Capítulo 2

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—Vos estás loco negro... prefiero dormir en la calle antes de arriesgarme e ir a la casa de un desconocido. Mejor andate.

—Un desconocido... ¿En serio no tenes ni idea quien soy?

—No... ¿Por qué sabría quien sos?

—Me llamo Mateo Palacios, pero todos me conocen como Trueno... mucho gusto.—digo esperando que se dé cuenta.

Si vive en mi barrio tiene que saber quien soy... no hay forma que no.

Abre los ojos como platos muy sorprendida.

Parece que si me conoce.

—¿Vos? ¿Vos sos Trueno? Perdón es que no tengo los anteojos y la verdad es que no veo nada.

—Bueno... eso tiene más sentido...

—¿Qué? ¿Te parecía raro que no te conozca? ¿Tanto ego tenes?

—Sí, mucho.—digo en joda y ella se ríe un poco.—Bueeeno, la chica mala también sonríe.—digo y ella rueda los ojos.—¿Y vos? ¿Cómo te llamas?

—Eh... Agustina.

—Bueno Agus... entonces ¿Vas a venir a mi casa? ¿O vamos a dormir en la plaza?... ese banco parece cómodo.

—Mira wacho... que seas famosito no quiere decir que confíe en vos ¿Sabes? Así que andate porque ni yo voy a dormir en tu casa, ni vos vas a dormir acá.

—Bueno... si no queres dormir podemos hablar toda la noche, no tengo ningún problema.

—¡Uy que pesado que sos!—dice y veo que se frota los brazos.

—Bueno...—suspiro.—Estás re cagada de frío. Por favor te pido, vamos a mi casa... te pegas un baño con agua caliente, comes algo y dormís en mi cama. —digo y ella levanta las cejas.—Y yo me voy al sillón.

Ella mira a su alrededor y veo que la plaza de noche la asusta... suspira y después me mira a mi.

—Bueno está bien... vamos.—dice y yo sonrío.—Pero yo duermo en el sillón.

—Como quieras.—digo levantando las manos.

(...)

—Bueno... este es mi cuarto... el baño está ahí y te voy a dejar ropa seca en la cama... cuando estés lista anda al living así comes algo... me voy a ver que hay para que cocine.—digo y ella me mira levantando las cejas sorprendida.

—¿Vas a cocinar algo para mi?

—Y para mi también, siempre me da hambre a esta hora...—digo sonriéndole y ella suelta una risa tímida.—Te espero ahí.—ella asiente y yo salgo de la habitación para que se bañe tranquila.

Me voy hasta la cocina y saco una pizza frizada y la meto en el horno.

No sentí pena por ella... pero si sentía que tenía que ayudarla.

Después de 10 minutos, la pizza está lista y la saco para cortar las porciones...

En ese momento la veo entrar a la cocina con mi ropa puesta y el pelo mojado.

Ahora que está limpia puedo ver lo bonita que es...

Tengo que admitir que me sorprendí al verla.

Y parece que ella se dio cuenta.

—¿Qué tengo?—pregunta tímida.

—Nada... me sorprende ver tu cara sin tierra.—digo y ella se ríe.—Te queda bien mi remera y mi bóxer.

—Mira... si no me hubiesen robado el bolso que tenía ni me habría puesto tu ropa...—dice y yo levanto una ceja.

—¿Por eso estabas tan cagada de miedo cuando me acerqué a vos?

—Y sí. Aparte, que se te acerque un turrito a las 3 de la mañana en una plaza no es para menos...—dice y yo me río.

—Perdón si te asusté. No quise hacerlo.

—No... no te preocupes, igual... me parece que el que más se asustó fuiste vos...—dice y me causa gracia porque tiene razón.

—No voy a negar ni afirmar nada.—contesto y ella se ríe.

Tiene linda sonrisa.

—Bueno... vamos al living así comemos ahí... más cómodo.—digo y ella asiente. Yo agarro la pizza.—Escucha Agus...—digo y me mira.—Saca una Coca de la heladera y llévala porfa...

—Ah, dale.—contesta y hace lo que le pido.

Nos dirigimos al living y nos sentamos en los sillones.

—No tengas vergüenza, ya sé que estás cagada de hambre, así que come todo lo que quieras. Hay más pizza en el frizzer.—digo y ella se muerde los labios y agarra una porción.

Se la mete en la boca y veo el placer en su rostro al saborearla.

Se mete una porción tras otra sin emitir ni una palabra.

Pobre, estaba muerta de hambre.

Agarra la ultima porción y me mira.

—¿Qué?—pregunta antes de morderla. Me da gracia la imagen y me río.

—¿En serio ibas a quedarte en esa plaza sin comer? Mírate... estabas muerta de hambre.—digo y empieza a comer la porción.

—Mañana tengo trabajo te dije... así voy a poder comer.

—¿Trabajo de qué?

—Eso no te incumbe...—dice y yo levanto una ceja.

—Bueno... como quieras. Como te cuesta recibir ayuda ¿eh?

—Y sí, odio estar dependiendo de alguien más.

—Sí, obvio... pero a veces es necesario.—digo y se come el último bocado de la última porción.—¿Queres más?

—No, no... —dice y me mira, después sonríe.—Muchas gracias. En serio...

—No te preocupes... ahora... anda a mi cuarto, ya sabes donde es... yo me quedo a dormir acá.

—No... ni en pedo, en serio. Anda vos a tu cuarto... no voy a aceptar eso.

Yo resoplo y me pongo de pie.

—Que orgullosa sos...—contesto.—Pero bueno, te entiendo. Saca lo que quieras de la heladera... nos vemos.

—Nos vemos...—contesta ella y empiezo a caminar hacia mi cuarto.

—Eh... Trueno...—dice, me freno y me doy la vuelta.—Muchas gracias. En serio.

Yo le sonrío como respuesta y después vuelvo a caminar hacia mi cuarto.

[...]

Se vienen cosas chidas🥵

Amo hablar como mexicana, me sale bien? Ahre

rain » truenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora