Capítulo 17.

861 101 223
                                    

—¡Mike! ¡Mike!— lo llama Will del otro lado de la puerta y los ojos de Wheeler brillan de emoción y esperanza.

—Will...— se levanta. Beverly lo sigue hasta la puerta—. ¡Will! ¡Aquí estamos!

—¡Bev!— esa es la voz de Iker. El corazón de la pelirroja se acelera.

—Apartense de la puerta— advierte Eleven. Ellos se apartan justo a tiempo para ver como la puerta vuela por los aires. Lo primero que ven es a Eleven, que se limpia la sangre de la nariz y les sonríe orgullosa.

Ambos grupos abrazan a sus respectivos amigos con efusividad.
Mike los abraza a todos y luego ellos se aparta para dar espacio a Will, quién se lanza a abrazarlo sollozando.

—Viniste por mí— le dice.

Se separan y Mike le limpia las lágrimas con dulzura.

—Quería salvarte, pero no salió tan bien como esperaba— sonríe de medio lado Wheeler, avergonzado.

Will sonríe y le da un pequeño beso en la comisura de los labios que Mike se encarga de profundizar. Luego vuelven a abrazarse con fuerza.

—Espero que ésto de desaparecer no se te haga costumbre— bromeó.

Will sacudió la cabeza, sonriéndole.

Por otra parte, Beverly avanzó lentamente hacia Iker, quedando frente a él y mirándolo con una expresión aparentemente indescifrable.

Iker carraspeó. Sus ojos había vueltos a tornarse de ese hermoso tono azul.

—Beverly yo... Sé que estás molesta y...

—Calla, idiota— interrumpió ella, acortando la distancia entre ellos para besarlo con intensidad. Él la tomó de la cintura, siguiendo el ritmo.

Al separarse, juntaron frentes.

—Soy un demonio, lo sabes ¿no?— le advierte él.

Ella sonríe con suspicacia.

—Medio demonio— le corrige—, y así te quiero.

La calma momentánea del reencuentro la interrumpe la macabra risa de un payaso al tiempo que la puerta tras ellos se cierra de golpe. Todos se apegan unos a otros, retrocediendo lo más que les es posible.

—Está aquí— dice Iker, aferrando a Beverly de forma protectora.

Un payaso cubierto de sangre se asoma desde el fondo del cuarto y los saluda.

—Hora de comer— dice, sonriendo desquiciado—. Hora de flotar.

Las luces se apagan y los gritos empiezan.

....

Eleven, inconsciente, es sostenida por Max y Lucas. Pennywise la arrojó contra la pared antes de que pudiera usar sus habilidades para atacarlo.

Todos están esparcidos por el sótano, escondidos entre los estantes y archiveros.

Eddie intenta, junto a Richie, llegar hasta Eleven.

Entonces, apesar de las negativas de Stanley, Bill sale de su escondite para hacer de distractor.

—¡No te t-t-tengo miedo!— le grita, parado justo frente a él.

—Lo tendrás— ríe Eso, y de detrás de él sale Georgie sin un brazo, arrastrándose peligrosamente hacia el tartaja.

De vuelta a casa | Reddie.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora