Pablo Parte III

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Recorrí el pasillo y bajé las escaleras, repasando en mi mente las formas de convertir en fantasmas, las inconformidades que sentía. Definitivamente están ahí, producto de la imaginación y cúmulo de una serie de traumas que no veía venir, por eso mismo no los había notado hasta ese momento.

Comencé involuntariamente a pensar que mi comportamiento frente a la situación se debía a viejos traumas que había visto en casa. La casi inexistente demostración afectiva entre mis padres y hacia nosotras. Mi hermana y yo. -A reserva de lo que ella piense-, yo siento que me hizo falta amor; por eso me empeño en buscarlo aún en personas que quizá no merecen que les de esa calidad de sentimiento, porque si bien es cierto que me cuesta trabajo entregarme a las personas, por mi obstinada obsesión de pensar que antes de ofrecerlo, ya se están yendo. Haciendo una evaluación introspectiva reconozco que una vez que doy es a manos llenas, sin ningún tipo de temor a la deriva.

Llegué a la alberca vacía. El viento comenzaba a enfriarse, ya no era el clímax de la cálida tarde la que nos acompañaba, y en cambio una ola de mujeres en plena despedida de soltera, se ubicaban cerca de nosotros.

Tuve que recorrer con mis manos el pesado camastro, pues estaba lejos de él. No sé si estaba necesitada pero me parecía que la lógica debió indicarle que yo necesitaba sentirlo cerca, sobre todo después de lo que acababa de pasar. Una cosa más a la lista de acciones que dejé pasar.

Sonreí débil y me recosté a su lado. Él con los audífonos puestos y yo con el libro abierto en la página 84, me encontraba leyendo Ne me quitte pass de Maxim Huerta. Nunca preguntó de que iba la lectura como yo tampoco cuestioné la música que reproducía. Esperó que su canción concluyera para entonces preguntarme si todo estaba bien.

-Sí, supongo que solo estoy un poco cansada por el vuelo y la madrugada. Creo que quiero terminar este capítulo y dormir un poco.

-Bueno pero yo tengo hambre, pensé en ordenar algo en la barra de allá, y tomar algunos drinks.

-(Estoy cansada ¿no lo oíste?, pensé... sin ser capaz de pronunciar).

-Si... puedo comer algo ¿vamos?

Y nos levantamos hacia la barra, donde estaban todas las chicas guapas.

Nota al lector: Deben saber que hoy confieso haber superado esta decepción incluso psicológica, porque hubo algo con lo que él jamás pudo atentar: La confianza que (aún) mantengo sobre mi cuerpo. Pues aunque sé que no es perfecto, lo amo incondicionalmente, y por eso... jamás pudo desmoronar mi barricada de huesos.

Hay un defecto que mis claros ojos verdes pudieron notar casi de inmediato. Tenía muy mal gusto para los alimentos, siempre ordenaba lo peor del menú, era como si una conspiración de foodies lo persiguiera y atormentara. Por eso aunque le costaba trabajo cederme la palabra, sabía que yo elegiría mejor, regodeándose podría asumirlo:

"Claro, por algo me supo elegir a mí"

No me quedo corta cuando lo narro así. En fin.

2 palomas sin escarchar con Don Julio 70 y una orden de camarones frescos al ajillo, pronuncié ante lo que él se quedo callado y dispuesto a esperar.

En la llegada, hubo besos, abrazos, no sé si la temperatura del agua de esta pequeña piscina era más cálida y por lo tanto a ambos nos ponía así, o simplemente a él le atraía sentir la atención de la ola de mujeres que no le quitaban un ojo encima, y a quienes casi podía escuchar en mi oído susurrar: Pero mira que pequeña es ella. Sí, es linda pero no lo suficiente para él. ¿Por qué salen?, quiero decir she's cute, pero no es una mujer, no una como yo.

El amor en tiempos digitalesWhere stories live. Discover now