriendo, riendo, llorando, llena de golpes o sangre, ella me parece hermosa, no sólo por los colores que ocultan esos momentos, si no por ser ella, su alegría constante, sus intentos continuos por hacerme hablar, que ella me aprecie por ser quien soy, que no le importe que sea una sombra de mi mismo o mi acromía.

Aprieto mi abrazo levemente, al sentir cómo mis ojos se llenan de lágrimas después de tantos años, el nudo que ya era un desconocido para mí apretando mi garganta y la sensación de impotencia al darme cuenta de que, la verdadera cara de la Luna la estoy viendo ahora, la estoy sintiendo y duele como el infierno porque la he cagado en tantas cosas, soy yo el que se ha estado tapando los ojos durante todo este tiempo, escondido bajo las gamas grises, el negro y el blanco. No necesito poder ver los colores para sentir, para ver y mucho menos, para vivir.

El temblor de mi cuerpo llama la atención de Ha-Yun, que levanta la cabeza en el mismo momento en el que cierro los ojos con fuerza y escapa la primera lágrima, junto al primer susurro desesperado.

—No me sueltes.— siento cómo se mueve y, de alguna forma, acabamos tumbados de lado, con mi cabeza escondida en su cuello y mis brazos apretándola contra mí en un intento desesperado de aferrarme a ella, como si fuese a desaparecer frente a mis ojos.

—No voy a soltarte JungKook, nunca.— susurra, pero mis lágrimas no se detienen, siguen escapando de mis ojos sin descanso ni piedad. Su mano peina con cuidado mi pelo, la otra frota mi brazo con lentitud antes de rodearme como puede.

El llanto acaba en un silencio oscuro en el que me siento vivo sin la necesidad de colores y entonces los veo, los ojos de tono gris oscuro, como si fuese el color de las almendras, escondiéndose en un eyesmile que me hace acabar entre los brazos de morfeo. 

En Blanco, Negro, y Tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora