10 - Final

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-Gian Miyou, el hombre que me salvó de la muerte es el mismo que me condujo a ella. O querré decir, el chico de colores. - Decía Mish entre lágrimas.

-Lo siento. - Gian le ofreció su mano mientras se quejaba por el dolor.

Rápidamente quitó su brazo, estaba sangrando. Cayó a los pies de Mish. Elle se encontraba peleando con el carnicero, quien aún quería cortar a Elle.

-¡Vete de aquí, Mish! ¡Corre! - le gritaba Elle desde donde se encontraba ahora - Ve al jardín de las Mariposas, dile que quieres ir a Flor Amarilla, ahí está el portal. Sube todos los escalones, atraviesa el portal y vete de aquí. Mi muerte no será notoria yo llevo desaparecida catorce años, al contrario tu ausencia no tiene ni 24 horas, vete de aquí, incia una nueva vida. - Mish acató su órden y salió corriendo. Solo debía recordar el camino y la única pista: "Flor amarilla". Su ropa estaba ya sucia de todo lo que había pasado, se golpeó con muchas cosas porque estaba distraída por el asunto del chico de colores. Finalmente llegó al campo de las mariposas.

- Entonces, viajera ¿A dónde quieres ir hoy? - le decía aquella criatura gigante con su voz ronca

-Flor Amarilla -le contestó Mish suspirando.

El camino de la flor amarilla empezó a brillar y ella empezó a correr sin parar. Las mariposas se estrellaban en ella. La maleza comenzaba a crecer cada vez más. Las plantas seguían creciendo de manera muy veloz pero ella seguía corriendo. Finalmente llegó a dónde estaba el portal. Ahí estaba ella, subiendo los mil escalones para llegar al espejo portal. Lo tocó. Estaba sólido. No había manera de pasar por él. Cayó al suelo el abanico de Gian. Estaba tan molesta y distraída que no se dio cuenta de que cuando Gian cayó le dejó su abanico colgado en el cinturón del vestido que traía puesto desde la noche de los waffles. Ahora quizá podría pasar, ya que no podía llevarse nada de aquel mundo. Intentó de nuevo. Seguía sólido.

Según la ley, No puede pasar uno si no pasa el otro. Recordó a Gian. Pero no podría pasar con él, llevarlo de nuevo. Aunque si no lo llevara le seguiría atormentando. Pero si lo llevaba sería un martirio ya que, al ser de mundos diferentes y tener diferentes costumbres, no podría dedicarle tiempo a él. Solo quedaba una opción. Huír.

- ¡Gian! - gritaba desde lo alto esperando la respuesta del chido - ¡Gian Miyou! ¿Dónde estás cuando más te necesito? - Le seguía gritando.

Gritó tanto que se cansó. Se acostó en los escalones, mientras estaba llena de frustración. "¿Porque debería llevar al chico que me hizo pesadillas a un mundo donde me atormentará toda la vida? Pero si me quedó será como un suicidio. En fin y al cabo, es a donde él me quería llevar" fueron las palabras que pasaban por su mente durante todo ese tiempo que estuvo ahí. Finalmente llegó su príncipe azul a salvarle la vida.

-¡Mish! - Gritaba Gian desde abajo - ¡Mish Keke! ¿Dónde estás?

-¡Gian! ¡Gian Miyou! ¡Ven! ¡Rápido! - Mish Se había levantado y sacudido, esperando ansiosa a Gian. - Eres el que me condenó, y tú me sacarás de esto.

Gian apareció aún con su defecto. Logró subir.

-Mish - No encontraba palabras para expresarse - Te conozco desde hace años, pero tú no a mi, o bueno, no a mi forma real. Te vi crecer, vi como vivías con temor, estuve contigo toda la vida. Yo quería deshacer mi dolor torturando a una chica igual a mi hermana de la misma manera. Me aproveché de tu inocencia, lo siento. Pero ahora que he logrado convivir contigo, siento que no necesitaba nada. Soy feliz, o más bien, lo fui al estar contigo durante éste tiempo. Mish, creo que me he enamorado de ti. Siempre estuve contigo, quizá no como querías, pero estuve ahí todas las noches. Te acompañé, pero por mi culpa estás aquí. Lo siento.

Tomó la mano de Mish y estuvo a punto de tocar el espejo, cuando Mish dijo:

-Gian, debes prometerme algo antes de cruzar. -Mish estaba nerviosa

-¿Que pasa? ¿Que tipo de promesa? - Gian aún se sentía culpable por lo que había hecho en el pasado, pero aún así, esperaba ayudarla ahora.

-En cuánto pasemos el espejo, no me volverás a hablar en tu vida. Tu nuevo hogar será el mundo real. Y aprenderás a vivir en el mundo real. Son mundos distintos con costumbres distintas. Tienes que aprender a vivir ahí. Si estás dispuesto a ayudarme a regresar, tu debes despedirte de éste lugar. - Mish no estaba convencida de la decisión que había tomado.

-Lo prometo - Gian le hizo la promesa con meñique. Sabía que si había algo peor que atormentarla era no ayudarla ahora. Aceptó sin dudar. Era un sacrificio muy grande pero aún así valía totalmente la pena. Apretó su mano y ambos cruzaron.

FIN

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