3. Malditos mensajes

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Y por el momento voy a aprovechar que mi inspiración está a todo mecate con este fic, porque no saben cuántas ideas tengo y ahora es cuando me gustaría escribir súper rapidísimo, pero ni modo, intentaré escribir lo más que pueda para ganarle a la inspiración.

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Disclaimer: Inuyasha le pertenece a la gran Rumiko Takahashi, yo solo los tomo en estos momentos de aburrimientos (y en los días de inspiración) para poder saciar mis perversiones... digo... poder entretener, aunque sea a poquitas, pero de todo corazón.

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Capítulo 3
Malditos mensajes

Mi celular suena con un nuevo mensaje, la verdad es que nunca he podido negar que la cama de este lugar es lo más maravilloso que tiene, aunque realmente no tiene mucho, solo un desayunador con 2 bancos, una TV y una nevera, solo lo básico y lo que se necesita para ocasiones cómo estas.

Abro los ojos arrugándolos, realmente es como si estuviera embriagada, aunque creo que todavía lo estoy y solamente estoy pasando por lo efectos de la desintoxicación, aunque si eso fuera cierto no estuviera aquí, desnuda, envuelta en sábanas de algodón fino y un edredón que parece que me arropara con nubes.

»Buenos días dormilona, ¿cómo amaneces?

—¡Rayos! —grito saltando de la cama tomando mi celular, lo bloqueo y lo vuelvo a desbloquear. Bravo Kagome, con los cheques en azul sabrá que ya viste su mensaje, me reclamo abriendo nuevamente el whatsapp, creo que realmente debería de quitarle esa opción a la app.

»Hola Inu, buenos días.

¡Bravo! Completamente elocuente, me felicito casi entrando en pánico.

—¡Rayos, rayos, rayos! —grito tratando de encontrar algo en el ropero, aunque por lo que más estoy rogando es por tratar de encontrar alguna excusa creíble.

—¿No es muy temprano para que pierdas el juicio? —Sesshoumaru se levanta tronándose el cuello y sentándose en la cama ¡vaya! Con esa vista es obvio que perderé la concentración.

—¡Esto no es lo que acordamos Sesshoumaru!

—¿Qué? —pregunta suavemente levantándose y acercándose a mí con esa poderosa erección mañanera que me distrae y hace que mi intimidad empiece a pensar por sí sola, durante mucho tiempo he creído que probablemente en mi última vida fui hombre, porque al parecer toda la sangre de mi cerebro se baja por completo y se concentra nada más en mi clítoris y en mi vagina, porque ellas son las dos únicas que piensan en esta situación.

Mi celular empieza a vibrar y a sonar una, dos, tres veces con un nuevo mensaje y por lo menos eso me hace reaccionar empujándolo.

—¡No me desconcentres!

—¿Yo te desconcentro? —pregunta con picardía acercándose por atrás dándome suaves besos en mi hombro izquierdo y mi celular empieza a sonar otra vez como loco, aunque creo que la que se está volviendo loca soy yo.

—Tú... y... tú amiguito de allí —señalo su erección—, ¿no podrías taparte? Es demasiado temprano.

—No podemos hacer nada en contra de la naturaleza —asegura encogiéndose de hombros para entrar al baño y salir con una toalla—. ¿Y tú por qué estás enloqueciendo tan temprano? ¿Tu noviecito siempre te escribe tan temprano?

Mi jefe y mi amante tienen por nombre SesshoumaruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora