CAPITULO VI "UNA LLAMA ARDIENDO"

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SOLO UNA HISTORIA DE AMOR

CAPITULO VI “UNA LLAMA ARDIENDO"

“¿Me extrañaron? Ha puesto a que sí. No suelo mezclarme cuando las cosas se ponen demasiado tensas porque cometería el error de influir de manera negativa, o podría ponerme a llorar tanto que me quedaría más seco que un desierto. He estado pensando mucho en el LIBRE ALBEDRIO, ese don y gracia de la que disfrutan tanto las personas, ya sea que creas que fue dada por Dios o la divinidad que más te parezca o que solo la tienes instalada como si fueras un celular lleno de aplicaciones, en cada ser humano funciona de la misma forma. Te da la oportunidad de que se abran dos caminos: uno de SI o uno de NO.
Aceptar la responsabilidad de AMAR a alguien puede llegar a ser mucho trabajo, mucha paciencia y dedicación… es complejo. Todo inicio con una simple mirada, un roce, un aliento en una parte sensible que hace que recorra por tu piel la sensación de estar despierto de nuevo, pero desafortunadamente no solo eso es necesario. Aquí entra la analogía sobre el vaso medio lleno y medio vacío, yo funciono de la misma manera, puedes verme como un problema o una oportunidad para mejorar.
Una de las mejores cosas que le pueden suceder a una persona es que aparte de que me sienta latir en su corazón por alguien, también sienta todo ese deseo carnal que es una extensión de mí y es mucho mejor si es correspondido, no siempre sucede, pero cuando lo hace una red invisible de conexiones se unen entre uno y otro explotando y generando un remolino de emociones, sentimientos y necesidades que solo el ser amado puede satisfacer.
Adoro esos momentos, el inicio siempre es muy hermoso; ambos ya han probado el sabor que deja una separación, aunque no hayan reafirmado nada con palabras, desahogaron sus emociones de la manera en que sabían, ella bailando y sonriendo, él haciendo ejercicio y saliendo de noche, no está bien ni está mal porque solo es un desahogo y todos lo necesitamos. Mientras se controle y se busque una solución puede funcionar, pero hay veces donde la solución llega sola.”

… … … …

C.
Ya iban tres veces que ignoraba esas insistentes llamadas. Can no podía creer que Elif no entendiera, o de verdad estaba muy enamorada de él o ya estaba muy obsesionada, que a fin de cuentas el resultado era el mismo. EL NO LA QUERIA. Muchos creían conocerlo, creían saber sus gustos, pero nadie sabía lo que sucedía en este momento en su cabeza, como trataba de tapar con un poco de alcohol su imagen, su sonrisa, su voz que sonaban como campanas o esa mirada que parecía tener toda una constelación dentro… agita la cabeza frustrado. Se había prometido no pensar otra vez en ella, pero seguía cayendo en sus contoneadas curvas una y otra vez.
La atronadora música no estaba funcionando, el alcohol no iba a funcionar y el ver otras mujeres a su lado era lo mismo que ver piedras, podría sonreír, pero no llamaban su atención. Estaba trabajando en sus relaciones personales como ella le había sugerido, desde que se habían alejado se encargaba de sus redes sociales y trataba de ser más abierto con sus fans y las personas en general, en la calle si alguien le pedía una foto trataba de no sentirse invadido y aceptaba. Sin duda las cosas empezaban a cambiar.
Secretamente veía los comentarios de sus fans diciendo como ellos tenían una relación que traspasaba la pantalla ¡ya quisiera el!, había hecho todo lo que le habían aconsejado, pero seguía sin acercarse… un segundo, piensa Can deteniendo el tren de sus pensamientos, ¡SE SUPONIA QUE NO DEBIA PENSAR EN ELLA!, golpea su frente con la palma de su mano, ¿Cómo la iba sacar si estaba tatuada en cada milímetro de su ser?
Le recordaba mucho a su madre. Era cariñosa, alegre, compresiva, dulce, enérgica y la mejor persona que había conocido, no porque fuera su madre si no porque era verdad. Can no se explicaba como su padre no se había dado cuenta de ello, lo amaba como se ama a un padre, siempre lo había apoyado pero solía consentirlo mucho y lo había alentado a probar cosas tan nuevas que a veces se metía donde no debía; como fuera, a pesar de que lo respetaba no quería estar solo como el… quería tener un día a una mujer en su vida, una mujer sonriente y amable, generosa y divertida, de ojos resplandecientes y mejillas suaves, de piel color caramelo y olor a dulce, quería a su mujer de cantarina voz y carácter de guerrera, alguien que le ayudara a mejorar aquello que no podía controlar de sí mismo, que estuviera a su lado con un cuello elegante, cintura pequeña, caderas de ensueño y manos diminutas, quería… ¡ARG! ¡YA ESTABA PENSANDO EN ELLA OTRA VEZ!
No ve más opción que irse de ahí, no tenía remedio. Busca a su amigo Alper con la mirada, pero está demasiado ocupado así que solo se despide del barman y sale.
De regreso en su casa se dispone a ir a dormir, aunque sabe que va a ser muy difícil… con lo que le gustaba dormir.
Suena su celular, pero evita verlo de nuevo, tiene la sospecha de saber quién es. El timbre de la puerta lo detiene de irse a su recamara, con el pensamiento de que es Elif se debate entre abrir la puerta, no tenía ganas de lidiar con ella y mucho menos de madrugada, eso le daría ideas. Abre la puerta y sus ojos no pueden creer lo que ven…
- ¿Demet? – la chica sonríe de manera tímida.
- Hola… - pasa un mechón de su cabello tras su oreja - ¿estas ocupado? ¿puedo pasar?
- Claro… quiero decir, estoy solo – Can tenía la necesidad de reafirmar eso – adelante…
La chica entra tratando de absorber todo a su alrededor. El apartamento de Can era mucho más pequeño que el de ella, bastante ordenado eso sí, pero también muy… frio, prácticamente no había nada que reflejara la personalidad de su dueño; toda la decoración era minimalista en tonos cafés y blancos, pero con excepción de una repisa con fotografías no tenía nada que reflejara a Can.
- ¿Puedo ofrecerte algo de tomar? – pregunta sintiéndose extraño al tenerla ahí. Por un segundo es muy consiente de todo lo que lo rodea.
- No gracias, - responde distraída viendo cada una de sus fotos – ¿este eres tú de bebe?
- Si… - sonríe avergonzado – mi mama insisto en traerlas y bueno… prácticamente ella acomodo toda la repisa.
- Eso es lindo – responde ella girando a su enorme librero. Revisa cada libro, unos son de leyes, otros son de cocina, novelas y psicología. – lees bastante…
- Algo así… - contesta observándola desde atrás del sillón. Como si estuviera en un museo ella se pasea por todo el lugar y él no se mueve, no sabía qué hacía ahí a esa hora, la curiosidad lo estaba matando. ¿Qué cosa tan importante tenía que decirle si llegaba a su casa a esas horas? Can la observa atentamente y algo de lo que usa llama su atención, ¿No era esa su chamarra con estampado militar?
- Veo que no te levante… - le dice ella señalando su ropa.
- Acabo de llegar – contesta distraído analizando lo que trae puesto.
- ¿Dónde estabas? – le pregunta con voz curiosa y un poco reprochadora. El solo sonríe.
- Estaba en el Lucca, no tenía que hacer… - responde.
- ¿No es muy tarde para que estés ahí? – le pregunta retadora cruzándose de brazos.
- ¿No es muy tarde para que estés aquí? – pregunta el. Le estaba divirtiendo un poco esta situación.
- Yo tengo un propósito… - responde ella.
- Yo también tenía uno, pero no funciono… - responde Can dando vuelta al sillón.
- ¿Qué propósito? – pregunta ella frunciendo el ceño. Can sospechaba que estaba celosa.
- Me gustaría más saber qué haces tú aquí, creí que no querías tenerme cerca… - contesta. Los ojos de Demet se abren un poco con sorpresa y desvía la mirada con culpa, era consciente de que había sido injusta con él, pero dar ese pequeño paso le estaba costando.
- Yo… - responde con voz temblorosa. Cuando está a punto de hablar la interrumpe con un dedo en sus suaves labios.
- Si vas a disculparte puedes ahorrártelo. – le ordena con voz seria.
- ¿Cómo sabes que voy a pedirte perdón? – se acerca más como guiado por un imán. Algo en ella lo llamaba para que se acercara y entre más lo hacía, mejor se sentía.
- Conozco cada expresión que haces, solo me hace falta ver tus ojos y ya sé que estás pensando. – responde el acercándose hasta invadir su espacio personal. Entre ambos solo cabía un suspiro. – pero quiero escucharlo, dime que haces aquí…
- Yo… - la atrapa con su mirada. Era demasiado para los dos, como una poderosa fuente de poder que sacude sus sentidos de una manera tan potente que no les queda más que rendirse a ella, solo puede escuchar sus respiraciones que se aceleran, solo pueden oler el aroma del otro que los intoxica de deseo, sus ojos se atraen y de forma tan natural como respirar, como sentir el corazón latir… tomando la decisión se acerca a él y justo ahí unen sus labios sellando el momento…
Empiezan de una manera simple, solo probándose, solo tanteando el terreno de como acepta el otro la cercanía, probando poco a poco la esencia del otro y como todo aquello que es correcto saltan chispas, se sentía muy bien… era el momento.
La toma de la cintura acercándola a su cuerpo, siente como vibra de emoción cuando pasa sus suaves manos detrás de su cuello, ¿o tal vez era él? No importaba… ella ya estaba en sus brazos para que pudiera disfrutar de cada resquicio de su boca; sin soltarla, traza sus rellenos labios ajustándola más cerca de él, ella no se queda atrás y empieza a acariciar los cabellos sueltos hasta que le quita su liga y lo libera. Se separan por un segundo para recuperar la respiración… se observan por un segundo sintiendo las flamas de su pasión consumirlos, necesitaban más.
Vuelven a acercarse elevando la energía del beso, este ya no era de reconocimiento, más bien era de posesión. Vuelve a acercarla profundizando el beso, saboreando las palabras no dichas que le saben a aquello que siempre había esperado, que sabían a pasión, deseo, necesidad y amor. Tras sentir la suavidad de su lengua pasa sus manos por su cintura masajeando, las baja un poco para pasarlas bajo su pequeña blusa y su chamarra. Ella entiende y se la quita con un movimiento rápido, sin soltarla baja su mano a su pierna que se ha subido por la de él.
La carga para llevarla al sofá se sienta con ella sobre sus piernas, pero se separa lentamente, ambos se miran a los ojos y lo más mágico sucede, ella sonríe y el también.
- Estoy enamorada de ti Can… - susurra la chica. Can apoya su frente en la de ella y tras un segundo la más grande las sonrisas estalla en sus labios.
… … … …
D.
- Podría besar estos preciosos labios para siempre… - le susurra dando pequeños besos en sus labios y sosteniéndola de la cintura.
- ¿Para siempre? – pregunta ella riendo emocionada. Aun se sentía mareada por ese mágico beso que le había dado, este era Can Yaman en toda su expresión.
- Si, para siempre. ¿Porque tardaste tanto? – le pregunta acariciando su mejilla.
- Estaba muy confundida, luego tú te alejaste de mí y esta Elif… - la calla con un beso rápido.
- No hay Elif, es más, no vamos a decir su nombre otra vez. – responde apretando otra vez su mejilla. Se estaba convirtiendo en una adicción para él.
- Está bien. Entonces eres oficialmente mi novio. ¿Crees que debería subir una foto abrazando un pájaro para que le quede claro? – le pregunta acomodándose en sus piernas. Can suelta una carcajada gutural.
- Tal vez solo debamos anunciarlo y ya… - susurra cerca de sus labios.
- No podemos Can. -  le corta ella con una cara seria.
- ¿Por qué no? – pregunta el dándole un poco de espacio. La chica suspira, acababa de aceptar sus sentimientos por el pero ya sentía venir también su primera pelea.
- Antes de que digas que no quiero que me escuches, - le explica en el tono más calmado que puede - si anunciamos nuestra relación públicamente la gente no dejara de observarnos y criticarnos, habrá muchos chismes y mala publicidad que va a afectar nuestro trabajo. No debemos ser egoístas Can, el trabajo de muchas personas depende de nosotros y no debemos arruinarlo. También deberíamos decirle a nuestra familia primero, ¿no crees? Mi hermano hará preguntas y tus padres también… quiero que al menos un tiempo seamos solo tú y yo. Sabes lo dura que puede ser la mala prensa, ¿verdad? Sobre todo, con las mujeres… - él se queda callado un momento solo observándola. Demet esperaba que la comprendiera, acababa de terminar una relación y la prensa se la comería viva si ya tenía otra en tan pocos meses, esperaba que Can estuviera de acuerdo porque estos sentimientos que tenía por el eran tan potentes que le dolía el solo pensar estar separados.
- Está bien, - contesta el para sorpresa de ella, - pero tengo una condición…
- ¿Cuál es? – pregunta. El abogado que tenia dentro siempre la condicionaba a hacer cosas muy divertidas o a negociarlo todo, era muy interesante cómo funcionaba su mente.
- Te quedaras a dormir conmigo. – le dice besando sus rellenos labios otra vez. La chica agradecía que estuviera de acuerdo porque de lo contrario no podría negarle nada con esa mirada tan caliente que le estaba dando.
- Pero mañana tenemos que estar a medio día en el set para ir al bosque, ¿recuerdas? – le dice ella queriendo que la convenciera, no había nada mejor que se le pudiera ocurrir que dormir junto a él.
- No hay problema por eso mi hermosa mariposa… - le susurra quitando el cabello de su cuello y repartiendo besos – iremos a tu apartamento por tu maleta que sé que ya tienes lista y nos iremos juntos. Nadie sospechara nada. Seré muy cuidadoso para escabullirme en tu remolque y besarte hasta volverte loca.
Demet ríe ante sus intenciones, era agradable ser conquistada. Can le presta ropa para cambiarse, a pesar de que su apartamento tenia calefacción, ella estaba usando un short negro con un top a juego, de lo apurada que había salido no se había percatado de lo que vestía.
Su ropa olía a él, a gloria refrescante, aunque le quedaba grande. Cuando salió a su encuentro él se había cambiado también por algo más cómodo y la esperaba ya sentado en el enorme sofá color gris con una cobija que se veía enorme y calientita. Con una sonrisa se acerca a él, Can se levanta del sillón tomándola de la mano y girándola sobre sí misma.
- Me encanta cuando dejas al descubierto tu cintura, pero definitivamente mi ropa te queda mejor a ti que a mí. – la halaga para abrazarla y darle un sonoro beso en la mejilla. – ¿quieres que veamos televisión?
- Claro… - responde ella emocionada.  Can enciende el televisor sentándola a su lado para que se recargue en su pecho y abrazarla. En la pantalla aparece el último episodio emitido de la novela y justo una escena de ella.
- Wow… ¿te gusta verte? – le pregunta burlándose de él.
- Me gusta verte, todo el día pienso en ti… - le contesta en su oído – y también para saber cómo mejorar. Creo que a los fans les gusto el cambio de guionista…
- ¿Todo el día piensas en mí? – le responde con voz sorprendida – ¿no te aburres?
- No, aunque debería vestir a la Demet de mis pensamientos, ya hace frio – le contesta en tono juguetón.
- ¡Can! – le regaña sonriendo – ¿dónde está el abogado recto y caballeroso?
- Te lo bebiste en ese beso – le contesta. La chica ríe, era muy gracioso que siempre tenía una respuesta para todo.
- Si crees que voy a besarte otra vez para devolvértelo estas muy equivocado, - le contesta girando para besar su mejilla – aunque tienes razón. Los niveles de audiencia han subido, pasamos de tener propuestos 12 episodios a tener ya más…
- ¿Has pensado que te gustaría hacer después? – le pregunta Can mirándola.
- Me gustaría hacer algo más serio, - le cuenta ella emocionada, le gustaba aceptar retos y sabía que si se esforzaba podía lograr hacer una serie como todas aquellas que habían generado un impacto profundo en el nivel emocional del público -algo así como “¿QUE CULPA TIENE FATMAGUL?”, “MADRE”, “ICERDE” o “EL SULTAN” … ya sabes, más dramáticas.
- Creo que lo harías maravillosamente – le responde el ante la nostalgia de ya no estar juntos – aunque no me gustaría que dejaras esa vena tan divertida, tu sonrisa me encanta.
Sonríe inmediatamente, Can siempre la hacía sentir tan apreciada… se observan mutuamente, perdidos en sus pensamientos del otro. Estaba muy feliz de haberle dicho lo que sentía por él, ya no aguantaba la angustia de no tenerlo cerca, se sentía como si le hubieran arrancado una parte del corazón y era un dolor insoportable. Había aprendido la lección, tenía que enfrentar los medios de su corazón para ser feliz. Su expresión de él se vuelve triste asustándola, no quería que esos expresivos ojos la miraran así…
- ¿Qué pasa? – le pregunta acariciando su barba; él no contesta. Se incorpora para estar en sus rodillas y enfrentarse a su mirada – Can dime…
- Es una tontería… - responde de medio lado mientras ella lo sigue acariciando – solo que no sé qué hice de bueno para que aparecieras en mi vida. No me creo que estés aquí… - esto era difícil de admitir para él, pero en la oscuridad de la habitación, ella pudo ver que sus ojos le decían la verdad.
- ¿Qué puedo hacer para convencerte? – le pregunta deseosa de borrar esa mirada de sus ojos.
La toma de sus manos para repartir un beso en cada una. Con suavidad la recuesta en el sillón, ella levanta su cabello mientras la mira desde su posición encima de ella, besa dulcemente sus labios una y otra vez hasta dejarlos hinchados, pasa a su cuello donde se deleita de su sabor. Su respiración de ella se agita, su barba le hace cosquillas y sus manos la acarician provocándole el sentir mariposas por todo el cuerpo, un torrente de energía la golpea con fuerza haciendo que sus manos vayan de su fuerte espalda a su largo cabello para animarlo a continuar.
La chica sentía que no podía respirar, pero al mismo tiempo no quería que parara, animado por su respuesta, el empieza a bajar por su cuerpo hasta llegar a su abdomen plano. Levanta su playera y empieza a besarla justo ahí con besos húmedos que hacían que se retorciera, era curioso para ella porque la única parte de su cuerpo que él estaba tocando era su abdomen con sus labios, aun así, sentía como lava ardiendo sustituía a la sangre en sus venas. Quemaba demasiado. Sus besos se volvían cada vez más sonoros y desesperados como si quisiera devorarla, y lo estaba haciendo…
- Can… - le susurra – ya no puedo más…
Él se separa de ella para regresar a sus labios y darle un sonoro beso en el corazón de ellos.
- Está bien, me convenciste – le dice en tono burlón. Ella ríe.
Se acomodan en el sillón otra vez, ella en la orilla y el del otro lado abrazándola por la espalda, el los cubre con la cobija mientras entrelaza sus piernas con las de ella.
- He estado enamorado de ti, desde siempre… - susurra en su oído para luego besarla en la mejilla. Se queda dormida con una sonrisa de felicidad.


Tiene la sensación de que una fuerte respiración le hace cosquillas en su cuello, abre los ojos y un brazo fuerte la tiene bien sujeta de su estómago, siente mucho calor a su espalda, sus piernas están entrelazadas con las de alguien más… un hombre estaba dormido muy muy cerca de ella. Sonríe cubriendo sus ojos de vergüenza, no podía creer que estuviera en esa situación y esa posición, ni con Seckin había dormido así. ¡No! Se dice a sí misma, no iba a comparar.  Estira la mano tanto como Can se lo permite para alcanzar su celular que está en la mesita, iban a ser las 7 am, buena hora para despertar a Can que dormía profundamente detrás de ella.
Está dispuesta a zafarse de su brazo cuando alguien toca el timbre de una manera desesperada, ella no entendía quién podía ser, la persona golpea la puerta y toca el timbre varias veces, trata de levantarse, pero Can no la deja.
- Can… can… - le susurra – están tocando la puerta. ¿esperas a alguien?
- Mmm… deja que se vaya. – susurra escondiéndose en su cabello como un niño pequeño que no se quiere levantar.
- Can puede ser tu padre o tu madre… - le susurra tratando de levantarse otra vez. El la prieta a el más fuerte.
- Ellos tienen llave… - susurra en su cabello otra vez.
- ¡¿Qué?! – le susurra fuerte - ¿quieres decir que pueden entrar en cualquier momento? UFF Can, debiste decirme…
- Si te hubiera dicho no te habrías quedado y yo estaría muy triste… - le susurra con voz rasposa. Aporrean la puerta más fuerte; a Can parece no importarle porque se acurruca más cerca de ella. Por un momento se queda tensa cuando las caderas de él empiezan a rozarse contra ella, respirando profundo, como un rayo un calor sube por todo su cuerpo saliendo en forma de suspiro de sus labios.
- Can… no hagas eso… - le susurra. Siente como sonríe detrás de ella volviéndolo a hacer. Ella muerde su labio cerrando los ojos con la intención de contener el estremecimiento que recorre todo su cuerpo. Sea quien sea no deja de golpear la puerta y tocar el timbre. – Can… no se va… puede ser importante…
El chico gruñe de frustración y se levanta, ella se levanta con él ya que están totalmente enredados el uno con el otro.
- Mas vale que sea importante… - gruñe frustrado.
- Tal vez sea quien hace la limpieza… - le sugiere ella tratando de respirar con tranquilidad. Sus mejillas estaban calientes, y todo su cuerpo zumbaba. La pobre chica se sentía mareada de una manera tan suave que apenas podía ponerse en pie. El timbre sigue sonando.
- Esa señora y mi madre son la misma, - responde el sacudiendo la cabeza ante el mar de sensaciones que aun nadaban en su cuerpo; cuando regresa su mirada a ella, lo estaba mirando con una ceja levantada – ¿qué? Ella se ofreció y no hubo poder que la hiciera cambiar de opinión… parece dulce, pero es dura como roble.
Se ríe agitando la cabeza. Ante el molesto sonido de la puerta, el chico se dirige a abrir dejando a Demet sola. Escucha su voz molesta y la palabra “ELIF”, presa del pánico corre de la sala a la cocina, pero Elif alcanza a verla, aunque no la reconoce. Da una mirada a su alrededor; Demet había dejado su ropa doblada en el reposabrazos del sillón, pero cuando se habían levantado Can la había tirado sin darse cuenta estando a la vista de cualquiera, las cobijas estaban en el suelo, por lo que había alcanzado a percibir Elif, la “chica” que había corrido de su vista tenía el cabello desarreglado y usaba su ropa de él. Lo peor era Can, no usaba playera, su cabello estaba salvajemente desarreglado y su mirada era la de alguien muy satisfecho con la noche que había pasado.
Ella creyó que podían arreglar las cosas, que podía convencerlo de volver con ella haciéndole el desayuno o algo así, pero al ver toda la escena era evidente que se había engañado. Él había estado con otra mujer.
Demet no escucho que él le aceptara o le negara nada, solo le afirmo que entre ellos nunca hubo algo y que tenía que dejar de llamarlo y perseguirlo. Elif le había reclamado que la ilusiono, pero Can le había asegurado que él siempre le dejo claro todo… amigos y nada más. La chica había llorado, pero también la había insultado a ella sin saber quién era, estaba resentida, no podía creer que alguien como Can se había enamorado de alguien que no era ella.

… … … …

C.
Estaban grabando en un bosque que parecía de cuento de hadas, aunque él ya se sentía flotando todo el tiempo. Estaba tratando con mucho esfuerzo de controlar sus impulsos y solo reflejarlos en su personaje, era una tortura, como comedia romántica tenían muchas restricciones y tenía que tener cuidado con sus manos.
Cuando tomaban descansos o preparaban el escenario no dejaba de tocarla, hacerle coquillas o susurrar a su oído palabras dulces o atrevidas para colorear esas mejillas tan hermosas. Otra adición a su felicidad era que justo ese día era su cumpleaños, después de que Elif se había ido la busco encontrándola en la cocina, ella se acercó a él con decisión y lo beso hasta que le destruyo unas cuantas neuronas. Tenía a la chica de sus sueños y no podía pedir nada más…
Ya era de noche y estaban filmando la escena del “beso robado de Sanem” donde ella le había dado una pequeñísima mordida en su labio provocando algo tan fuerte en el que de no ser porque estaban en un bosque oscuro rodeados de cámaras habrá llevado ese beso hasta las últimas consecuencias…
Mientras esperaba sentado a que lo llamaran para filmar e intentando no dormirse, las luces a su alrededor se prenden, toda la gente del staff empieza a cantar “feliz cumpleaños” llegando a la carpa donde descansaba. Su hermosa chica sostenía un pastel e iba al frente de todos, se sentía tan emocionado por el detalle que quería besarla otra vez. Nadie había sido así de atento con él. Le da un abrazo discreto, sabía que ella había organizado todo, pero había muchos celulares grabando así que no podía agradecerle como era debido.
Eran las cuatro de la mañana cuando toda la pequeña “celebración” había terminado y cada uno fue libre de regresar a dormir un poco antes de partir en la mañana. A Can le fastidiaba bastante mantenerse alejado de ella, era más difícil de lo que creía, necesitaba siempre sentirla cerca, pero por razones que le costaba aceptar tenía que mantener su distancia. Su remolque estaba a un lado del de él así que tenía que pasar frente al suyo para llegar, cuando la ve regresar, rápido se escabulle hacia la salida para jalarla dentro sin que nadie lo notara.
- ¡Can! – le grita con una sonrisa divertida – ¿qué haces?
- Quiero mi regalo de cumpleaños… - susurra cargándola para sentarse con ella en la pequeña cama. Con ella en sus piernas empieza a besarla, sus calientes manos acarician sus piernas y espalda arriba y abajo volviéndola loca de desesperación.
- Espera… - lo detiene con la respiración agitada.
Cambia de posición poniéndose a horcadas sobre él, quita su playera y le da una sonrisa traviesa acercándose para besarlo otra vez hasta que lentamente hace que se acueste sobre la cama. Ese había sido el mejor regalo para Can.

… … … …

D.
Anil acababa de levantarse, con todo lo que lo habían hecho correr estaba cansado y necesitaba un poco de café. Buscaría a Demet para ir con ella, al llegar a donde estaba su remolque una escena lo hace ocultarse, se asoma otra vez sonriendo.
Su amiga estaba casi encima de un Can que la tenía sujeta de la cintura, estaban besándose tan apasionadamente que la frase “busquen una habitación” podría encabezar el momento, ¡no lo podía creer! Era cierto… ya los había visto bastante sospechosos, pero eso era increíble, al fin su amiga había tomado una decisión. Tras unos segundos más… ambos se separan, se nota en sus caras que no quieren hacerlo, tras otro rápido beso Demet entra a su remolque y Can regresa corriendo al suyo, Anil ríe, era como ver una versión más apasionada de Can y Sanem.
La chica se tira en su cama con una sonrisa adormilada y satisfecha, no era alguien audaz e intrépido, le gustaba pensar antes de actuar y seguir las reglas para no meterse en problemas, pero con Can no podía evitar sacar a la aventurera que llevaba dentro. Se tapa la cara con las palmas de sus manos al recordar cómo había inmovilizado sus manos para que la dejara besarlo, Can había gruñido de frustración, pero no se lo había negado y la había dejado hacer… cuando se levantó sus ojos eran como el chocolate derretido… el sonido de la puerta la saca de su ensoñación.
- ¿Tienes algo que contarme? – pregunta Anil entrando y recargándose en la puerta del pequeño baño para estar justo frente a ella.
Can y Demet tenían el plan de ocultar su relación a la mayoría de las personas que pudieran excepto a su familia por razones obvias. Desafortunadamente para ellos, Anil, uno de los mejores amigos de Demet los había visto y ella tuvo que explicárselo, por otro lado, todos los demás solo tenían sospechas y fuera del set los fans y haters hacían de las suyas, pero ellos trataban de mantenerse tranquilos, centrados en ellos mismos y viéndose a escondidas.
Por el cumpleaños de Can, le habían organizado una cena familiar donde solo sus amigos cercanos habían acudido. Prácticamente nadie del reparto o staff de la novela había ido porque ya habían celebrado con él y estaban demasiado cansados de las grabaciones que habían hecho en el bosque, eso incluía a Demet, pero por una razón totalmente diferente.
Ya que no podía ir con Can, aunque él le había insistido, decidió invitar a su madre a comer para contarle todo, independiente de los contratiempos que habían tenido en su relación, Demet la respetaba y quería ser la primera que le informaba, no vaya ser que su hermano le fuera con el chisme. Volkan no sabía guardar secretos.
Mientras su madre preparaba la comida revisa las redes sociales, había muchas fotos y videos de Can, se veía adorable con su cabello suelto, le daban ganas de abrazarlo. Había una en especial que le había gustado, Can estaba riendo a carcajadas por algo, guardando la foto se la reenvía…
- Me encanta cuando te ríes
- No te dejes engañar, mi corazón está roto porque no estás aquí… te extraño
- Yo también, estoy preparando tu regalo de cumpleaños…
- ¿En serio? Dime que es lo que estoy pensando
- ¡No voy a regalarte una Demet de chocolate!
- Jajajaja tengo derecho a soñar
- Estás loco
- Por ti, pero no importa, me comeré a mi Demet de verdad a penas la vea
- ¿Te encanta hacer que me ruborice verdad?
- Mi deporte favorito… estoy mejorando
- Que gracioso, por cierto, hable con Anil y ya lo sabe…
- ¿Le dijiste?
- No hizo falta, él nos vio…
- Ah bueno, iba a suceder tarde o temprano…
- ¿No te preocupa?
- No, por mí ya lo hubiera publicado en cada canal de noticias. Hay un ayudante de cámara que no me gusta cómo te ve… me niego a aprenderme su nombre
- No sé de quién hablas… pero no importa, estoy contigo
- Yo lo sé, pero ellos no, y no me gusta.
- Can…
- No hablemos más de eso, me gustaba más cuando me decías que te ibas a bañar en chocolate para mi…
- ¡YO NO DIJE ESO!
- ¿No? ¿Segura? Puede ser divertido…
- De verdad contigo…
- ¿Hija mía a quien le sonríes? – la chica levanta su cabeza asustada. Aprieta el celular entre sus manos para ocultarlo de la vista.
- Aaaah Anil… me despediré. – se justifica nerviosa.
- Tengo que irme, mi madre está frente a mí. Pasa un buen rato amor, no olvides decirles a tus padres.
- Ya te estoy extrañando otra vez, mándame una foto para no extrañarte tanto, te llamare más tarde.
Demet baja el celular dándole un último vistazo sin abrir el mensaje. Platicando con su madre hablan de todo y nada, está nerviosa porque, bueno, no sabía porque, pero no podía dejar de pensar en que su madre no estaría de acuerdo.
Cuando al fin tuvo el valor de contarle la verdad no se esperaba su reacción, solo le había sonreído rogándole que pensara bien las cosas y no dejara que sus emociones le ganaran. La chica sospechaba que Volkan había tenido algo que ver… cuando su madre se retiró al baño, había tomado la foto para Can con su símbolo del globito rojo. Las fotos para él siempre lo tenían.
… … … …
C.
La noche anterior había hablado con Demet hasta que se quedó dormida. Como era video llamada había podido ver su hermosa cara relajada por el sueño… a Can aun le costaba creer que de verdad eran una pareja. No estaba demasiado contento por esconder su relación, por eso mismo si antes era una sombra ahora era un halcón que no dejaba acercarse a nadie. No podía evitarlo, era posesivo con ella; siempre quería tenerla cerca, sentirla, besarla, platicar o solo abrazarla, pero el tener que ocultarse lo volvía loco.
Pensándolo bien, este era el mejor año de cumpleaños que había tenido. Demet paso de ser tímida y nerviosa cerca de el a ser esta chica juguetona y atrevida que le mandaba besos sin que nadie la viera o lo encerraba con ella para besarlo y dejarlo sin aliento.
Cada vez estaba más enamorado. Habían quedado de ir a cenar a un lugar “especial” del que no sabía porque era una sorpresa, al pasar por su chica esta baja luciendo tan hermosa y fresca como siempre. Le picaban las manos por tocarla. De camino al lugar habían escuchado música, era un momento de calidad para los dos donde ella tenía la mano en su pierna calmándolo y volándole la cabeza de los nervios.
Al llegar no lo puede creer, era un restaurante al que siempre había querido venir. Era un restaurante bastante exclusivo en lo alto de Estambul en donde tenían una terraza reservada para observar la ciudad iluminada, el cielo lleno de estrellas y la luna en todo su esplendor. La había abrazado por el maravilloso detalle.
- Y este es tu regalo – le dice ella entregándole una caja roja con un listón blanco. Lo toma jalándola hacia el para darle un rápido beso.
- El mejor regalo es que estés conmigo, - le susurra dirigiéndose a su cuello – gracias.
Ella solo sonríe. Can abre el regalo, se queda estático por dos segundos, era el regalo más extraño que le habían dado.
- ¿Calcetines? – le pregunta extrañado. Ella rompe a reír.
- ¿Qué le das a un hombre que puede tenerlo todo de quien sea? Calcetines… y no cualquier par, - le dice ella tomando uno – son rojos para que nunca los olvides al ir a hacer ejercicio. Dijiste que siempre pensabas en mí, bueno, por si se te ocurre olvidarme…
Can la mira perplejo, siente algo duro dentro, mete la mano en cada uno y saca una barra de su chocolate favorito, tras un par de segundos rompe a reír. Su chica era única definitivamente. En toda la cena ambos se dedicaron a platicar de cosas triviales, eran felices disfrutando el momento, después de un tiempo, Demet lo saco a bailar. Can no era muy fanático de eso, tenía dos pies izquierdos para el baile, pero ella le había dado la solución “solo acércate a mí y sígueme” … habían bailado hasta tarde bajo las estrellas y con la música flotando alrededor. La luna fue la única testigo de cómo ambos se permitían, al menos por ese momento, sentirse cerca protegiendo el corazón del otro.

… … … …

D.
Ambos habían sido invitados a un cumpleaños, Demet se había esmerado en arreglarse lo más despampanante que había podido. Quería que Can la deseara tanto como ella a él; este no era un comportamiento propio de ella que siempre trataba de mantener la compostura, hoy se sentía extasiada, hoy quería ser joven y disfrutar del momento, quería dejarse llevar, aunque fuera un poco.
A Can casi le había dado un infarto al verla, si ya era hermosa, se veía como una diosa dispuesta a volarle los sentidos. Quería hacer de todo con ella, antes había tratado de contenerse, pero ese escote profundo y esos labios llenos pintados de rojo le volaban la mente…
La fiesta se había salido un poco de control, Demet nunca había visto a Can así. Normalmente era tranquilo y controlado, ahora estaba desatado, al grado de haber subido al escenario a cantarle a ella… eso era fantástico y extraño al mismo tiempo. Can no se había limitado, la había abrazado, acariciado, bailado y coqueteado toda la noche dejando salir toda la alegría que sentía por tenerla a su lado. Era bueno saber que el vestido y el maquillaje habían funcionado…
Cuando regresaba del baño, una mano la jala para atraparla en un pequeño cuarto donde hay escobas, al levantar la cabeza unos profundos ojos chocolate le devuelven la mirada.
- Te necesito… - le susurra el en su oído. Ella sonríe recogiendo su cabello y echándolo a un lado. Él le sonríe de vuelta de una forma depredadora, da sonoros besos a su oreja, baja por su mandíbula y llega a su cuello solo para subir por el otro lado. Ella suspira en su cuello repartiendo suaves besos que lo enloquecen, sube una pierna por la de él y este la sostiene con su mano caliente, no hay tiempo que perder…
La música atronadora, el humo viciado y las alucinantes luces tapan por completo la explosión que está a punto de suceder cuando chocan sus labios, no es un beso, es una necesidad de satisfacer aquello que desean con desesperación. Ambos se acercan al otro lo más que pueden, ella lo acaricia para evitar que se aparte, él la acaricia hasta donde ella lo deja procurando dejar su marca en cada centímetro de esa sedosa piel de seda… levanta su vestido quemando la suave piel con lujuria que cae poco a poco de sus manos, no puede soltarla, no quiere hacerlo. Ella se embriaga de él apretándolo cerca y llamando a ese punto prohibido en el que ambos danzan alrededor pero que sienten con desesperación… ahí no hay nadie más, no existe un futuro o un pasado, no existe el bien o el mal, solo una pasión pura que los quema a ambos con cada roce, con cada caricia, con cada respiración y gemido, con cada palabra susurrada, con todo el amor pasional que ahora brota en libertad…
- Eres mía… - susurra el cerca de su oído con las manos acariciando su espalda.
- Solo mío… - susurra ella dando una ligera mordida a su cuello.

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