2.- ADÁN

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Su corazón dolía, el sentimiento de desolación lo inundaba lentamente mientras observaba a Frederick, su hijo adoptivo.

Se había enterado.

Realmente no fue un secreto, sabía que las cosas con su esposo no estaban bien desde hace días, el trabajo los consumía a cada uno por su parte y el poco tiempo que les quedaba lo dedicaban a su pequeño.
Raúl sabía que las cosas se apagaban, sabía que la emoción se iba, sabía que los sentimientos desaparecían.
Lo que no sabía era con que facilidad su esposo se acostaría con una mujer, para empezar no sabía que si quiera le atraían, siempre le había dicho que no le iban las tías.
Sentado en el sofá pensó como hubiera sido su vida en este momento si Adán nunca hubiera aparecido en su vida.
Llegó como una chispa de energía en su monotonía, le mostró un mundo diferente, lo cautivó de buenas a primeras, se enamoró lentamente de esa sonrisa chueca y los cientos se trajes que usaba.
El bibliotecario fue una brisa de viento en su sofocante calor.
Tal vez si hubiera elegido a Borja ó a Jaime este sentimiento no lo estaría ahogando, tal vez ellos no lo hubieran engañado.
Podría estar ahora mismo con Frederick de igual manera pero al lado de un hombre que lo amara, sabía que sus otros prospectos lo hubieran echo muy feliz, se dejó cautivar por una mirada cubierta por lentes rectangulares y cayó por una risa profunda e inesperada.

Tal vez era él, podía que algo estuviera mal en su persona.

¿No era suficientemente lindo?
¿Listo?
¿Amable?
¿Gracioso?
¿No valía la pena?

Una lágrima corrió por rostro hasta su barbilla, seguida de unas cuantas más, procedió a limpiarlas rápidamente, no quería que su niño viera eso.
Tomo un sorbo de té, intento controlar su respiración, sólo quería llorar toda la noche y no dejar de gimotear, quería preguntar una y mil veces a pesar de no tener respuesta. ¿Por qué?

Escuchó la puerta de casa abrirse, Fred corrió hacía su otro padre que llegaba del turno, salto a sus brazos.

Raúl se puso de pie y se dirigió al baño, cerró la puerta con seguro.
Empezó a soltar gritos silenciosos, le salía apenas un suspiro de sus labios, dejo fluir la tristeza expresada en cientos de rápidas lágrimas, prendió la ducha y dejo el agua correr para que fuera más difícil de escuchar.
Pequeños lamentos seguía expresando, cuando escuchó golpes en la puerta.

"Raúl ¿Qué demonios haces? Llevas un buen rato encerrado" La voz de su pareja se escuchaba cansada.

Adán no sabía que él era consciente de sus últimas acciones.
Aclaró su garganta y quiso intentar soltar algo coherente.

"No te escucho cielo, cuando salgas de ducharte cenas, me voy adelantar con Frederick" unos pasos se alejaron, Raúl se mantuvo quien sabe cuantos minutos en posición fetal, cubriendo su rostro, tratando de sacar todo lo que le pesaba.

Cuando salió pudo observar a su amado niño siendo abrazado por el que solía ser el hombre de su vida.
No era tonto, sabía que si esto lo llevaba a lo legal, intentarían arrebatarle a su hijo.
Adán se sorprendió al ver el rostro del contrario, Raúl lucía destrozado.
Con un gesto de manos le indicó que lo siguiera al patio trasero de la casa.

"Cielo, Raúl amor ¿Estás bien?" Su voz sonaba genuinamente preocupada.

"Lo sé" logró soltar esas dos palabras, para su corazón y fuerza era ya demasiado.

"¿Qué dices? ¿Sabes qué amor?" Adán se colocó frente a él, lo tomó por los hombros.

"Lo... sé... Adán" Los ojos del contrario se abrieron en sorpresa, Raúl le había dejado de llamar por su nombre el día que se casaron, desde entonces sólo le decía apodos cursis.

"Raúl no sé de qué hablas... ¿Por qué me llamas por mi nombre? Ya no me dices así" el bibliotecario se estaba preocupando de verdad.

"Es que, se acabó Adán, lo sé" la mirada de Raúl estaba perdida, honestamente podía que estuviera aún en shook, su esposo después de 5 años de lo que él creía era un feliz matrimonio se acostó con una de sus amigas.

"Háblame claro Raúl, háblame, no sé que pasa, ponme en situación" se estaba empezando a cabrear ¿Qué demonios sabía? Por culpa del tonteito se estaba congelando el trasero.
Raúl escuchó el cambio en su tono de voz.

"Que lo sé imbécil, sal de mi maldita casa, tienes 10 minutos" Raúl limpio rudamente una lágrima traicionera que quiso salir de su ojos. "Si quieres seguir viendo al niño tienes que cooperar, así que sal de casa Adán, vete con tu amante, realmente no importa ya"
Vio como los ojos que un día le dedicaron horas y horas de miradas se abrían grandemente y luego se cerraban de golpe, llenándose de lágrimas.
Vio al hombre que amo por varios años romperse, con tanta facilidad que parecía realmente arrepentido.
Vio como se arrodillaba con las manos jalando su cabello, frustrado, era la primera vez que lo veía así.
Escuchó sus súplicas, sus excusas, sus lamentos.
Escuchó mil promesas, escucho palabras que trataban de colarse en su corazón, adornadas de falsos sentimientos.
Escuchó su propio corazón romperse cuando se dio cuenta de todo lo que estaba perdiendo, cuando recordó todas las tardes abrazados, todas las risas compartidas, todo el amor profesado, se acabó.

Con los llantos de su próximo ex esposo entró a casa, arropó a su niño.
Frederick no merecía eso, no le iba a dar un hogar con un amor roto, no le iba a enseñar inconcientemente que perdonar una infidelidad era algo en lo que él creía.
No sería como su madre, que perdonó varias vecea al mismo hombre, que intento fingir un amor que no existía, que se sintió miserable cada noche en secreto.
Sabía que él podía estar bien sin Adán, volvería al pueblo en el que pasó su juventud, probablemente sus amigos seguían ahí, estaba seguro de que Rubén y Samuel junto con su pequeña hija Samantha estaban en ese lugar, le bastaba estar con sus amigos para ponerse de pie de nuevo.

Salió y vio a su esposo empacar el último de sus trajes, intento hablar con él de nuevo, le dejo en claro su decisión, le repitió que cooperara, lo acompaño a la sala para que se fuera.
Tenía aunque sea suerte en el aspecto de que Adán siempre cedía a lo que le pidiera, era su escapatoria.
Su marido salió de casa con dos maletas llenas y estaba seguro, el corazón vacío.
Sabía que se arrepentía pero siempre le dejo en claro lo que opinaba de engañar a alguien y siempre le dijo que si lo hacía con él se acababa, estaría muerto para él.
Suspiró, encendió la televisión y se soltó a llorar por segunda vez.

[...]

Llevaba a su hijo en la espalda, la antigua propiedad de soltero que tenía seguía estando en donde debía, nunca la logró vender porque a las personas del pueblo no les parecía bonita para vivir.
Su hijo se emocionó cuando vio la casa, comentó que parecía una casa secreta para agentes especiales.

Bajo al pequeño y le tomo la mano, arrastró la maleta que llevaba en la otra, entró a sus viejos terrenos y por un momento tuvo miedo, ¿Y si había tomado la peor decisión?
Unos gritos lo sacaron de sus preocupaciones, miro a su izquierda, su pareja favorita se dirigía a él con una pequeña niña, al lado de estos tres chicos que reconoció al instante.

Sus amigos se veían alegres, sonrió en su dirección, la primera sonrisa desde hace dos semanas.

Vio al castaño correr rápidamente en su dirección, seguido por el chico pelinegro y el de cabellos claros, alcanzó escuchar un reclamo por parte de estos, soltó una pequeña risa.

Sin darse cuenta lágrimas comenzaron a caer por su rostro cuando Luzu lo envolvió cálidamente en un fuerte abrazo.
David y Jaime se presentaban y hablaban con su pequeño mientras su antiguo vecino le susurraba:

"Bienvenido a casa Auronsito"

Todo iba a estar bien

The Evil Baby                                             ˗ˏˋAuronBowlˎˊ˗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora