Familia ▪capítulo siete▪

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Wei Ying revisó su celular que no paraba de vibrar en el bolsillo de su pantalón. Con la vista nublada por el alcohol, no pudo distinguir si se trataba de algún tipo de notificación o mensaje, así que lo apagó sin indagar.

A su alrededor sus compañeros de instituto charlaban alegremente, recordando anécdotas que habían compartido juntos. La mayoría de ellos eran casados, y solo unos pocos como Wei Ying, continuaban solteros.

-Wei Ying, ya que ahora eres abogado, ¿por qué no te casas con mi hermana menor?-Preguntó un compañero, colgándose de su brazo.

Wei Ying, riendo, negó cortésmente, dando suaves palmadas sobre las manos del hombre casado.

-¿Tú crees que Wei Ying se casará con tu hermana? Él tiene un estándar alto de belleza. En el instituto, ¿se te olvidó que era novio de la chica más popular? Además es abogado y su familia tiene mucho dinero.-Exclamó otro compañero, ampliamente sus brazos para dar énfasis al "mucho".

En un instante el grupo coincidió y gran parte sacó sus celulares para mostrar a Wei Ying fotografías de sus hermanas, primas o algunas amigas, alentándolo a conocerlas.

Wei Ying, algo incómodo, sonrió, tratando de desviar la atención. No se atrevía a admitir que en realidad su vida no era tan perfecta como todos ellos creían.-Aún no estoy listo para casarme. ¿Qué les parece si cuando esté listo, les informo? Concretaré una cita con cada una de ellas.

Sus compañeros aceptaron alabando su caballerosidad. Para celebrar, todos bebieron tres rondas más de alcohol.

Cerca de la media noche cuando gran parte del grupo comenzaba a dispersarse, Wei Ying decidió que era hora de irse. Aunque el día siguiente era domingo, había planeado una serie de actividades con A-Yuan y Jin Ling y no quería quedarse dormido. Después de todo, había prometido llevar a los pequeños a un parque de diversiones.

Se despidió de todos y sólo después de ofrecerse a pagar lo consumido y dejar otro tanto pagado, lo dejaron ir. Antes de irse, cada uno de sus compañeros se aseguró de meter dentro de sus bolsillos del pantalón distintas servilletas con diversos números. Aunque Wei Ying sabía que nunca llamaría, prometió hacerlo.

Al salir del restaurante, Wei Ying se fijó en ambos lados de la calle tratando de ver si un taxi venía. Había sido consiente de que en ese tipo de reuniones nadie salía sin beber al menos un vaso de alcohol, así que llegó en un taxi y no por su propia cuenta.

Una lluvia ligera caía esa noche en la ciudad. Aunque no empapaba, resultaba incómoda, así que Wei Ying se pegó a la entrada del restaurante. Cansado de esperar, decidió buscar algún número de las compañías que ofrecieran el servicio de transporte, pero antes de siquiera sacar su celular, un flamante carro se detuvo frente a él, opacando los pocos carros que allí había estacionados.

Aún en su embriaguez, Wei Ying sabía de quién se trataba. La puerta del conductor fue abierta y una figura alta bajó con elegancia. Casi al mismo tiempo, sus compañeros salían también del restaurante y al ver que Wei Ying seguía ahí, lo envolvieron en abrazos masculinos. Lan Wangji, que no se había movido, miró la escena.

-Wei Ying, ¡promete que llamarás a mi hermana! Incluso ella se enamoró de ti cuando estudiábamos juntos.-Mencionó uno.

-¡No! Llama a mi hermana. Ella es maestra y es muy bonita.-Dijo otro.

-¿Tú hermana? ¿No hablarás de tu hermano que se hizo chica, cierto?-Cuestionó el primero.

Wei Ying, quien no sabía si saludar a Lan Wangji o parar la discusión de sus compañeros, quedó en medio del conflicto. Asustado de que aquello empeorará, se interpuso entre los hombres.

El niñero del jefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora