Capítulo 14

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El piso de la celda lucia frío. O al menos eso le parecía a Let.

Joana estaba recostada sobre la superficie. Parecía cómoda, como si estuviera acostumbrada a dormir en el suelo, pero el ángulo que tomaba su cuello lucia doloroso. Por su parte, Let estaba sobre la superficie dura de un colchón tan usado que parecía más un tapete, pero sin duda estaba más cómoda que su compañera de celda.

Cuando Joana arranco el auto no llegaron muy lejos. Let no había hecho nada más que quedarse quieta en el asiento de copiloto y ahogar su miedo. Joana estaba tan concentrada conduciendo que apenas parecía respirar, aunque a diferencia de lo que creía Let; Joana estaba más concentrada en conducir con cierto nivel de seguridad, que en escapar, y esa fue la razón por la que habían terminado encerradas.

Let se había asustado cuando las patrullas rodearon el auto y apuntaron sus armas, pero su miedo se transformó en consternación cuando los oficiales miraron a Joana y todos bajaron sus armas y rieron.

_Joana nos debes una dona a todos, esta vez logramos alcanzarte_ vocifero uno de los oficiales mientras las esposaban y la llevaban despreocupadamente hacia las patrullas.

_Suerte de principiante_ bufo Joana.

La complicidad era tan arraiga, que en cuanto las metieron a la celda, Joana pidió mantas limpias y un té para calmar los nervios, todo se lo dio a Let.

La pelirroja no se había movido ni un centímetro. Pensaba que si se movía algo malo pasaría, pero Joana la había ayudado a tener la mayor comodidad posible, así que decidió ayudarla a ella.

Let se levantó y se quitó su chaqueta, doblándola hasta hacerla más o menos cómoda, y trato de colocarla con cuidado debajo de la cabeza de Joana. Trato de no moverla para evitar despertarla.

Sus facciones estaban tan serenas que parecía incluso más joven. Let sintió el impulso de abrazarla pero se paralizo cuando Joana abrió sus ojos, a esa distancia, sus ojos no eran tan oscuros, tenían trazos marrones sobre el fondo negro tan claros que parecían dorados. Joana mantuvo su rostro sereno, pensaba que Let ya estaba lo suficientemente asustada como para asustarla más.

_Esta mañana me lanzaste la apestosa comida de la cafetería y ahora te preocupa mi comodidad_ aventuro Joana.

Let no tenía palabras para ella. Jamás había visto a Joana tener la guardia tan baja. Era como si estar entre los barrotes la hiciera sentir segura. Joana lucia tan calmada y serena, que Let se sorprendió cuando bajo la mirada a los lunares en su cuello y noto el pulso acelerado.

_Deberías de dejar de usar maquillaje_ vocifero de pronto Joana.

Joana vio el rojo avanzar por la piel clara de Let, hasta alcanzar a teñir sus mejillas y jamás entendió lo que le paso en ese momento. Ella sabía que debía dejar ir a Let, y en su lugar miro sus ojos azules, no estaban turbios como en la cafetería, ahora eran de un azul tan claro, que a Joana le recordaba las tardes de parque que tenía con su hermano, y simplemente estiro el brazo enterrando sus dedos en el cabello cerca de la nuca de Let.

Sus dedos desaparecieron en el mar rojo, antes de tirar de Let y acercarla.

Hasta ese momento Joana jamás se había imaginado a si misma besando a alguien como Scarlet. Ella odiaba todo el brillo, todo el color. Y allí estaba, sintiendo la suavidad y la excitación de la chica más colorida que había conocido.

Let se sentí en una nube, como si no pudiera creer lo que pasaba y no lo creía del todo. Joana besaba tal cual lo había imaginado, besaba sin prisa y sin vergüenza. Besaba como si te estuviera haciendo el mayor de los favores.

Let no se lo creía y cuando sus labios se separaron pensó que Joana se reiría de ella. Pero en su lugar, sus ojos oscuros la miraron con calidez mientras acariciaba los cabellos cortos de su nuca.

Las mejillas de Let estaban tan rojas que casi podía iluminar toda la celda. Joana quiso sentir la piel de sus mejillas y saber qué tan suaves eran. Pero cuando escucho pasos acercarse se enderezo de golpe, bajo las manos y sus ojos permanecieron fijos en la cerradura.

_Ve a la cama_ ordeno Joana.

Let no entendía mucho del asunto pero prácticamente corrió hacia la cama y se sentó sobre ella, sintiendo que las mejillas le ardían.

De pronto la puerta de la celda se abrió y un oficial empujo dentro a cuatro chicas. Todas tenían brillantina sobre la piel, faldas cortas y tops rasgados que dejaban ver el encaje de sus sostenes.

Le dieron una mirada rápida a Joana y Let noto el reconocimiento en sus ojos, pero Joana miraba sus uñas como su fuera lo más interesante del mundo.

Let no se alertó, hasta que una de ellas se colocó frente a ella. Era la más alta de todas y sus ojos café estaban enrojecidos.

_Al suelo niña bonita_ vocifero casi gruñendo, y Let estuvo a punto de salir dispara fuera de la cama cuando la voz de Joana se alzó.

_Ella se quedara allí el tiempo que quiera y ni siquiera la miren_ la voz de Joana fue calmada pero con una dureza que parecía lacerar el silencio.

Let la miro. Se acercaba perezosamente hacia ella, con su chaqueta colgando de su mano. La calidez que había visto en sus ojos había desaparecido por completo. Miraba con dureza y arrogancia y ninguna de ellas fue capaz de llevarle la contraria.

La chica alta que le había hablado a Let se alejó, y las cuatro nuevas compañeras de celda terminaron sentadas en el suelo, y Joana y ella sentadas sobre la cama.

La curiosidad de Let se mezclaba con su miedo y con la emoción de su beso. Quería hacerle tantas preguntas pero sabía que no era el mejor momento. El misterio de Joana solo crecía pero sorprendentemente Let no sentía miedo de Joana.

No paso muchos minutos cuando la celda fue nuevamente abierta para decir que Let y Joana podían irse.

Let no sabía a qué le tenía más miedo, a hablar con Joana o a su madre cuando la viera. Pero para sorpresa de Let no era su madre la que la esperaba a las afueras de la comisaría. Eran Patrick y Caroline.

Let corrió a abrazar a su amiga. Caroline la abrazo hundiendo su rostro en su cabello y sintiendo que la preocupación se disipaba.

_ ¿Qué haces aquí?_ espeto Joana.

Caroline y Let se separaron para mirar a Patrick y a Joana.

Patrick miraba despreocupadamente sobre el hombro de Joana y ella apretaba los puños con fuerza a cada lado de su cuerpo.

_También pague por tu fianza, deberías agradecerme_ vocifero Patrick.

_Tienes razón, debería de agradecerle a la persona responsable de que saliera_ vocifero Joana y sus ojos fueron directamente en Caroline _Gracias Caroline, por hacer que Patrick piense en alguien más que en sí mismo.

Joana no espero que nadie dijera nada más, ni siquiera espero que Let le dijera algo, cuando comenzó a alejarse y su figura se perdió cruzando la esquina de la cuadra.

Patrick parecía no importarle aquello y cuando se acercó para despedirse de Caroline, Let noto que tenía tres lunares pequeños en su cuello, muy parecidos a los de Joana.

Rojo Oscuro (Trilogía Fantasma libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora