Capítulo 16

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*Narra Stiles*

Supe que era una mala pregunta en cuanto vi la cara de Lydia.

Hasta ese momento, todo había sido como en mis más delirantes sueños. Pero es que al verla allí tan desconsolada, simplemente ya no pude soportarlo y le confesé todo lo que sentía. Cuanto más hablaba, más tranquilo me sentía y menos pensaba en las posibles respuestas desastrosas que Lydia pudiera darme.

Cuando terminé, medio sin aire y con una bola de nervios en el estómago, casi me desmayo. La contestación de Lydia me había dejado completamente en shock. Me había dicho que me amaba. A mí. Stiles Stilinski. El chico que había estado enamorado de ella tanto tiempo. La pura felicidad y dicha me abrumaba. Era demasiada.

Lo siguiente que me dijo es que nos encargaríamos de nuestra relación cuando estuviéramos de vuelta en Beacon Hills. No me importó, sentía un alivio inmenso después de sacarme ese peso de encima y con la sola cercanía de Lydia me encontraba en una paz absoluta.

Pero luego recordé que no me había dicho por qué  estaba allí, así que la curiosidad pudo más y le pregunté.

—¿Recuerdas anoche, cuando te dije que tenía pesadillas pero que no podía contártelas? —me respondió con otra pregunta y yo asentí— Te lo diré.

Los siguientes diez minutos se los pasó contando como una voz misteriosa la acosaba en sus sueños y la forzaba a elegir si revivir a Allison y matarme, o dejar todo como estaba. En ese momento entendí por qué no me lo había dicho hasta entonces. Era imposible para mí ayudarla con una visión imparcial, era mi vida la que estaba en juego.

Pero se la veía tan cansada y angustiada que ya no me importaba morir para darle algo de tranquilidad y que esos sueños horribles desaparecieran.

—Lydia, no puedo decirte que hacer, pero si puedo darte un consejo. Haz no solo lo que creas que es lo mejor para los demás, sino lo que te haría más feliz a ti. Y si eso es traer de vuelta a tu mejor amiga, lo entenderé. Has pasado por mucho y necesitas a alguien a tu lado. Solo te quiero asegurar, que yo también podría ser ese alguien.

Ella dejó que le secara las lágrimas que se le habían escapado mientras me contaba todo y luego suspiró.

—Estoy agotada. Solo quisiera poder dormir unas horas tranquila. No estoy lista para decidir qué hacer.

—Entonces no lo hagas —le dije tirando de sus manos para que se sentara a mi lado—. Duerme. Y yo no dejaré que nadie te moleste.

—Stiles... —comenzó ella pero yo le chisté y la acomodé para que usara mi pecho de almohada.

Le acaricié el cabello hasta que note que su respiración se volvía más regular, y luego, yo también me dormí.

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A eso de las diez de la mañana me desperté sobresaltado. Los otros no sabían dónde estábamos y probablemente nos estarían buscando. Aunque odiaba tener que hacerlo, desperté a Lydia y nos pusimos de camino al auto. El sol brillaba en un cielo sin nubes, pero de todas maneras hacía un frío de los mil demonios y Lydia seguía usando mi buzo.

Le pasé un brazo por los hombros y la estreché a mí cuerpo en busca de calor, seguro de que se retiraría, pero no lo hizo. Recién entonces caí en la realidad de lo que había pasado anoche, la parte buena y la parte mala. Antes de que pudiera pensarlo más, llegamos al jeep, donde descubrimos que nuestros amigos seguían durmiendo a pierna suelta.

Solté a Lydia y abrí una de las puertas traseras. Saqué mi teléfono del bolsillo, programé un despertador para dentro de un minuto, arrojé el celular dentro y cerré la puerta. No tardamos mucho en oír desde fuera el espantoso y odiado ringtone y a los chicos haciendo revuelo por encontrar el aparato y apagarlo. Finalmente Derek lo halló debajo de un asiento y lo apagó de un manotazo.

Me reí mirando a Lydia. Ella solo puso los ojos en blanco con una pequeña sonrisa en los labios.

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Los siguientes dos días nos lo pasamos paseando por la ciudad mientras Scott y Derek entrenaban en un gimnasio. Al ver lo mucho que se esforzaban, temí un poco por nosotros y también me alegré de ser el único humano en el grupo, sin ninguna defensa aparte de mi fiel bate de béisbol.

Durante la noche miramos la luna semi-completa, temerosos del momento en que terminara de llenarse y Peter se convirtiera en el Alfa Supremo. Momento que ocurriría la noche siguiente, recordamos.

Entonces también Lydia y yo nos escabullimos a algún lugar de la ciudad donde no nos vieran y Lydia pudiera dormir tranquila. A mi lado, la voz tenebrosa no la molestaba mientras descansaba y eso me provocaba un raro sentimiento de orgullo.

De todos modos, la noche siguiente llegó y con ella la luna llena. Como prometimos, nos juntamos todos en el hospital abandonado y esperamos a que el sol cayera. De día, el lugar no se veía tan terrible, pero en la oscuridad la atmósfera se tornaba fría y sombría. Los murmullos de los árboles me daban escalofríos y el rechinar de la verja de metal me ponía los vellos de punta.

Por no mencionar el edificio, de un color grisáceo viejo, que ocupaba toda la manzana. La vegetación alrededor estaba totalmente descuidada y el cartel que informaba el nombre del hospital estaba caído a un costado. La imagen completa era aterradora.

Oí a Scott aspirar entre dientes y luego decirnos a nosotros, y en parte a Malia y Peter allí dentro:

 —¿Listos? 

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Y aquí les dejo el cap! Les aviso que ya estamos entrando en la recta final de esta historia y que los últimos capítulos son bastante intensos :S

Y necesito que me ayuden a encontrar el video perfecto para el epílogo. Simplemente pongan su video favorito de Stydia que no haya usado ya y estarán colaborando!

Gracias de antemano y nos vemos la próxima!

-Blue


Soulmates || StydiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora