Espérame ▪capítulo quince▪

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Dos meses después.

Wei Ying tomó un plumón de un rojo brillante. Destapó el marcador, aspiró el aroma y marcó con una cruz el último día del mes. Cuando terminó la segunda línea de la cruz arrancó la hoja del calendario y estudió la fecha, percatándose de lo lento que pasaba el tiempo y el poco efecto que tenía en él. No podía seguir adelante y fingir que todo iba bien, no como Lan Wangji, pero cada día lo intentaba.

Arrugando la pequeña hoja entre los dedos, Wei Ying la guardó en el bolsillo de su pantalón y se movió hacia su silla.

Como días pasados, su escritorio era un mar de papeles sin ordenador. Hojas sueltas, hojas en montón, carpetas, un conjunto de evidencias que Wei Ying había recolectado a lo largo de las semanas con ayuda de Wen Qing y Jiang Cheng.

En medio de una tenue luz, Wei Ying golpeó su frente contra las hojas. Su cabeza dolía, no podía pensar claramente y el fiscal a cargo se comunicaba constantemente con él para pedirle que desistiera, alegando excusas sin sentido, pero no sólo el fiscal, los hermanos de la víctima y principales sospechosos bajo la línea de investigación que seguía Wei Ying, también. En días pasados uno de ellos se había presentado en su despacho. Había dicho poco, pero ese poco había bastado para poner nerviosa a Wen Qing y al propio Wei Ying.

Distraído por la luz parpadeante de su celular, Wei Ying se fijó en la pantalla azul. Sostuvo el aparato con una mano y desbloqueó la pantalla, revisando el registro de llamadas.

Al percatarse de las diez llamadas perdidas de Yanli, se apresuró a regresar la llamada a su hermana. Un timbre y la línea fue descolgada.

—Wei Ying, ¿por qué no estás en casa?¡Es media noche!

Wei Ying sonrió, comprobando la hora en su reloj de mano.—Lo siento, he tenido mucho trabajo.—Se excusó.

—Wangji acaba de irse.—Anunció su hermana.—Mencionó que A-Yuan quería verte, pero, ¿sabes qué? ¡A-Yuan no venía con él!!

Wei Ying mordisqueó su labio inferior, suprimiendo la esperanza.—¿Dijo algo más?—Preguntó.

Yanli hizo una pausa del otro lado de la línea.—Cuando conocí a Lan Wangji, me sorprendió un poco su arrogancia.—Admitió, riéndose.—Pero ahora que lo conozco bien, no podría estar más feliz de que lo quieras.

—Yanli... —Respondió Wei Ying, reprimiendo el vacío de su corazón.

Yanli suspiró, percatándose de la incomodidad de su hermano.—Casi lo olvido.—Soltó, endulzado su voz.—Cuando regresaba de la cocina, casualmente escuché a Wangji contarle a Zixuan que no se iba a casar, que todo había sido una estrategia comercial.—Dijo Yanli con tono casual, casi indiferente, pero Wei Ying la conocía demasiado bien.

—¿Estrategia comercial?—Preguntó Wei Ying. Su corazón latía sin moderación, acelerando su respiración.

—Sí, ya sabes, lo típico entre los ricos. Incluso la supuesta prometida estaba de acuerdo.—Agregó Yanli, manteniendo su tono.

Wei Ying se levantó de su silla.—¿Sabes a dónde fue?

—A tu casa, cariño. De donde nunca debiste marcharte.—Contestó Yanli.

Aunque su hermana no podía verlo, Wei Ying asintió.—Yanli, no llegaré a casa.

—Bien, sólo ten cuidado, cariño. ¡Suerte!—Respondió Yanli antes de colgar.

Wei Ying sonrió hasta que sus mejillas comenzaron a doler. Había soplado constantemente sobre la llama de la esperanza, pero no podía hacerlo por más tiempo, necesitaba buscar a Lan Wangji y decirle que lo amaba tantas veces como fuera necesario.

El niñero del jefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora