Mi escondite.

60 13 1
                                    


Ha-Yun me sigue el paso a lo largo del camino, se mantiene en silencio, pero de reojo puedo ver cómo su rostro está lleno de preguntas que no me hace; puede que no me esté preguntando nada por mi cara, que probablemente demuestra la desesperación que estoy sintiendo por llegar a mi lugar seguro.

Las puntas de mis dedos pican por tocar ese metal oxidado y corroído por el tiempo, mi nariz me exige ese aire puro que llena ese parque por la naturaleza que lleva años secuestrando y apropiándose del lugar. Mi mente grita por un poco de paz y tiemblo de manera incontrolable; el camino nunca antes se me ha hecho tan largo. Pero cuando por fin veo esa caseta de madera llena de vegetación, ese tobogán agujereado y marrón por el óxido, me paro en seco.

Nunca antes he traído a nadie a este sitio, es mi lugar seguro, es el sitio al que escapo cuando me siento saturado, es mi escondite; que está lleno de mis llantos de madrugada, lleno de mis esfuerzos por ser normal, lleno de recuerdos solitarios y monótonos.

Miro a Ha-Yun de reojo, no sé si este lugar le gustará, no está en condiciones de poder ser utilizado, y no creo que ella disfrute realmente de un lugar así, por un segundo me arrepiento de haberla traído hasta aquí, pero no conozco ningún otro lugar al que pueda ir para escapar de las palabras hirientes y llenas de malicia de las sombras que dicen ser mi familia.

—Wow.— su voz es casi un susurro para mis oídos, aún estoy paralizado por la situación, no sé qué hacer, qué decir, y me quedo observando inmóvil como suelta mi mano y se acerca a los columpios oxidados. Se pasea por todo el lugar, en completo silencio, sin dirigirme una sola mirada.

No puedo evitar tensarme, esperando la peor de las reacciones de su parte, sin saber cómo debería reaccionar a lo que me diga, a sus gestos, a sus miradas. Su paseo dura apenas unos minutos, y se para junto a la caseta de madera, sus dedos pasean por las paredes desgastadas y a penas puedo diferenciar sus dedos del color grisáceo de la madera.

—¿Entramos?— es lo único que dice, siento cómo mi corazón escapa hasta mi garganta, cómo mi estómago se retuerce y me llena de ansiedad; sin embargo, todo eso desaparece cuando nuestros ojos se conectan en una mirada que me regala confianza y comprensión. Me acerco a ella y la ayudo a subir.—Es un lugar muy bonito.— me afirma sonriendo.—¿Hum?

De su garganta escapa un sonido lleno de dudas y rápidamente la veo sacar su móvil y poner la linterna, mostrando en una de sus manos algunas de las viejas cartulinas de colores plastificadas en las que me refugiaba de niño. Sus ojos se abren llenos de sorpresa y la veo rebuscar por toda la caseta, buscando más atisbos de mi vida en aquel destartalado lugar que en algún momento fue un parque para niños.

—Es increíble.— la ilusión y alegría llenan su voz mientras coge algunas de las fotografías que dejé aquí hace un par de meses.—Eres increíble, Kook.

No soy capaz de responder a sus palabras, sólo me siento junto a ella mientras me enciendo un cigarro, deseando saber cómo reaccionar o qué decir en una situación como esta.

—Es la primera vez que traigo a alguien aquí, — al final termino por intentar explicar lo que pasa por mi mente, procuro mirarla lo menos posible, no quiero ver sus reacciones ahora mismo.— este lugar ha sido mi escondite y mi lugar seguro durante casi toda mi vida.— siento su mano apoyarse en mi hombro y le doy una calada más larga de lo normal al cigarro; su tacto me pone nervioso.

—¿Fue aquí donde decidiste estudiar arte?— asiento a su pregunta y cierro los ojos, estoy saturado, es la primera vez que hablo sobre algo que se convirtió en mi mundo hace años.

—Descubrí este lugar con ocho años, — mi mente me exige hablar, contarle a Ha-Yun el por qué este lugar es mi mundo, pero mi cuerpo me grita que no lo haga, estoy exhausto mentalmente.— me escapé de casa al descubrir lo que eran las sombras y entender que yo también era una de ellas, corrí durante un rato hasta que vi este lugar, — le doy otra calada al cigarro, siento cómo mi cuerpo está temblando de los nervios al hablar de esto.— me acerqué y no vi rastros de nadie, me quedé un par de horas aquí y acabé yendo y volviendo diariamente, asegurándome de que realmente nadie pasara por aquí.— apoyo mi cabeza en la pared al mismo tiempo que tiro mi cigarro por la ventana, cierro los ojos, ¿por qué me cuesta tanto hablar de esto?— Al final por una cosa u otra, acabé haciendo de este sitio mi segundo hogar, traje mis cartulinas con la intención de poder al menos fingir que era normal al diferenciar los tonos de gris, comencé a estudiar aquí, y más de una noche dormí aquí. — me quedo en silencio durante unos segundos, intentando encontrar las palabras para expresar lo que este lugar es para mí.—Venir aquí me hacía sentir seguro, no existía ninguna sombra que riera, tampoco algún ser de luz que me menospreciara sólo estaba yo con mis pensamientos, con mis problemas.

—Me alegro de que encontraras un lugar así.— Ha-Yun me responde en un tono amable pero agridulce, como si estuviera escondiendo algo.— Aquel día de lluvia en el que nos cruzamos, venías de aquí, ¿verdad?

—Sí,— una sonrisa irónica se cruza en mis labios al recordar las razones de mi huida, siendo ahora consciente de por qué me sentía así.— tus preguntas me hicieron sentir incómodo y, cuando te fuiste, el silencio me ahogó.— en ese momento no sabía que su presencia ya se había vuelto algo normal y cotidiano.—Así que me escapé y vine aquí a estudiar.

—Oh, lo siento por eso, — negué con la cabeza y centré mi mirada en ella, que mantenía sus orbes en sus manos, que jugaban entre sí, ella no tiene la culpa de que me costara entender lo que siento.— la verdad es que ese día yo también me escapé, por eso te encontré después.— mi mente comenzó a llenarse de dudas, Ha-Yun nunca me había mentido, y no logro entender por qué lo hizo entonces.

—No necesitas decirme nada si no quieres hacerlo.— intento mantenerme calmado a pesar de que mi cabeza me grita que algo malo está pasando, pero creo conocer lo suficientemente bien a Ha-Yun, y sé que ella no hará nada que pueda hacerme daño.

—Es importante Kook, — su voz tiembla.— yo...— coge aire, como si estuviera dándose fuerza a sí misma para soltar una bomba, cada vez me preocupo más por lo que pueda decirme; tengo miedo de que ella se haya dado cuenta de que soy una sombra y que nunca llegaré a ser alguien normal.— me iré en unos días a otra ciudad, — frunzo el ceño, ¿se va?— mis padres han decidido mandarme a otra universidad con un plan de estudios más acorde a lo que ellos quieren.— mi mirada se pierde en la nada, intentando asimilar todo lo que acaba de decirme.

¿Qué se supone que debo decir ahora?, ¿cómo debo reaccionar?, no tengo palabras para describir lo que me pasa por la cabeza ahora mismo, ¿hace cuánto tiempo que sabe que va a irse?

—Lamento no habértelo dicho antes, — siento que mente ha llegado a su límite ahora mismo, estoy agotado, la poca energía que me quedaba hace cinco minutos acaba de ser drenada por la bomba que me ha dejado caer.— no sabía cómo decirlo, nunca encontraba el momento y...— su voz se rompe en un llanto que me aprieta el pecho.—tenía miedo de que levantaras esa muralla otra vez si te lo decía.

Acabo suspirando, no puedo cabrearme por esta noticia ya que no tiene ningún sentido hacerlo, no es una decisión que haya tomado ella, y echarle algo en cara está fuera de lugar, si me siento herido es sólo por haber encontrado ese diamante que faltaba en mi vida, ese diamante que parece darle color al mundo gris que me ha rodeado toda la vida.

—Está bien.— es lo único que soy capaz de responder mientras la rodeo con mis brazo y siento su pequeña figura esconderse en mi pecho, sus manos aprietan mi chaqueta con fuerza, sus sollozos llenan mis oídos al igual que sus lamentos.

—Llevaba años queriendo acercarme a ti y conocerte, — cuando vuelve a hablar se aleja lo suficiente de mi pecho como para poder mirarme directamente a los ojos, y con un impulso que no llego a controlar, acabo arrastrando las lágrimas de sus ojos ya hinchados y del tono gris que colorea sus orbes cada vez que llora, igual que en la punta de su nariz.— sólo tuve el valor de hacerlo porque me aceptaras o no, me iría. Lo siento, debí haberme acercado a ti antes.— me mantengo inexpresivo porque realmente no sé qué pensar de todas sus palabras.

Me siento en una encrucijada, sin saber cómo sentirme con todo esto, quiero entenderla, pero no soy capaz, ni si quiera sé si ella siente lo mismo que yo; existen tantas cosas que debo procesar ahora mismo que sólo me veo capaz de darle el apoyo físico que sé que necesita, pero no puedo hacer más que eso. Me siento utilizado de cierta manera, no sé si mantendremos el contacto cuando ella se vaya. No sé absolutamente nada.

Quedan sólo dos días de vacaciones antes de volver a las clases; mi cabeza aún corre a mil por hora intentando procesar lo que sucedió aquella noche.



*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-

2/4

Black.

En Blanco, Negro, y Tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora