Capítulo 4

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*Narra Stiles*

Conduje unos veinte minutos, cruzando por avenidas, doblando por callejones. De vez en cuando echaba una mirada de reojo a Lydia. La chica se miraba en el espejo del auto arreglándose el cabello y retocándose el maquillaje, gestos que hacía automáticamente cuando estaba nerviosa. La había visto muchas veces.

Finalmente llegamos, aparqué el auto en la calle y me bajé. Por un momento pensé en abrirle la puerta a Lydia, pero si algo había aprendido de ella, es que no necesitaba ayuda para nada. Miré el edificio que se encontraba frente a mí y enseguida sentí un escalofrío. Odiaba este lugar. Respiré hondo y toqué el timbre.

Unos minutos después nos encontrábamos en la recepción del complejo. Una mujer con una especie de bata turquesa y aspecto de no haber dormido en veinte horas  nos atendió.

— ¿Visita? —preguntó tomando un bolígrafo y una especie de planilla de visitas.

—Peter Hale —respondió Lydia.

La mujer levantó la vista un momento para luego seguir con su planilla.

— ¿Parentesco?

Me quedé en blanco un momento.

—Somos sus...

—Primos —nos salvó Lydia. La recepcionista nos miró raro.

—Lejanos —aclaré yo.

 —Muy lejanos —agregó ella.

La mujer tenía cara de haber visto un elefante entrando por su ventana.

—Claro. Déjenme que les consigo un guía —y desapareció detrás de una puerta.

—Por poco —suspiré.

Un hombre vestido con la misma bata entró por la puerta

—Síganme.

Lydia y yo obedecimos. A medida que caminábamos por el complejo yo iba reconociendo ciertos lugares e incluso algunas personas. Todo el lugar me revolvía el estómago y los recuerdos se agolpaban en mi mente. Había estado aquí encerrado antes, en aquellos tiempos donde el Nogitsune me poseía. Hermosas memorias.

Al pasar por el patio avisté a una cara —lamentablemente — conocida.

— ¡Amigo! ¿Por qué te fuiste? ¿Volviste para quedarte con nosotros?

—Apártate, Oliver —le dijo el guardia que nos acompaña al chico que una vez fue mi compañero de habitación y yo hice fuerza para no mirarlo siquiera.

Mi cara debía estar pálida o debía de estar haciendo alguna mueca de dolor, porque en ese momento sentí una mano tibia que entrelazó sus dedos con los míos y los apretó con fuerza. Mi corazón dio un vuelco y me reprendí a mí mismo. No tenía que sentir eso. Lydia no tenía que hacerme sentir eso. La miré, pero ella tenía la vista fija al frente, como si nada sucediera. Lo cual posiblemente fuera verdad.«Esto no significa nada» se había convertido en mi mantra en lo que respectaba a Lydia.

Seguimos caminando por todo el lugar, atravesando pasillos, subiendo escaleras, avanzando por ese laberinto que era el manicomio. Mi malestar había disminuido gracias al contacto de Lydia, pero seguía sin pasarla bien por allí. Luego de lo que pareció un interminable y terrorífico paseo, llegamos a una puerta blindada. El tipo que nos guiaba saco un manojo de llaves y luego de insertar y girar varias de ellas logró abrirla. Otro pequeño pasillo, otra puerta. Este patrón se repitió varias veces hasta que el guardia se detuvo frente a una última puerta.

—Les advierto, no hagan movimientos bruscos ni los alteren demasiado —dijo mientras abría la puerta. Luego se quedó en el pasillo.

Miré a Lydia, como preguntándole si deseaba continuar. Yo ya estaba bastante seguro de que no encontraríamos a nadie allí; por más que ella dudara a veces de sus capacidades, yo no lo hacía.

Avanzamos. La habitación frente a nosotros era un pequeño cuadrado con paredes transparentes; diría que de vidrio, pero debía ser algo más resistente. Había dentro un par de camas sin sábanas y una bandeja de comida sin tocar, aunque parecía vieja. Hasta ahí, todo bien

Pero lo más espeluznante eran las dos personas dentro del lugar. La primera, un guardia, yacía en el piso con la garganta cortada de oreja a oreja. La sangre salpicaba los metros a su alrededor y empapaba el frente de su camisa. Tenía los ojos en blanco y la piel pálida, pero no sentía ningún olor que indicara que ese individuo había muerto hace mucho tiempo. Sin duda, era reciente.

Luego estaba la otra persona. Bueno, yo no estaba seguro de llamarlo persona. Lo que lo distinguía era una perforación en el centro de la frente, de unos tres centímetros. Lo peor, era que detrás de la carne mutilada, había un ojo. Miraba para todas partes, giraba sobre sí mismo. Espeluznante. Este hombre se hallaba en una cama.  Tenía diversos cortes por todo el cuerpo, incluyendo pecho, brazos y garganta.

No había señales de Peter por ninguna parte. Me acerqué un poco a la habitación, buscando la salida que él había usado para salir de ese lugar. Pero Lydia, aterrada, me tomó del brazo y me arrastró hacia atrás. Podía sentir su respiración agitada tras de mí, su corazón desesperado latiendo con fuerza. Y entonces gritó.

No lo hizo muy fuerte, no llegó a ensordecerme, pero sí a alertar al guardia que nos esperaba fuera. Entró como una exhalación y se quedó de piedra al observar la escena. Luego nos sacó de allí a los empujones mientras usaba su intercomunicador para avisar a alguien. Quizá la policía, quizá la recepción. No importaba. Nuestro trabajo allí estaba hecho. Nos hicieron esperar en un pasillo mientras entraba la policía y revisaba el lugar. Mi padre debía estar por allí y seguramente querría escuchar nuestra versión de los hechos desde  un punto de vista sobrenatural.

—Stiles, ¿crees que quiere hacerle algo malo a Malia? —me preguntó Lydia sentada a mi lado mientras se estrujaba las manos.

—No, seguramente solo quiere llevarla a Disney y pasar tiempo familiar —dije rodando los ojos.

—Muy gracioso. Deberíamos decirles a los demás. Tenemos que encontrarlos.

—Lo sé. Lo primero que haremos luego de salir de aquí será decirle a Scott.

 Y eso hicimos.

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Buenooooo. Hasta aquí el capítulo de hoy, espero que lo hayan disfrutado :D :D

Recuerden que la próxima actualización es este domingo, así que estén atentos!!

El video, no es mío, créditos a quien lo hizo.

Saludos,

-Blue


Soulmates || StydiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora