7. Emociones al rojo vivo

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Disclaimer: Inuyasha le pertenece a la gran Rumiko Takahashi, yo solo los tomo en estos momentos de aburrimientos (y en los días de inspiración) para poder saciar mis perversiones... digo... poder entretener, aunque sea a poquitas, pero de todo corazón.

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Capítulo 7
Emociones al rojo vivo

Si la adrenalina ha tomado posesión de mi cuerpo y de mis acciones al entrar en este lugar, ahora ya no sé que es lo que hace que cada una de mis piernas sigan en coordinación con mis actos.

Me dejan un rato a solas para poderme secar y retocar, especialmente el cabello y la máscara. Inuyasha está en la habitación y el maestro Tenseiga se ha ido a otro lado, todos para hacer exactamente lo mismo. Al terminar, abro la puerta y me los encuentro a los dos, solo en ropa interior.

Al ver la cama, cuando entro, me detengo en seco, ¿en serio haré todo esto frente a muchos extraños?

—¿Qué sucede? —me cuestiona Inuyasha.

—No... no quiero... no quiero que nadie nos vea.

Ambos se vuelven a ver confundidos y Sesshoumaru es el primero que ve al vidrio y luego Inuyasha parece entender.

—Claro que no... esto será algo solo para nosotros tres —me asegura el primero, mientras el maestro se queda callado.

Los besos quedan fuera del juego, no es justo para ninguno de los tres. La protección es lo primordial así que colocan varios sobres de preservativos a un lado.

—Los brazos, ¿te duelen?

—No... maestro... todo está bien —él asiente.

—¿Cómo te imaginas esta noche? —Inuyasha se acerca por detrás para abrazarme por la cintura. Yo estoy desnuda, pero llevo mi bata de cerezos para cubrirme un poco mientras entramos nuevamente en calor.

—¿Có...mo?

—Sí, ¿querías público? —su curiosidad me parece muy valedera, imagino que debe ser para poderme relajar, así que dejo de pensar un poco.

—A decir verdad... sí...

—¿Qué te ha hecho decir que no? —encojo mis hombros mientras él empieza a mordisquearme el hombro tras bajar un poco mi bata y dejármelos al descubierto.

—No lo sé...

—Lo sabes —puntualiza el maestro tomando mi barbilla para que no baje mi cabeza y lo vuelvo a ver.

—Lo... del baño... fue... muy excitante...

—¿Pudimos satisfacerte? —pregunta Inuyasha con picardía a mi espalda y yo asiento.

Él me quita la bata la cual cae al suelo dejándome desnuda frente a Sesshoumaru.

—Más que eso... fue algo... especial... sin necesidad...

—¿Sin necesidad? —pregunta Inuyasha.

—Sin necesidad de alguien más, solo nosotros...

Mi sinceridad hace que los dos se detengan y me siento como si fuese Alicia en el país de las maravillas, ¿en serio estoy a punto de hacer lo que estamos a punto de hacer? Mi cerebro está fundido, las palabras no tienen coherencia alguna.

El maestro Tenseiga se abalanza sobre mi cuerpo encorvándose para comer mis senos, Inuyasha empieza a delinear mi cintura y mi figura por detrás, solo soy gemidos.

Mi jefe y mi amante tienen por nombre SesshoumaruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora