Anhelo. ▪extra/capítulo ocho▪

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Lan Wangji apartó el húmedo cabello de la frente de Wei Ying y puso encima una compresa fría. Algunas manchas rojizas se esparcian sobre su piel aperlada por el sudor.

En dos ocasiones Lan Wangji había tenido que cambiar las sábanas que se mojaban con el sudor que el cuerpo de Wei Ying transpiraba.

La mañana casi llegaba y aunque Lan Wangji dormitaba algunos minutos, los quejido de Wei Ying lo despertaban. Un médico había revisado a Wei Ying casi después de desmayarse y había pedido a Lan Wangji no se preocupara, que el joven sólo necesitaba un poco de reposo y medicamentos. Aún así, Lan Wangji no se había separado de Wei Ying y en su lugar, lo había llevado a su habitación personal.

Sentado en un costado de la cama, Lan Wangji sostuvo la mano de Wei Ying.

-¿Por qué no aceptas casarte conmigo?-Murmuró Lan Wangji.

Wei Ying se removió, tratando de apartar las sábanas.-Calor... Hace calor.-Se quejó, dando una patada a las cobijas blancas.

-Necesitas sudar tu resfriado.-Dijo Lan Wangji, impidiendo que siguiera quitándose las sábanas.

Wei Ying se quedó quieto algunos minutos, así que Lan Wangji aprovechó para volver a cubrirlo.

-Wangji... tengo calor.

Lan Wangji tragó saliva al escuchar su nombre. En un instante Wei Ying había apartado las sábanas. La camisa con la que lo había vestido resbalaba, dejado al descubierto sus clavículas y algo de hombros. Recostado sobre las almohadas y con su piel húmeda, Wei Ying se había convertido en una escena erótica.

-Wei Ying... -Susurró Lan Wangji, recordándose que Wei Ying estaba enfermo, que lo que hacía no era consciente.

-Wangji, quítame la ropa. Tengo calor.-Se quejó, desabotonando su camisa con torpeza. Lan Wangji, quien sólo miraba, quiso detenerlo, pero justo cuando acabó de desabrochar su camisa.

-Es la fiebre, deja de quitarte la ropa.-Lo reprendió Lan Wangji.

Wei Ying, con la mirada cristalina estiró sus adoloridos brazos hacia Lan Wangji, atrayéndolo del cuello para ponerlo a su altura.-¿Por qué eres demasiado atractivo? No lo entiendo, no lo entiendo, no, no.-Repitió molesto.

Lan Wangji pasó saliva. El calor que flotaba entre ellos era sofocante, al punto de cortar su respiración. Quería acortar la distancia y probar una vez más los labios de Wei Ying.

-Necesitas dormir... casi amanece y debo llevar a A-Yuan al colegio.-
-Susurró, pero sin hacer movimiento de apartarse.

Wei Ying resopló enojado. Acercó su boca y con fuerza mordió el primer labio de Lan Wangji que alcanzó, saboreando la sangre.

Lan Wangji se quitó, maldiciendo.-Mierda, Wei Ying, si no quieres besarme, no lo hagas, ¿pero porqué me muerdes?

Riendo, Wei Ying volvió a atacar, pero en esta ocasión se trató de un beso dulce. Sus labios se movían insistentes sobre los de Lan Wangji, queriendo más.

En un punto de los besos, Wei Ying terminó encima de Lan Wangji, quien con sus manos recorría su espalda alta.

-Wei Ying, para.-Se forzó a decir Lan Wangji, sin despegarse de los labios del joven abogado.

-No, tu estás frío.-Se excusó Wei Ying, deslizando sus labios hacia el cuello de Lan Wangji. Dejó algunos besos, después con su lengua delineó la vena principal de su cuello e ignorando las quejas de Lan Wangji, con sus labios absorbió un poco de piel dejando una diminuta marca.

Con su voluntad debilitada, Lan Wangji usó su fuerza para cambiar posiciones, pero la respiración de Wei Ying volvía a ser calmada y sus ojos se habían cerrado.

-Ahora qué hago.-Preguntó Lan Wangji con resignación. Se tiró a un lado de Wei Ying y aunque un problema se alzaba entre sus piernas, atrajo al pelinegro a sus brazos, sirviendo como almohada.

Algunas horas después, sólo Lan Wangji recordaba que había pasado. Y Wei Ying, quien había despertado sin recuerdos en su habitación, al ver las heridas de Lan Wangji se convenció de que este había salido a divertirse con alguien más mientras el yacía enfermo.

¡Tenemos un extra! Aún no defino cuantas capítulos serán de la historia, pero cada que quiera agregar algo, será como un pequeño extra. Gracias por seguir leyendo. MWOLF 🐺

El niñero del jefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora