CAPITULO VII "CHISPAS A NUESTRO ALREDEDOR"

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SOLO UNA HISTORIA DE AMOR

CAPITULO VII “CHISPAS A NUESTRO ALREDEDOR”

C.
Estaba dolorido de necesidad por ella. Can sube sus manos por su espalda memorizando con sus palmas su delicada columna, sus labios no le dan un respiro por el torrente de necesidad que fluye de su cuerpo hacia el de él, puede sentirla, puede saborearla, nada lo detiene… ¿Cómo podía pensar en parar cuando estaba frenético de deseo por ella? Can no puede pensar más, tal vez era el alcohol, la música estridente o el juego de luces que los habían envuelto en ese mundo que estaba separado de la lupa que los perseguía a cada momento. Tal vez no era eso. Tal vez era el peligro de estar encerrados en esa burbuja oscura, la adrenalina de estar robándole a la vida ese tiempo aparte donde su dulce olor y su deseo flotan en el aire.
En un momento de debilidad de ella, siente como sus pequeñas y calientes manos pasan por debajo de su camisa, buscando ese algo que sabe que necesita pero que no se anima a reconocer. Con un sonido muy parecido a un rugido, la suelta un momento para arrancarse la camisa, sus ojos brillan de emoción y sin previo aviso lo jala otra vez a ella de sus muñecas y colocándolas en su cintura para que la acaricie de nuevo. Can se vuelve loco, ¿de qué servía pensar si todo lo que estaba sintiendo congelaba el tiempo? Muerde sus rellenos y suaves labios provocando que ella encaje sus pequeñas uñas en su espalda; ella lo estaba controlando, siempre le había dado la opción de detenerlo, pero para el tiempo que llevaban se le hacía raro que no le hubiera dicho nada, al contrario, parecía desesperada por obtener aquello que tanto necesitaba con desesperación.
En un atrevido movimiento su mano se coloca un poco más arriba del dobladillo de su vestido apretando esa pierna suave de color caramelo que solo se había atrevido a acariciar levemente, Demet invade su boca con un pequeño sonido de ruego despertando en el un instinto muy básico y primitivo imposible de controlar. Él era un hombre, al fin y al cabo, un hombre que estaba diseñado para satisfacer a SU MUJER en cualquiera de sus necesidades, fueran las más básicas o las más complejas, con eso en mente la sostiene de su otra pierna levantándola para enredarla en su cintura, por acto reflejo ella lo abraza más fuerte sosteniéndose fuerte…
- No pares… - le susurra con los labios hinchados y los ojos brillosos.
- No iba a hacerlo… - contesta el sin respiración recargándola en la puerta para apoyarse y tenerla más cerca. Ella le sonríe de manera traviesa y él sonríe igual, acercándose lentamente para besarla otra vez se detiene ante la vibración continua de su celular.
Ambos se miran fijamente sin saber que hacer, ella baja sus piernas y él la suelta con cuidado al sentir el temblor de su cuerpo. Ella se sostiene de sus hombros al sentir sus rodillas débiles; Can recarga su barbilla sobre la cima de su cabeza sacando su celular para contestar.
- ¿Sí? – responde sin fijarse quién es. Demet recarga sus pequeñas manos en su abdomen desnudo tratando de recuperar la respiración, su aliento acariciando su piel no estaba ayudándolo.
- ¡CAN! ¿Dónde estás? ¿Demet está contigo? Fue al baño y no ha vuelto, estoy preocupándome, está sucediendo algo… - le habla Anil con rapidez y con la voz entrecortada por el ruido que hay de fondo.
- Esta conmigo, vamos para allá. – contesta rápido y cuelga sin darle oportunidad de responder. Peina suavemente el cabello de su chica, está totalmente desarreglado.
- Supongo que rompieron nuestra burbuja – susurra con una sonrisa de resignación.
- Tenemos toda la noche amor – responde besando sus labios una última vez. Toma su camisa, apenas se la abotona y salen.
Después de salir juntos de su pequeña y oscura burbuja, se encuentran con la cumpleañera quien les pide unas fotos juntos, algo inofensivo para cualquiera, pero fuera del ruido y las luces que los envolvía, una marea de observadores aguardaba por ellos. Antes de buscar a Anil, se acercan a la barra por otra bebida; Can no sabía cuánto había bebido, normalmente no solía embriagarse rápido, pero en ese momento se sentía mareado, sin embargo, no sabía si era por el alcohol que había consumido o por el sabor que había degustado de la hermosa mujer que tenía a su lado. Demet se sienta en uno de los bancos de la barra, se echa el cabello a un lado y se hace aire con una mano para refrescar su acalorada piel, Can la observa recargado en la barra con ambos brazos… ella le sonríe y guiña un ojo, eso hace a Can estar seguro de que, si estaba ebrio, pero de ella.
- ¡¿Dónde estaban?! – les reclama Anil llegando detrás de ellos con un tono de urgencia. Al escucharlo Can deja caer su mano que acariciaba la espalda de Demet.
- Vinimos por un trago, - responde Demet con tranquilidad – ¿qué pasa?
- ¡¿Qué pasa?! – le reclama Anil preocupado. Da un rápido vistazo a ambos, cualquiera diría que ambos estaban en las nubes. No iba a pensar en eso porque era demasiado incómodo.
- ¿No has visto alguna red social? Demet, hay videos de ustedes estallando internet y afuera hay un montón de paparazzis y camarógrafos, ¿te puedes imaginar a quienes esperan verdad? – el tono irónico de Anil logra romper la burbuja en la que Can se encontraba aún envuelto.
- ¿Quién les ha dicho que estábamos aquí? – pregunta Can molesto. No se lo podía creer, se estaba dando un respiro y sucedía esto. Una ola de coraje sube por su cuerpo provocando que apriete sus puños y respire con dificultad.
- Qué más da Can, - responde Demet asustada – ¿cómo vamos a salir?
- ¡¿Como que “qué más da"?! – replica molesto- primero quieres escondernos y ahora no te importa, de verdad que no te entiendo… me vuelves loco.
- No vamos a hacer esto aquí Can – responde ella con frialdad. Can la observa con una mirada cargada de emoción, no sabe qué hacer, si reclamarle por forzarlo a ocultar su relación o besarla para que entendiera la situación en la que lo ponía.
- Tengo una idea… - interviene Anil al observarlos a los dos comerse con la mirada, porque por muy divertido que fuera no ayudaba en nada – llamare dos taxis y saldremos, Demet te irás aparte y Can yo me iré contigo. Nos encontraremos unas calles más adelante…
- ¿Para qué? – responde Demet molesta. – es obvio que lo molesto. Mejor que te vayas a casa Can.
- No vamos a hacer esto aquí… - responde Can más que furioso. – Tenemos que hablar…
- No hay nada de qué hablar – responde ella cruzándose de brazos. Se da la media vuela y se va.
Can se sentía como cuando su madre lo obligaba a vestirse bien para una celebración o cuando su padre lo metía en alguna situación con gente que no le agradaba, Guven era de actuar y luego preguntar. Estaba justo en la salida del bar, ya podía escuchar el escándalo de afuera y eso solo hacía que aumentara su coraje, ¿por qué no podía tener una noche libre para disfrutar con la mujer que tanto adoraba? Solo le había robado al tiempo unas horas y ahora todo estaba arruinado, pero él no estaría en esta situación si tan solo Demet aceptara hacer pública su relación. No entendía que tenía de malo, lo que pasaba entre ellos debía quedarse así y al diablo las consecuencias. Can de verdad odiaba sentirse atado.
Anil y Demet se le unen en la puerta, su chica se había agarrado su cabello en una coleta desarreglada, se había quitado sus zapatos altos y su expresión era calmada… pero eso no lo engañaba, sabía que por dentro era una bomba que estaba lista para explotar a la menor provocación, la conocía bastante para saber que una Demet seria era igual a problemas. Que bien, pensaba Can, él tampoco estaba de mejor humor. Como si de una guerra se tratara los tres se alinean para la batalla, una batalla que no tendría ganador más allá de ese alguien en las sombras que disfrutaba el gran tumulto que esto provocaría.
Al salir, los tres tratan de controlar sus emociones, Can su coraje, Demet su pánico y enojo y Anil su nerviosismo. Can incapaz de controlar sus pensamientos despacha a los que le preguntan su estado, su relación, su vida… es evidente para todos que está muy enojado. Can trata de pasar entre los micrófonos y la molestia que le causa la situación evitando ver a Demet directamente, solo la ve desde su visión periférica y por un segundo su molestia baja, Demet se ve totalmente perdida, hasta parecía una niña que necesitara la orientación de un adulto, seria gracioso si fuera otro momento.
Después de un largo viaje, un aire helado, las palabras de Anil y un plan fallido Can no hace más que reposar su cabeza en el asiento. Anil había tratado de calmarlo pidiéndole que no fuera tan duro, que fuera paciente, que Demet estaba realmente enamorada de él y solo necesitaba un poco de tiempo. No sabía que pensar sobre eso, el alcohol y sus propias inseguridades lo hacían caer en la idea de que Demet no estaba segura sobre él y lo que tenían juntos, era difícil para el admitirlo, pero tenía pánico de que ella se fijara más en lo que decían los demás, en compararlo con su antiguo novio o en su trabajo antes que en él. Al llegar a su apartamento, Demet lo deja pasar y cierra de un portazo después de él.
- ¡¿PORQUÉ TENIAS QUÉ HABLARLES DE ESA MANERA?! ¡¿ACASO TIENES QUE SER TAN GROSERO?! – le grita aventando su bolso y quitándose la chaqueta de piel blanca.
- Ay Demet… - responde Can rodando los ojos. Se quita su largo saco y lo avienta también sobre el respaldo de la silla.
- ¡¿No te das cuenta lo que acabas de causar?! – le grita agitando las manos- todo el mundo hablará de nosotros….
- De verdad no puedo creer que estés más preocupada por eso que por mí. Eres TÚ la que provocó esto, tu queriendo escondernos. ¿Cuál ES TU PROBLEMA?! ¡¿ACASO TE AVERGUENZAS DE MI?! ¡¿A QUE LE TIENES TANTO MIEDO?! – le grita Can en respuesta presa de la frustración. Pasa sus manos por su ya desordenado cabello tratando de controlarse.
- Todo el mundo me juzgará y hablará mal de mí, de nosotros… ¡¿Tienes idea de lo que es estar en el ojo del huracán de las criticas?! - responde ella con lágrimas.
- ¡¿Y qué?! – grita el acercándose a ella bajando la voz – ese es asunto de ellos. Yo haría lo que fuera por ti, me pondría delante de ti para protegerte de lo que fuera y quien fuera… pero es obvio que tu no.
Demet no se mueve, de sus ojos solo salen lágrimas cargadas de miedo. Esto es una demostración para Can, si, Demet probablemente sentía algo por el pero no era lo suficientemente fuerte como para decírselo al mundo y enfrentar las consecuencias a su lado. Decepcionado, se da media vuelta y sale.
¿Para qué hay grandes misterios en la vida? ¿Porque hay personas que dedican su vida entera a desenterrar tesoros para mostrarlos al mundo? ¿Para contar su historia? ¿O para reclamar su propiedad como el descubridor de ese importante misterio? ¿Lo valoramos todos los que vamos a admirarlo? ¿O es para nosotros solo un pedazo de la historia que fue maltratado por el tiempo? Lo mismo pasa en este momento, es difícil comprender que algo tan preciado deba mantenerse oculto, necesita razones verdaderas, el ser tan observado puede llegar a desgastarlo y romperlo. Si se encuentra una piedra preciosa en el medio del caos, ¿qué se hace con ella? ¿Se grita al mundo lo que se ha encontrado o se mantiene cerca del corazón para satisfacción propia?
Can se detiene abruptamente en el pasillo. Estira una mano para recargarse en el muro y respira profundo, dentro de él empieza a sentir un vacío que lo congela lentamente, rara vez tenía frío, pero en este momento está tiritando. Inhala y exhala para tratar de calmarse, eso lo hace comprender que entre más se aleja más se drena en él lo que hasta hace unos momentos lo llenaba de plenitud, estaba conectado a ella como a un soporte vital. Algo no lo deja moverse, las palabras de Anil golpean su cabeza una y otra vez: “ten paciencia"… tenía que aceptar que se había dejado llevar por el momento, el alcohol y la música, las luces y la piel brillante color caramelo, el cigarro y ese vestido escotado, reporteros y el caliente momento que tuvieron juntos le habían estallado los sentidos. Normalmente era un poco impulsivo, en sus pocas relaciones anteriores si las cosas se complicaban simplemente no hacía nada, lo dejaba así y seguía con su vida, pero esta vez era diferente; Demet era la cúspide de sus deseos, era la mujer que siempre veía en sus pensamientos cuando le pedían describir a su mujer perfecta, todas esas mujeres eran ella, SIEMPRE ELLA.
Con eso en mente, se gira de regreso a su puerta y cuando está a punto de tocar esta se abre deteniéndolo. La imagen de su chica con ojos inyectados y labios temblorosos lo desarma, estaba a punto de ir por él, sin pensarlo la abraza. Ambos se acomodan en el otro compartiendo consuelo y comodidad a todo el descontrol que los rodea.
- No te vayas así – le pide con la voz entrecortada.
- No lo hare, - responde Can sintiendo como el alivio inunda su frio cuerpo – arreglaremos esto.
Ambos se miran a los ojos, ella sonríe y vuelve a apoyar su cabeza en su pecho mientras recarga su barbilla en la cima de su cabeza.
- Can… - lo llama después de un momento.
- ¿Sí? -  responde rozando su nariz en su cabello suave.
- Hules mucho a cigarro – responde. El ríe separándose un poco para poder verla a los ojos.
- Creo que debería irme – dice con una sonrisa.
- ¡No! – grita sosteniendo sus brazos. Al darse cuenta de su arrebato, lo suelta jugando con su cabello nerviosamente tratando de ocultar su rubor – podrías quedarte aquí, ya es muy tarde y ….
- Está bien – responde Can emocionado. Con las mejillas aun sonrosadas sonríe. Ambos entran ya más calmados.
- Puedes bañarte en la habitación de invitados – le ofrece caminando delante de el – te prestare algo de ropa…
- ¿Tienes ropa de hombre? – pregunta levantando una ceja.
- Si, mi hermano a veces se queda aquí, aunque no se si te pueda quedar, tu estas… - Demet se detiene abruptamente sintiendo como el calor vuelve a su cara. – como sea, le regale algo la última vez, pero no le quedo, seguro a ti sí.
Can tenía muchas ganas de burlarse de su nerviosismo, sabia como lo veían las mujeres, sobre todo su mujer, y le encantaba ponerla nerviosa pero ya habían tenido suficiente por un día.
- Claro – responde simplemente – pero de ninguna manera dormiré aquí…
A esto Demet solo sonríe.
Cuando Can volvió a la habitación de su chica, ya estaba acostada. Sin permiso sube a la cama para abrazarla pensando en que ahorita podría estar solo en ese apartamento que difícilmente podría llamar hogar. Demet olía tan dulce, olía a calidez y amor, a vida y alegría… a futuro y posibilidades.
- Estas muy caliente… - susurra cerca de su pecho. Ella no tenía idea
- ¿Tienes frio? – pregunta Can acercándola más y ajustando su cuerpo con el de ella.
- Ya no – responde en un dulce susurro. – me gusta cuando me acaricias con tu barba…
- ¿Sabías que no me dejan afeitarme solo? – le cuenta con una sonrisa.
- ¿En serio? No me sorprende, pero me gusta. Te ves todo salvaje… - responde dándole un rápido beso en sus labios. – tú me gustas mucho…
- Demet… - ella hace un sonido inentendible – lo siento…

D.
En la niebla de sus sueños algo parece incomodarla, no sabía lo que era, pero hacia un tiempo lo sentía. No era algo tan mundano como hambre o cansancio, pero si era una necesidad que estaba más allá de su conciencia, algo que tenía un nombre y apellido pero que la hacía sentir tan mortificada que era difícil admitirlo.
Ya no era una niña, era una adulta, sentía como si todo lo que la definía como mujer le estuviera exigiendo algo, se lo estaba gritando con fuerza y ya no lo podía callar más. Poco a poco, Demet abre los ojos enfocando su alrededor, un caliente aliento le hace cosquillas en su cuello, algo ligeramente rasposo acaricia su hombro, pero lo peor es algo muy caliente ardiendo en su vientre. Al mirar a su alrededor, siente como Can la tiene aprisionada, sonríe encantada, él siempre dormía así, aferrándose a ella como si se le fuera a escapar, como un niño pequeño que se aferra a su madre. Desgraciadamente, Can ya no era un niño pequeño, era un hombre, uno que le estaba revolviendo los nervios, inhala profundamente, puede percibir ese aroma tan característico lleno de libertad, de frescura y de algo tan misterioso que es difícil resistirse.
Es dolorosamente consiente de como su piel y la de ella están en contacto, su mano es muy grande y ligeramente rasposa, definitivamente una mano de hombre; lo ideal sería que ella se liberara o que lo despertara, que se diera un minuto, pero no puede, su mano abarca tanto de su abdomen que la yema de sus dedos casi alcanza un punto de su cuerpo que está gritando por contacto. Con Can siempre se había sentido así, como si nunca fuera suficiente, ella necesitaba más, su cuerpo le pedía más, su corazón le EXIGIA más, quería reclamar eso que el parecía prometerle siempre con su mirada pero que siempre le negaba. Se da cuenta que al respirar profundamente el movimiento hace que su mano suba un poco, casi como si la mano de Can estuviera en sintonía directa con su mente y sus necesidades, e inconscientemente para su dueño, empieza a moverse muy ligeramente como si supiera que está calmando una tormenta que se construye poco a poco.
A Demet le parecía un poco ridículo de su parte, ¿Cómo era posible que solo ese pequeño movimiento le estuviera alborotando los sentidos? Y aun así rogaba porque jamás terminara. La mano sigue moviéndose muy poco, casi un centímetro de su lugar original para volver a regresar y por alguna razón ella quiere llorar, jamás se había sentido tan privada de algo, tan necesitada y frustrada y lo único que puede hacer es quedarse quieta y rogar interiormente que este momento se quede congelado en el tiempo. Al escapársele un suspiro tembloroso el movimiento se detiene…
- ¿Bebe? – pregunta Can con la voz rasposa por el sueño. Reparte pequeños besos en su cuello que provocan que ella apriete la cobija a un lado de ella y sus labios.
- Buenos días – susurra tratando de controlar su respiración.
- Buenos días – susurra pasando su mano a su cintura para voltearla hacia el – ¿dormiste bien?
- Si, eres muy buena almohada – responde abrazándolo.
- Encantado de ser útil – responde el otra vez escondiéndose en su cuello - ¿Cómo es posible que te veas tan hermosa siempre?
- ¿De verdad lo crees? – pregunta observando fijamente su pecho. Ante ese comentario, Can levanta su barbilla para que lo observe.
- Jamás he conocido a alguien tan hermoso como tu… - susurra dándole un beso rápido en los labios. Demet no puede evitar regresar a ese prohibido momento que tuvieron en el bar…
- Pero, ¿te gusto? – pregunta con nerviosismo. Can la mira extrañado, su pregunta parecía tener diferentes intenciones; ante su silencio y la obvia confusión en sus facciones, moja sus labios con su lengua y continua – es decir, ¿te gusto? Así, ya sabes… ¿cómo soy?
- ¿Cómo? – pregunta el más confundido que al principio. Le había dicho que era hermosa, era obvio para el que eso era un definitivo “me gustas”
- Quiero decir, - Demet se muerde el labio tratando de buscar las palabras que lo hagan entender sin avergonzarse a sí misma – ¿si te GUSTA como SOY?
Ella baja la mirada y vuelve a verlo, el levanta una ceja sin entender nada lo que provoca que ella ruede los ojos, ella vuelve a bajar la mirada a algún punto entre ambos y lo vuelve a ver con las palabras no dichas saliendo a raudales por sus ojos. Al fin, Can lo entiende.
- ¿Qué clase de pregunta es esa? – le contesta abrazándola más fuerte – mi vida, no hay nadie que me guste más que tú, me la pasaría viéndote todo el día si pudiera…
- ¿En serio? – pregunta ella no muy convencida.
- Por supuesto que sí, - responde el besando su mejilla para acercarse a susurrar a su oído – de hecho, no hay momento en que no esté fantaseando contigo. Sueño con besar y probar cada parte de este delicioso cuerpo… casi no duermo por tu culpa…
- Parecías muy dormido hace un rato… - le reclama con tono juguetón con el corazón acelerado.
- Porque te tenia a mi lado – responde. Por un momento solo se miran, uno reflejado en el otro. ¿Alguna vez has resuelto un acertijo? ¿una adivinanza? ¿encontrado la respuesta que buscas? Eso quería Demet reflejar en sus ojos, demostrarle que lo que sea que siempre quería darle ella estaba dispuesta a recibirlo, y como una pieza que al fin encaja en el lugar correcto Can lo entiende.
Empieza solo acariciando sus facciones con su nariz acomodándose sobre ella, lo siente como si la estuviera preparando para un viaje que la iba a elevar a la cúspide. Sus labios dejan un leve cosquilleo en su cuello para subir otra vez a los de ella, ya no es un calor suave lo que recorre su cuerpo, ya es lava ardiendo que corre por sus venas y quema fuerte en su piel, justo cuando quiere atrapar su cuerpo con el suyo, él se aleja dándole una brillante sonrisa, su entrecortada respiración no la deja hacer nada más que observar como con una mirada de deleite y posesividad empieza a bajar poco a poco hasta detenerse en su blusa...
Demet aun no puede procesar bien todo lo que está sintiendo, su cuerpo trabaja a mil por hora a pesar de que su mente está en blanco, es como ver una película que le gusta… está ansiosa por saber que pasara, esTa deseosa por saber que la hará sentir, ya no es un deseo, es una necesidad, quiere acelerar, pero también quiere que dure por siempre. Siente un poco de frio al sentir su piel expuesta pero el aliento de Can la vuelve a calentar, ¿Cómo se quita pétalo a pétalo de una rosa? Con cuidado, con cariño y con éxtasis salvaje… si, así se sentía, como si fuera una delicada flor que estuviera siendo consentida, como si estuviera siendo cuidada y a la vez conquistada para saber hasta dónde podía llegar, para saber cuál era su sabor, hasta donde podía aguantar. Sus manos aprietan la sabana que está bajo ella, un cosquilleo tan potente como un rayo recorre su cuerpo elevándolo sin control, las manos de Can la sujetan de la cadera para evitar que se mueva mientras está provocando a cada una de sus terminaciones nerviosas a explotar. Can besa, lame y chupa cada terminación nerviosa que fuertes corrientes de electricidad la atraviesan su cuerpo dejando una llama ardiendo en el centro de su cuerpo.
Apretar las sabanas simplemente ya no es suficiente, pasa sus manos a su cabello de él, escucha una pequeña risita y justo cuando sabe que no puede soportar más tormento, se detiene. Levanta su cabeza que esta justo debajo de su barbilla y garganta expuesta y le da una sonrisa juguetona para empezar otra vez del otro lado…
En esa fría mañana donde afuera el viento picaba y los árboles se agitaban levemente, donde el cielo era frio y las palabras son susurros maliciosos, en ese mundo externo donde con una opinión se puede romper el alma y con una imagen se puede crear conflicto en el corazón, dentro de esa habitación dos tormentas chocaban con desesperación y éxtasis por encontrarse una a otra para destruirse mutuamente, para por primera vez saborear el deseo mutuo y demostrarle a ese mundo frio y cruel que tras las paredes la reafirmación del amor se puede escuchar con un suspiro de placer acompañado de una sonrisa de felicidad…

- ¡Ay por dios! ¡¿Cariño que te paso?! – pregunta Rutkay sorprendido por el reflejo que ve en el espejo. Demet brinca de susto en la silla con una mano en el pecho.
- ¿¡Porque gritas?! Me asustaste… - le responde sintiendo como se calientan sus mejillas otra vez. Estaba en su tráiler esperando su maquillaje, como estaba sola se había puesto a divagar en lo satisfecha y tranquila que se sentía que no se había puesto a analizar la cara que tendría. Las cosquillas que aun sentía en su pecho la hacían sentirse en una nube de éxtasis.
- Es que te ves… - responde Rutkay girándola en su silla para que se vuelva a ver al espejo – DESLUMBRANTE…
- ¿Que? – responde ligeramente nerviosa sintiendo un cosquilleo justo donde la boca de Can había estado hacia unas horas, por acto reflejo, se abraza a si misma tratando de controlar sus explosivas hormonas.
- Tienes que decirme que tratamiento le estás haciendo a tu piel porque te ves magnifica, - responde el chico jugando con su cabello – es más, hoy te hare un peinado, quiero que se vea en pantalla lo gloriosa que te ves…
- Creo que exageras – responde algo tímida. ¿De verdad se podía notar en su cara lo que había pasado? Mientras no se notará nada más… lo que era absurdo, pero…
- Claro que no, soy un firme creyente de que la piel de las personas refleja su vida e historia. La tuya grita FELICIDAD por cada poro, dime, ¿te sacaste la lotería o algo así?
La lotería… piensa Demet bajando la mirada a sus manos que ahora reposan en el tocador. No, era mucho mejor. Solo había obtenido lo que había querido, sin darle muchas vueltas Can había AMADO una parte de ella que nunca pensó que podría tener tantas sensaciones, la había llevado volando a un mundo donde ella rogaba que no existiera nada más, solo ellos dos.
- Solo tuve una buena noche – responde tranquilamente. Rutkay levanta una ceja observándola por el espejo mientras empieza a peinarla; un rato después donde solo observo a su amiga soñar despierta unas cuantas veces se escucha el sonido de la puerta.
- ¿Demo ya estas lista? – en ese momento fue como si esa voz grave y ligeramente arrastrada hubieran encendido una luz en el rostro de su amiga. Parecía que vibraba de anticipación.
- Can… si, ya voy – responde levantándose como si no hubiera más nadie en la habitación. Rutkay los observa a ambos unos segundos…
- No lo puedo creer… - susurra con la mano en la boca. Al escuchar esto, sale prácticamente corriendo jalando a Can tras ella.
Estaba muy preocupada, ella pensaría que sería por la horda de chismes y videos que estaban explotando internet, las acusaciones de lo que había sucedido en la fiesta, las miradas extrañas que todos le daban, la voz ligeramente aguda de Can por haber estado “cantando” tan fuerte o las miradas sospechosas de Cagri, ojalá fuera por eso, sin embargo, su preocupación iba orientada a otra cosa. Desde hacía un poco de tiempo había visto a Can estar tallándose los ojos como si algo le molestara… había dicho que no era nada, pero ya era muy continuo…
- Demet… - le habla Ceren sacándola de sus pensamientos.
- Ceren, dime… - le responde quitando su vista de cómo Can vuelve a tallarse los ojos.
- Solo quería saber cómo estas, por lo de ayer… - parpadea varias veces extrañándose de la pregunta.
- Bien, no pasa nada. Son chismes y nada más – responde quitándole importancia al asunto; era difícil de creer, pero ya casi no se acordaba de eso, aún tenía la cabeza en las nubes.
- Tal vez no sea de mi incumbencia Demet pero solo quiero advertirte esto, de verdad te aprecio y creo que mereces saberlo, - le dice Ceren en tono serio girándose a observar lo mismo que ella estaba viendo hace solo unos segundos, a Can – es un mujeriego Demet. Los hombres como el creen que pueden obtenerlo todo por su bonita cara, solo deja un rastro de decepciones y corazones rotos a su paso, deberías tener cuidado.
- ¿Acaso lo conoces? – pregunta enojándose un poco. Como un gesto de nerviosismo, se baja un poco el top que lleva puesto girándose a ver a su compañera.
- Conozco a los hombres como el, un día salen de la nada por su bonita cara y creen poder tener derecho a todo. – con esa afirmación, da la vuelta y se va.
Aún estaba molesta, eso era obvio por sus facciones, pero la vida debía continuar. Entre grabaciones, escapadas y besos robados tenían que seguir con la rutina que llevaban muy a pesar de sus deseos. Cada vez era más difícil, tenía que reconocerlo, todo el mundo los veía con miradas sospechosas y lo peor era que cada vez le costaba más estar lejos. Can no había vuelto a tocarla, no de la manera que ella quería al menos, y eso era un suplicio para su mente, cuerpo y corazón. Todo era culpa de ella, se decía a sí misma, ellos estaban ocultos porque él quería hacerla feliz, pero al mismo tiempo eso les quitaba momentos juntos, momento que ambos necesitaban con desesperación, aunque quisieran ocultarlo.
Gracias al trabajo tan intenso, ya era casi imposible dormir juntos, cuando volvían a casa, SU casa, uno de los dos terminaba dormido y salían de ahí prácticamente corriendo, todo empeoro cuando Can de verdad tuvo que ir al médico por su infección en los ojos. Ella sufría, no solo porque su dolor era el de ella, sino porque no podía acercarse demasiado sin arriesgarse a contagiarse también. Si, estaba molesta.
- Quita ese puchero o me vas a obligar a besarte y te voy a contagiar… - la regaña de una manera juguetona apretando sus llenos labios con sus dedos. Sentada en sus piernas, su frustración no hacía más que empeorar.
- Creo que ya no me importa – responde ella cruzándose de brazos mientras la calma acariciando su espalda.
- A mi si, no quiero que esos hermosos ojos sufran. – responde acomodando la mano que acaricia su espalda en su cadera. Ella pone su mano en su mejilla.
- Tu si estas sufriendo, no me gusta. – con un dedo peina su barba, una extraña manía que había adquirido, observando sus hinchados ojos a través de sus lentes – ¿qué puedo hacer para que te sientas mejor?
- Ya lo estás haciendo… - susurra muy cerca. En un impulso, se acerca a sus labios para besarlo, el trata de apartarse, pero ella no lo deja tomándolo por su nuca para acercarlo. Después de un tiempo juntos ya había aprendido sus debilidades, aparte del chocolate todas eran sobre ella, una es que él estaba fascinado con sus labios y era muy sensible en su cuello, así que tomaría ventaja de eso, ya no le importaba si se enfermaba o no.
De sus labios pasa a su mejilla y luego a su cuello, justo ahí el empieza a ponerse tenso cuando ella lo besa y lo chupa por lo que la aprieta contra el… lo estaba matando. Cada vez que la veía caminar por ahí con esa ropa entallada que resaltaba su cuerpo de sirena una neurona le explotaba… y eso que ya usaba más ropa por el frio.
- ¡CAN! ¡DEMET! – grita Cagri desde la entrada haciéndolos brincar. El ya sospechaba que ambos algo se traían algo, parecían dos seres que gravitaban a donde estuviera el otro. Había tratado de no hacer caso a toda la publicidad que había en internet, era muy clásico una situación así en las novelas románticas, pero jamás imagino que se los toparía a ambos en una escena tan comprometedora. Ella estaba sentada en sus piernas besándolo en su cuello, él estaba aferrado a ella, esto solo le traía una palabra a su cabeza: problemas. - ¿puedo saber qué significa esto?
- Maestro… - brinca Demet avergonzada. Con tranquilidad Can se levanta pasándola ligeramente detrás de el para protegerla, para él no era tan espantoso como para ella, esto iba a pasar en algún momento.
- Maestro, - interviene Can – por favor…
Antes de que Can pueda continuar, Cagri rompe a reír. Ambos chicos se observan confundidos.
- Ay chicos… - ríe Cagri limpiándose los ojos - ¿acaso creen que engañaban a alguien? No tienen nada que explicarme porque de alguna manera ya lo sabía, no nací ayer… como sea, Faruk tiene que saberlo, pero ya lo discutiremos en su momento. Por lo pronto quise venir personalmente a anunciarles… - le entrega un sobre a cada uno – seguro han escuchado los premios “mariposa dorada” …

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