No puede ser.

93 17 1
                                    


—Muévete tú, mi cuerpo no reacciona a nada de lo que mi cerebro dice.— creo... creo que los dos nos hemos bloqueado demasiado.

—A ver, estamos en las mismas.— bufo, puesto que lo único que parece hacerme caso es la boca y las cuerdas bocales.—Pero ahora en serio, ¿por qué mierda has alargado la mano al frente si la silla y la mesa la tienes justo al lado?

—Iba a la cama, es más cómoda y sé que detestas que me siente ahí.— ruedo mis ojos, también odiaba que se sentara en mi cama como si nada y aun así lo hacía.—Oye, no te estoy viendo pero puedo sentir cómo has rodado los ojos, no iba a sentarme en el suelo, eso es cruel.— cierro los ojos durante un segundo.

Un mísero segundo.

Nada más un pestañeo.

Y, cuando vuelvo a mirarla tiene la mirada clavada en mi torso, su mano ya no está sobre sus ojos. Siento mis orejas y cara arder del pánico.

—Pareces más flaco debajo de esa ropa tuya.— mis cejas se alzan al mismo tiempo que una carcajada se escapa de mi garganta.

—Oh, venga ya, no es que tu cuerpo no responda, es que no quieres apartar la mano.— sé que seguramente mi cara tenga el mismo tono grisáceo que ella cuando se sonroja, pero eso de pasar el mal momento yo sólo mientras ella se burla de mí... eso no es vivir, ¿no?

Sí, puede que esto de haber conocido lo que es vivir, haya cambiado un poquito mi forma de pensar en algunos aspectos.

—Espera, ¿estás coqueteando conmigo?— ¿qué?, ella comienza a reírse y, por fin aparta la mano de mi ombligo, camino lo más rápido que puedo hacia el armario, intentando que no vea la erección en mis calzoncillos que ha provocado una mínima caricia suya.

Suspiro cuando tengo unos pantalones negros que parecen del ejército puestos, al menos la erección no se nota con esto. 

—Tienes que mejorar tus coqueteos si pretendes utilizarlos conmigo. — me pongo un jersey gris directamente sobre la piel desnuda, lo único que voy a salir a la calle es para ir a fumar.

—Vamos, tengo hambre.— la miro y veo cómo niega con la cabeza, abriendo la puerta de la habitación.

—Otra vez a las frases de tres palabras, ¿eh?— bromea, alzo mis hombros, debo admitir que, molestarla, es divertido. 

Entramos al ascensor unos segundos después, mi teléfono comienza a vibrar en mi bolsillo al mismo tiempo que suena una pequeña campanita. Lo saco de mi bolsillo, el nombre de MAMÁ brilla en la pantalla.

Suspiro antes de responder.

—Hijo, ¿has leído el mensaje que te he mandado?— ruedo los ojos, seguramente se haya enterado ya del castigo que nos pusieron a Ha-Yun, al desgraciado y a mí.

—No, dime.— soy escueto, la verdad nunca he hablado demasiado con mi madre, es ella siempre la que no deja de hablar de su vida sin interesarse demasiado por la mía.

—Estas navidades vamos a cenar toda la familia en casa y, tanto tu padre como yo, queremos que vengas, — nunca me gustaron esas cenas familiares, me trataban como si no pudiera hacer nada por no poder ver los colores.— por favor, ya eres un hombre adulto, puedes traer a algún amigo, ¡o a tu novia incluso!— al parecer me he olvidado de cómo se traga, ya que me he atragantado con mi propia saliva. Ha-Yun en seguida se preocupa de saber si estoy bien.— Te lo envío todo al whatsapp, respóndeme cuando puedas. Te quiero.

La llamada se corta y yo salgo del ascensor aún tosiendo y con Ha-Yun sobando mi espalda en un intento de que mi tos desaparezca.

—Ya estoy bien.— me paso las manos por el pelo, la frase de mi madre me ha descompuesto demasiado. Entramos a la cafetería y cada uno coge algo de comer, nos sentamos en una mesa un tanto apartada de las sombras.

—¿Qué te ha dicho tu madre para que te pongas a toser de esa manera?— suspiro antes de contestar.

—Me ha invitado a una cena familiar en navidad, sabe que no me gustan y, para intentar convencerme me ha dicho que puedo llevar a algún amigo o a una novia.— Ha-Yun también se atraganta, seguramente por mis últimas palabras.— Ella realmente no me conoce. — llevo un trozo de tomate junto a un poco de lechuga a mi boca, al mismo tiempo que la paso una botella de agua.

—Wow, bueno, puedo ir contigo, piénsalo, tu madre estará feliz. — alzo una de mis cejas al mismo tiempo que termino de tragar lo que me he llevado a la boca.— No me vengas con lo de "qué gano yo a cambio". — hace una mala imitación de mi voz.— Vamos, irás con una amiga, pasaremos un buen rato, además después de cenar podemos ir al pub con Jin, Tae y Nam.— me sonríe, aunque lo de "amiga" me duele un poco.

Yo mismo me he metido en la friendzone así que tampoco tengo derecho de quejarme.

—Está bien, ahora come, que tengo que ayudarte con fotografía y además terminar con el trabajo del profesor Jung.— ella asiente al mismo tiempo que comienza a comer.


(****)


Poco después de haber comido Ha-Yun me acompaña a fumarme un último cigarro antes de volver a la residencia para comenzar a estudiar y continuar con los trabajos que aún debíamos enviar.

Nos esperaban días de no dormir, o por lo menos, de dormir a penas dos o tres horas si teníamos suerte con tal de poder rendir en los exámenes y de llegar a las entregas.

Ha-Yun mira su teléfono al mismo tiempo que escribe en el mismo, sin embargo no me centro en ello pues tengo bastantes cosas en la cabeza que todavía giran en busca de una solución o respuesta. El humo que escapa de entre mis labios se mimetiza con el vaho por lo que da la sensación de que nunca termino de expulsar ese humo letal de mis pulmones, es curioso pues tal vez, si pudiera ver los colores sería capaz de diferenciar mi propio vaho del humo del cigarro.

—Acabo de hablar con los chicos.— Ha-Yun me saca de mi propia ensoñación, asiento sin darle mucha importancia.— Les he comentado que cenaré contigo y con tu familia estas navidades, así que me están preguntando la zona por la que vives para salir por allí.

Al escuchar sus palabras una pregunta se cruza por mi mente, ¿sus padres no se molestarán si ella no vuelve a casa por navidades?, mis padres probablemente se volverían locos incluso si realmente no me tienen demasiado en cuenta.

—No vivo realmente lejos de aquí.— explico, pues lo único que debemos hacer para llegar a mi casa es tomar un bus que tarda a penas cuarenta minutos en llegar a mi barrio.—Pueden buscar algún lugar de por la zona.— me encojo de hombros al mismo tiempo que tiro la colilla al suelo, que rápidamente se pierde entre la nieve, dejando una mancha grisácea donde se encontraba.

—Okay, por cierto ¿qué crees que debería ponerme para la cena con tu familia?— comenzamos a caminar hacia la residencia. Su pregunta me provoca un ligero deja vú, de la primera vez que logró convencerme de que saliéramos a cenar con sus amigos y acabé con fotos de ella en mi e-mail.

No puedo evitar que una pequeña carcajada se me escape ante el recuerdo, pues incluso yo sucumbí a enviarle una foto de como iría vestido.

—¿De qué te ríes?— la miro de reojo al mismo tiempo que abro la puerta de la residencia y puedo ver cómo en su rostro se dibuja un puchero.

—Acabo de recordar el e-mail que me enviaste cuando a penas nos conocíamos.— ambos entramos al edificio y, mientras esperamos al ascensor veo cómo ese puchero se transforma en confusión, como si no lo recordara.— Cuando me enviaste fotos de tu outfit por e-mail porque no sabías que llevar a la cena con tus amigos.— sus ojos de tono gris brillan por un momento y pronto su expresión me confirma que ya lo ha recordado.

Es ella quien ríe ahora.

—Cierto, ¡incluso logré que tú me enviaras una foto!— asiento, escuchando su risa que calma mi mente durante unos segundos.

—Por cierto, ¿tus padres no se molestarán si no vuelves a casa por navidades?— la pregunta escapa de mi garganta y su risa al instante desaparece.

Y, aunque sus labios dibujan una pequeña sonrisa, sé que realmente está intentando evitar ponerse seria, creo que no debería haber hecho esa pregunta.

—A ellos les da igual si vuelvo o no.— se encoge de hombros, no voy a seguir preguntando ya que, por lo que puedo ver, no se siente cómoda con el tema y no quiero arruinar el buen ambiente que hemos tenido hasta ahora.

En Blanco, Negro, y Tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora