Desconocida.

180 26 2
                                    


Suspiro, no me es necesario saber por qué esa chica pelea frente a mi puerta, asumo que ella es una de las sombras que ríen, sin embargo he visto una sombra diferente en ella, no le doy más vueltas, me acerco a la ventana y la abro, me enciendo un cigarro y dejo que éste me robe parte de mi vida, exhalo el humo, es relajante y reconfortante, conecto mi móvil al pequeño altavoz sobre mi mesilla, que comienza a emitir el tono triste de una de mis canciones favoritas, "My mother's eyes". Me encanta el inglés y nunca he tenido problemas para hablarlo, tal vez me venga bien en un futuro.

Alguien llama a mi puerta, no creo que sea algún profesor ni mi familia, tampoco tengo algún amigo que pueda pasarse por aquí, así que no abro la puerta, no me interesa quien pueda ser; el sonido vuelve otra vez, más fuerte y repetitivo, me queda claro que quien sea que está llamando no parará hasta que le abra, apago la colilla en el cenicero y paro la música, solo llevo aquí un par de horas y parece estar lleno de sobras tocapelotas.

Abro la puerta y me encuentro con la misma chica a la que he tenido que separar de otro hace apenas unos cinco minutos, sólo para poder entrar en mi habitación; me sonríe coqueta y me replanteo si debo cerrar la puerta o dejar que siga haciendo el ridículo, pero odio a las sombras que ríen asique intento cerrar la puerta.

Intento, porque la desconocida interpone su pie y después entra, ésta vez puedo cerrar la puerta, bufo, no quiero a una desconocida entre mis cosas.

La veo observar las cosas, pero se queda demasiado tiempo mirando las fotografías de los dibujos en mi habitación, después mira mis bocetos, me arrepiento de haberlos pegado a la pared.

—Tus dibujos son muy buenos, — me halaga, pero sus palabras no me interesan, cojo mi cuaderno de bocetos y me siento en la mesa, comienzo a hacer un nuevo boceto, puede que si no la hago caso se vaya. — ¿Por qué solo están en blanco y negro?— me encojo de hombros, todos los de la universidad me conocen; soy el daltónico acromático que se está especializando en la teoría de los colores. Puede que quiera hacerme hablar.

Su mirada está ahora sobre mí mientras dibujo, me siento incómodo, odio que la gente centre su atención en mí, no quiero seguir sintiendo la mirada de esa sombra.

Me levanto de la silla, de golpe, ésta chirría contra el suelo por el movimiento, abro mi armario y de él saco mi cámara, odio a las sombras que se ríen y ella lo está haciendo, se está riendo de mí mientras tiemblo de incomodidad.

Salgo de la habitación y lo hago corriendo hacia el único lugar en el que sé que ninguna sombra me molestará. Cuando ya estoy sentado en mi casita me doy cuenta de dos cosas; la primera, he dejado mi móvil en la habitación y segunda, también he dejado allí al desconocido, sólo espero que el mensaje que he dejado en el boceto sea suficiente.

Hago varias fotos al paisaje que rodea el parque, veo a los niños, me sorprende ver que algunos son sombras de sí mismo a tan temprana edad, algunos aparecen en mis fotos. Los sábados me traen recuerdos, los niños y niñas con sus madres en busca del parque donde han quedado con sus amigos.

A veces extraño esa época, en la que no sabía lo que era ser la sombra de uno mismo, todo parecía más sencillo, incluso el hecho de no ver los colores, pero llegó el colegio y me transformé en mi propia sombra, con los insultos, abusos y risas de los que provocaban el llanto, mi llanto.

Niego con la cabeza, ya ha pasado mucho tiempo de aquella época y no debo encerrarme en eso; cojo las cartulinas entre mis manos, veo el amarillo, el naranja... pero no veo su color, lo veo gris, uno más brillante que el otro. Doy por hecho que han pasado varias horas al sentir el frescor del anochecer rozando mi piel desnuda. Debería haberme traído una chaqueta.

Vuelvo tarde a la residencia de estudiantes, la cafetería y el comedor están cerrados, al parecer mi primera noche aquí voy a irme a dormir sin haber cenado absolutamente nada, me encojo de hombros y camino hacia el ascensor, una cosa es que me guste hacer deporte y, otra muy diferente, que me guste subir cuatro pisos de escaleras.

Llego a mi puerta y la abro, el interior está a oscuras, respiro tranquilo, esa chica se ha ido de mi habitación, miro la mesa, el boceto no está, debe habérselo llevado, da igual, puedo rehacerlo en unos minutos, la idea aún baila libre en mi imaginación.




*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-

Hola buenas!!!

Sé que debería haber actualizado ayer, pero no voy a mentiros, se me pasó por completo.

Así que aquí os traigo el primer capítulo del maratón de 7 que voy a subiros hoy!

Nos leemos pronto!

1/7

Black.

En Blanco, Negro, y Tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora