Capítulo 31

4.6K 332 201
                                    

Me quedo callada mirándolo fijo.

—¿Y vos quien sos?

—Eso no importa... olvídate. ¿Me vas a vender porro o no?

Le vendo 3g sin decir ni una palabra.

—¿Cómo sabes que soy la novia de trueno?

—Porque hay un millón de fotos en instagram y twitter... y además lo conozco a él. Nos vemos nenita... cuídate.—dice y se aleja de mi.

Marco el número de Mateo y me meto en el baño de la cervecería para hablar con más privacidad.

Amor... ¿Todo bien?

—Mateo... está todo mal...—digo tratando de no llorar.

—¿Qué pasó? ¿Donde estás Agustina? Ya te voy a buscar...

—No... no te preocupes... yo lo voy a arreglar...

—Agustina ¿Donde mierda estás?

—Después te llamo. Quédate tranquilo.

Cortó el teléfono y seguido de eso lo apago.

Salgo del baño y pago las cervezas que me tome.

Me fijo la hora en mi Rolex.

21:17.

Salgo de la cervecería y me pido un taxi para dirigirme al centro de Palermo, donde vive Raúl.

Estoy más nerviosa que nunca.

Tengo muchísimo miedo.

Llego a su casa después de un rato que se me hizo eterno, pago el taxi y me bajo.

Toco el timbre de la casa inmensa que tiene.

El portón hace un ruido y yo lo empujo así se abre.

Camino por el garage hasta llegar a la puerta de la casa.

Raúl abre la puerta y me mira con una sonrisa.

Lleva puesta una bata y se encuentra fumando un habano.

—Llegaste temprano bebita...

—Solamente vine a decirte que no voy a trabajar más para vos. Y no me importa cuánto me amenaces.

Él se ríe.

—¿Por qué no pasas y lo charlamos más tranquilos?

Yo aprieto los labios enojada y suspiro.

Él se hace a un lado e ingreso a la casa.

Nunca antes había entrado...

Si la vi por fuera porque a veces me hacía venir a buscar la droga hasta acá.

Es inmensa y muy lujosa.

Puedo ver que tiene una pileta en medio del living.

Innecesaria pero hermosa.

Nunca había visto una casa tan lujosa en mi vida.

Él camina por un pasillo y yo lo sigo.

Veo todos los cuadros que tiene colgados en la casa. En muchos de ellos se repiten las caritas de dos niños, una nena y un nene. Ambos rubiesitos con los mismos ojos azules que tiene Raúl.

—¿Tenes hijos?—pregunto.

—Sí, ¿Nunca te hable de ellos? Qué raro.—abre una puerta y se queda parado ahí esperando a que yo ingrese primero.

Es una oficina con una computadora y un escritorio.

—¿Y tenes esposa?

—Tenía.

rain » truenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora