5. La Mansión

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Perdón que no lo había aclarado, pero cuando la escritura esté en pasado es cuando Kagome está teniendo un flashback, cuando esté en presente es porque está pasando en ese momento, porque hay mucho que tenemos que saber del pasado de Kagome y Sesshoumaru, sobre todo el de ella para saber porqué se comporta cómo se comporta, ya lo vimos en el capítulo pasado y nos dijo mucho sobre ello.

Por otro lado, espero que no, que no sea un fic demasiado largo, solo es para saciar un poco la perversión durante este encierro y así poder continuar con el oscuro secreto y quien quita que también con los drabbles.

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Disclaimer: Inuyasha le pertenece a la gran Rumiko Takahashi, yo solo los tomo en estos momentos de aburrimientos (y en los días de inspiración) para poder saciar mis perversiones... digo... poder entretener, aunque sea a poquitas, pero de todo corazón.

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Capítulo 5
La Mansión

—¿Estás segura de esto?

El corazón me palpitaba con tanta fuerza que ni siquiera había escuchado bien la pregunta de Sesshoumaru hasta que él me tocó la mano.

—Kagome, ¿estás bien? —asentí solo por hacerlo, pero estaba completamente nerviosa—. Si no quieres sabes que...

—¡No! —lo interrumpí dándome la media vuelta en el asiento de cuero para verlo.

Recién acababa de comprar el Audi y no sé qué demonio le había picado de estrenarlo para ir al lugar más extraño y alucinante fuera de la ciudad.

—So-Solo... estoy algo nerviosa...

—Sabes que podríamos posponerlo hasta que estés segura.

—¿Estás seguro de que podríamos hacerlo? —él sonrió de medio lado con esa sonrisa demoníaca que tenía, una que me hacía bajarme los calzones cuando me dejaba llevar por ella.

—No, o lo hacemos hoy o no nos dejarán entrar otra vez.

Tomé todo el aire que pude y asentí. Él se bajó del auto y me abrió la puerta con gracia, elegancia, pero sobre todo con decisión me bajé tocando el parqué de aquel lugar con los tacones de 13 cms de las botas negras que portaba. Llevaba una minifalda del mismo color y una blusa dorada de tirantes con perlas que pasaba por mi espalda dejándola casi al aire libre.

Antes de bajarnos, Sesshoumaru me entregó una máscara de un gato para tapar la mitad de mi rostro, era blanca con flores rojas y rayas doradas, él llevaba una de zorro en color negro con detalles en dorado y rojo, difícilmente alguien podría reconocernos. Nadie en aquel lugar podía ver las caras de otros, era la primera regla para los nuevos.

Mi cabello iba agarrado en un moño y aquella mañana de sábado me había hecho unas luces plateadas en mi cabello que se removerían con agua al día siguiente. Mi cuello lucía extrañamente largo justo como el de Noni... tengo que dejar de pensar en ella, me dije sacudiendo mi cabeza y dejando a la persona más sagrada para mí en la casa a donde debía de estar y no corriendo en mi imaginación.

—Todo estará bien, estarás en mis manos.

—¿Solo en las tuyas?

—Hasta que tú lo desees.

Apreté con más fuerza su mano y supe que con él estaría bien.

Desde que vi a Sango y a Miroku en aquel lugar sabía que algo nunca estaría bien conmigo, no podía ser... normal como cualquiera esperaría, porque nunca en mi vida había experimentado un orgasmo tan intenso como los que tuve con él esa noche y los que tuve después, solo eran una apertura para lo que vendría.

Mi jefe y mi amante tienen por nombre SesshoumaruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora