VL: Seis.

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Las calles de Magnolia estaban desoladas, el frío viento soplaba fuertemente vagando por las calles, una fría y carente de sentimientos melodía se colaba por una calle en específico.

Piedra fría, piedra fría...

Me ves de pies

pero estoy muriendo en el suelo.

Piedra fría, piedra fría...

Tal vez si no lloro

no lo sentiré más.

Tenía su cabello rubio desarreglado, y su maquillaje estaba igual o mucho peor; llevaba sus dos zapatos de tacos agarrados en una mano, mientras que con la otra hacía equilibrio para no caerse del borde de la cera que separaba el agua.

Piedra fría, baby...

Dios sabe que intenté sentirme feliz por ti.

Sé que lo estoy,

incluso si no puedo entenderlo.

Me quedaré con el dolor,

dame la verdad.

Yo y mi corazón,

conseguiremos seguir adelante.

Su voz era increíblemente fina y perfecta, a pesar de que sus ojos lloraban a mares y su mente estaba nublada por todo el alcohol que poseía su organismo, se liberaba de toda la carga, caía hasta el fondo para mañana renacer, renovarse y volver con más fuerzas. Por eso hoy se permitía derrumbarse.

Si ella es feliz,

Me alegro por ti.

Piedra fría, piedra fría...

Bailas con ella,

mientras yo miro mi teléfono.

Piedra fría, piedra fría...

Yo era tu ámbar,

pero ahora ella es tu sombra de oro.

Cantó con el corazón, las palabras aparecían solas sin pasarse a pensarlo; sus notas pasaban de altas a bajas en el momento adecuado. Gente que habitaba en esas calles había salido a ver quién cantaba tal canción con inmensa tristeza pero a la vez con alegría por sentirse libre, la miraban sorprendidos una vez más, nadie –aparte Lisanna– conocía ese talento que ella tanto ocultó.

Piedra fría, baby...

Dios sabe que intenté sentirme feliz por ti.

Sé que lo estoy,

incluso si no puedo entenderlo.

Me quedaré con el dolor,

dame la verdad.

Yo y mi corazón,

conseguiremos seguir adelante.

De un momento a otro se paró y miró fijamente hacia el este, por donde empezaba a surgir el sol lentamente, inesperadamente alzó su mano derecha e hizo la señal de Fairy Tail mientras retomaba su cantar.

Si ella es feliz,

Me alegro por ti.

No quiero ser una piedra fría, piedra...

Desearía poder arreglar esto pero aquí está mi adiós.

Oh, estoy feliz por ti.

Sé que lo estoy,

incluso si no puedo entenderlo.

Si ella es feliz,

Me alegro por ti.

Lo que ella no sabía en ese momento es que no era la única en mirar el amanecer y hacer la señal de Fairy Tail, atrás de ella y en diferentes lugares de la gran ciudad había gente que sentía sus sentimientos y sus lágrimas en ese momento.

"Vamos Lucy, tú puedes."

"Vuelve a brillar, estrella."

"No estás sola."

Esa madrugada fue especial, se derrumbó, rompió en llantos.

POV LUCY

Y desde ahí, desde el vacío más profundo, mi alma se empieza a llenar. Como un pulmón que se llena de aire mi mente se llena de imágenes, de sensaciones. Recién ahora comprendo que me estaba vaciado. Mi alma es mía otra vez.

La noche, o mejor dicho madrugada se hizo larga: apenas llegué a casa en eso de las 8 am me tumbé a la cama con toda la ropa y maquillaje; en eso de las 4 de la tarde ya me encontraba despierta, limpia y arreglada.

Vestía con una falda larga hasta la rodilla azul oscuro, un poloche blanco, y unas bailarinas color café. Empecé a recoger cuidosamente mis cosas ropas, y accesorios, doblándola lo más minuciosamente posible para que en la maleta entrase lo suficiente y necesario.

Cuando terminé, preparé algo rápido de comer y lo devoré rápidamente, quería hacer en tiempo de coger el tren de las 10 pm y debía pasar por el gremio antes; así que apenas terminé de limpiar la casa, y revisar no haberme olvidado de nada, cogí mis gafas de sol, una cartera de piel a juego de color con las bailarinas, salí de la casa y partí hacia el gremio.

Una vez llegué, dejé la maleta al lado de la puerta. Sin embargo también noté otra maleta al otro lado de la puerta, cosa que ignoré, quizás algún miembro se iba de misión. Cuando entré varias miradas se posaron en mí, mirándome con cautela y precaución, pero sonreí sinceramente para aliviarlos. Estaba bien, aún la herida seguía latente y no cerraba pero no viviría sumergida en ello, debía seguir, aceptarlo y volverme más fuerte, concentrarme en mí.

Me dirigí a la barra y pedí un batido de fresa a la sonriente Mirajane, que me miraba con un orgullo hermanal, a mi lado al rato después, se sentó Lisanna que acababa de bajar del segundo piso. La miré de reojo mientras le agradecía a Mira por el batido.

— Faltan 40 minutos para la 10, te recomiendo ir a hablar con el maestro ahora, si no queremos perder el tren. —habló sin más, sin pelos en la lengua. La miré con una ceja alzada.

— ¿A dónde se supones que vas tú?

— Lucy, todos los que estábamos contigo anoche sabemos que te vas de viaje a entrenar, y decidí ir contigo. No me vendría mal entrenar.

La sorpresa viajó por mi mente, pero antes de poder contradecirla me miró con advertencia. Suspiré, terminé el batido y me encaminé hacia el despacho del maestro, una vez frente a la puerta entré sin tocar. Al parecer el maestro me esperaba ya que no hizo comentario alguno respecto a mi imprudente entrada, solo mantuvo sus ojos cerrados hasta que estuve sentada en la silla frente a su enorme escritorio.

— Supongo que no debe explicar qué vine hacer aquí, maestro. —él suspiro.

— Es doloroso, muy doloroso ver partir a dos de mis hijas, pero también como padre entiendo que es lo correcto para las dos. –lo miré confusa– Cuando vuelvas lo entenderás, pero es importante que también te lleves a Lisanna de aquí, Lucy; hay que evitar que tu historia se repita.

Parpadee confusa a la vez que ladeaba la cabeza, ¿qué quería decir el maestro con esas palabras? Sólo lograba despertar mi ávido de la curiosidad. Sin embargo, confiaba en el maestro y se no me lo decía en el momento, por alguna razón se debía, así que sólo me tocaba esperar. Asentí de acuerdo.

— Tú y Lisanna tendrán un tiempo límite para volver, en 5... —interrumpí.

— 10. –me miró con duda, pensando mi propuesta.

— En 10 meses las quiero de vuelta. Si para esas fechan no están, mandaré a todos en su búsqueda.

Asentí conforme y sin esperar más me despedí, marchando en seguida corta de tiempo. Bajé rápidamente las escaleras, encontrándome con todo Fairy Tail –menos el grupo de Natsu– reunido con una sonrisa nostálgica despidiéndose de Lisanna, mismo acto que hicieron conmigo. Cuando terminamos de saludar a todos corrimos hacia la puerta y como último saludo hicimos la seña de Fairy Tail mientras las puertas se cerraban a nuestras espaldas al mismo tiempo que nuestras marcas desaparecían. Nos miramos la una a la otra sonrientes, agarramos nuestras maletas con destino a una nueva aventura.

¡Maldito Rubio!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora