Capítulo 3

11.1K 638 623
                                    

Abro los ojos de a poquito y me estiro en mi cama para despabilarme.

Miro por la ventana para ver si sigue lloviendo.

No hay gotas pero esta nublado y parece que hace mucho frío.

En ese momento me acuerdo que hay una chica durmiendo en mi sillón y me levanto rápido de la cama.

Me dirijo hasta el living pero me doy cuenta que no está ahí.

Capaz está en el baño.

Me acerco y me siento en el sillón para esperarla, cuando me doy cuenta que hay un papel encima de la mesita.

Agarro el papel y veo que es una nota.

"Muchas gracias por lo que hiciste por mi Mateo, pero no podía quedarme más... tengo que seguir mi camino. La vida te va a devolver todo lo que das.
Te mando un abrazo fuerte. Agustina."

Esta chica está loca... si no tiene a donde ir...

Me dijo que iba a trabajar, pero no me dijo dónde.

Ni tampoco me dio información de donde encontrarla...

Solamente sé que se llama Agustina y que tiene 18 años...

¿Cómo mierda voy a hacer para encontrarla?

¿Buscar en instagram entre las millones de Agustinas que hay en Argentina?

La puerta de casa se abre y veo que es mi papá con comida, parece que fue a comprar para que almorcemos.

—Papá...—digo y me pongo de pie con el papel en la mano.

—Hijo... te despertaste por fin... Te quedaste hasta muy tarde anoche ¿No? Te escuche dar vueltas por la casa.

—Eh... si... ¿No viste a una chica cuando te levantaste?—pregunto y él se ríe.

—¿Una chica? ¿Trajiste a una chica a casa?—pregunta sonriendo.

—Sí, pero no para lo que estás pensando...—digo y me froto la cabeza frustrado.—Es una chica que me encontré en la calle.

—¿Metiste a la casa a una chica de la calle?

—No es una chica de la calle... la echaron de su casa y la encontré en la calle. ¿Y si lo fuera qué?

—Nada boludo... pero puede ser peligroso, que se yo.

—Bueno igual ya se fue así que no te hagas problema.

—¿Y por qué tenes esa cara?

—No sé... tengo miedo que le pase algo y después sentirme culpable, porque pude haber hecho algo al respeto...

—Hiciste suficiente ya... olvídate.—dice y se dirige a la cocina.

Si claro.

(...)

—¡Cambia esa cara ñery!—exclama Camilo.—No me digas que estás pensando en Lolita...

—No, no estaba pensando en ella, pero gracias por hacerme acordar.

—¿Y entonces? ¿Qué te pasa?

—¿Te acordas que te conté que la otra vez me encontré una piba en una plaza?

—Ah sí... la loca esa que te apunto con una navaja.—dice riéndose.—¿Qué pasa con ella?

—No sé... estaba pensando en cómo estará... ¿Habrá vuelto a su casa?

—¿Por qué te preocupas tanto por una desconocida? Ya pasaron dos meses... seguro ya volvió a su casa.

—No sé... parecía muy segura con que no la iban a recibir de nuevo.

rain » truenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora