Han pasado varios meses desde la última vez que escribí de él: Mi némesis.
La tarde terminó de transcurrir con tranquilidad, la tienda de los snacks apenas necesitaba que nosotros camináramos 5 minutos desde la habitación, para poder hacer una dotación y tener el plan perfecto para dos. Él y yo que muchos, muchísimos años después estábamos escribiendo una historia, coexistíamos en tiempo, lugar y ganas.
A ratos me decía: no sé qué debo estar haciendo tan bien.
Me bañé solo para quitar el cloro del agua, mientras él alistaba el jacuzzi con vista al mar.
Admito que la locación de esta historia es casi tan bella, como lo que yo sentía por él.
Incondicionalidad sobre humana, capaz de darme las respuestas antes de generar las preguntas a mis inconformidades, las mismas que continuamente dejaba pasar por miedo a perderlo, o peor aún... a que él me dejara.
Nota al lector:
La otra noche merodeaba por las memorias audiovisuales de mi celular, ya no hay nada. Comprendí que sin arrebatos cuando decidí finalmente borrarlo, literalmente desapareció de todos lados, menos de mi mente. Ahí sigue viva la fotografía que nos tomamos varios días después durante el viaje y que sin duda, es mi favorita.
No solo me sentía sino que me veía plena.
Recordarán que les conté, que para estar con Pablo tuve que despedirme de un hombre leal y honesto, al que yo definitivamente no merecía.
Odio escribir esto pero en verdad me esforcé en quererlo tanto como me quería él.
Por eso me encontraba desesperada por sentir un amor capaz de cobijarme todas las noches y poner punto final a mis temores y oscuras pesadillas.
Pero no fue así.
Continuó.
Me metí al jacuzzi y de pronto era como tener el tiempo en nuestra contra. Todo lo que él tenía planeado lo quería hacer de golpe y sin considerarme.
Jacuzzi, snacks ahí dentro, ni siquiera había cenado. Tragos, palabras, promesas, dulces, caricias, pero nunca secretos ni intimidades. Pablo era como estar de frente a la Muralla China e intentar escalarla en lugar de caminarla.
Imponente y cuestionable en todo momento, drenaba mis ganas y mi actitud llena de positivismo.
"Ya no quiero estar aquí dentro", me voy a salir, pronuncié al aire, pues pareció ignorarlo y tenerme ahí hasta que mi piel luciera mayor que la de él.
Cuando por fin se cansó, salimos, fuimos a la cama y cerré los ojos, dándole la espalda.
————
1, 2, 1, 2
Me desperté con una pequeña tira feliz que se filtraba por la pesada cortina del balcón.
1,2,1,2
Como quien está perdida no entendía de dónde venía el conteo.
Voltee a mi alrededor Pablo no estaba ahí.
Me levanté, caminé hacia otra parte de la habitación y ahí estaba, ejercitándose un viernes a las 8 de la mañana -no miento-, como si solo se tratara de tener mi atención.
Creo que exagero si digo que solo lo hizo por 10 minutos.
Y nula comunicación.
Me arreglé, preparé unos termos con más tequila que refresco, y baje al buffet con la intención de comer todo lo que no había podido la noche anterior.
Él... él llegó después para cuando yo ya estaba recostada bajo el sol.
Ahora él hizo lo que yo, el día anterior.
Me buscó, me encontró y acercó su camastro lo suficiente como para poder oír mi respiración.
Y así... transcurrió la tarde.
Dormidos entre siestas, leyendo algunas páginas de Maxim Huerta, escuchando música y mirando a nuestro alrededor.
Ya no estaban las chicas de ayer, pensé. Probablemente la pasaron tan bien que siguen dormidas.
Me metí a la alberca y minutos después me alcanzó.
Encontramos una pelota de volleyball y el juego terminó cuando se dió cuenta que yo jugaba mejor.
Genuinamente el fantasma apareció:
¿Por que le molesta tanto que en algo pueda ser mejor?, ¿será esto algo que pueda causarnos problemas?, estás exagerando Paloma, otra vez lo estás haciendo. Y dejé de pensar.
De vuelta en el camastro me recosté entre los dos, el mío y el suyo.
Puse mis cabeza sobre sus piernas y la mitad de mi cuerpo estaba sobre mi camastro. Podía ver cada marca que su rostro tenía, cada anécdota que las ligeras arrugas podían contar, y las acaricié.
Nunca me había sentido tan bien con él. Les puedo jurar que nunca en todo el tiempo que estuvimos juntos, lo vi tan enamorado de mi como ese día sé que lo estuvo.
No me soltaba, sus brazos calientes por el sol, protegían mi cintura.
Por primera vez era él quien tenía insaciables ganas por retratar nuestro tiempo y hacerlo indeleble.
Yo no tenía miedo. Me sentía invencible.
Tomamos del termo hasta que se terminó, y ambos estábamos un poco "enfiestados".
Regresamos a la habitación porque a la mitad de la diversión, recordó que había quedado con un amigo en Playa del Carmen.
Era la primera vez que yo iba a conocer a uno de sus grandes amigos, con quien vivió en Singapur.
Nos alistamos y partimos hacia Playa.
Llegamos tarde, casi corriendo. Ellos nos esperaban dentro del restaurante, el calor era insoportable.
Mucho gusto, me presenté y la pareja lo hizo también.
Ella se miraba de mi edad, más tarde lo confirmé que ambas somos del 93.
Su novio que aún sigue siendo mi amigo, tan sencillo y carismático como siempre.
Yo vivía la utopía de mi relación.
Aquella donde lo veía sonriéndome, presumiéndome, haciendo alarde de su admiración por mi y repitiendo la historia de cómo nos conocimos.
Mi nueva amiga estaba feliz, sonreía por la historia cuando de pronto me pidió que la acompañara a la tienda de enfrente a buscar unos lentes de sol.
¿Cómo?, me preguntaba internamente. ¿Ella quiere que me pierda la mejor parte?
Fue como si se tratara de un plan, lindo pero extraño. Salí junto a ella y comenzó:
¿Y bueno... cómo le hiciste?
Conozco a Pablo desde hace tiempo, mi novio es muy amigo suyo.
El otro día fue a cenar a la casa y nos platicó de ti.
No paraba de sonreír, de emocionarse y de notarse feliz.
Le pregunté si se casaría contigo, y ¿sabes qué respondió?
Eso si, breve y muy nervioso dijo:
"Es muy pronto para pensar en algo así, pero... ella tiene muchas cosas que me inspiran paz"
Nosotros conocimos a su ex. Una loca demente que lo trató peor que aún perro. Lo exhibía frente a la gente y lo insultaba también. Era posesiva y aficionada de tener el control. Nunca nos llevamos bien y aunque eso ya tiene tiempo, pobre... sufrió mucho.
Te cuento todo esto porque lo queremos ver bien ¿si sabes verdad?, es nuestro amigo y después de varias decepciones lo último que quiero... quiero decir lo último que espero es que ustedes dos terminen.
¿Gracias?, supongo es lo que tengo que decir, sin embargo fue muy al estilo Pablo que pareció importarme poco todo, incluso el asunto de la ex novia, que volví al restaurante.
Cuando escuche la segunda parte del plan: vamos a ir a fumar puros y shisha casi frente a la playa.
Nos levantamos, salimos del lugar y cuando nos adelantábamos me preguntó: ¿y los lentes?, no los encontró. ¿Se tardaron algo, no?, si es que los buscamos muy bien.
Te noto rara, dispersa.
No, solo estoy digiriendo la comida y los alcoholes. Pasamos de estar un poco de fiesta a conocer a tus amigos y manejar 45 minutos.
Mmm ¿estas segura?,
Si, lo estoy.
Oye no te voy a decir mucho porque no tengo derecho pero cuidado con la novia de mi amigo, a veces es exagerada, metiche y muy mentirosa.
Bingo pensé internamente.
Si me lo dice o me lo "advierte" es porque:
A) Ya pasó algo entre ellos o
B) Es muy amiga de la ex novia
Que hasta ese momento y sin rodeos les digo: no me había quitado el sueño.
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El amor en tiempos digitales
RomanceTodas las historias aquí compartidas, pertenecen a una serie de escenarios múltiples, con personajes diferentes, llenos de características particulares, unidos por un factor común: la interacción interpersonal a través de plataformas digitales.