Han pasado algunos años desde que Batman apareció por última vez en Ciudad Gótica. Encerrado en su mansión, y en si mismo también, Bruce Wayne deberá descender a la oscuridad que tanto ha estado evitando para enfrentarse a los demonios de sus fracas...
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Carrie Kelley abría lentamente los ojos, sentía su cuerpo sumamente relajado y aún estaba algo mareada. La joven se sentó en la cama e intento llevarse la mano derecha a la frente pero se dio cuenta que esta estaba apresada a la cama por unas esposas.
—Oh, rayos.
Carrie observo a su alrededor, notando que estaba en el interior de una cueva. Escuchaba a los murciélagos revoloteando en la oscuridad y no tardo mucho en sentirse observada.
—¿Por qué te pusiste ese traje? —preguntó Batman con cierto enojo en su voz.
—Y-Yo, yo...
—Habla —ordenó el murciélago quedando frente a la joven.
—Mi madre fue secuestrada por los mutantes. Yo quiero encontrarla.
—Deberías dejar que las autoridades se encarguen de eso.
—La policía es incompetente y tiene infiltrados. No puedo confiar en ellos.
—Entonces yo me encargaré —afirmó Batman—. Tú debes volver a tu casa y quemar ese maldito traje.
—No lo haré —respondió Carrie—. Voy a buscar a mi madre con tu ayuda o sin ella.
—No pienso permitirlo.
—¿Y qué harás? ¿Mantenerme cautiva aquí hasta acabar con los mutantes? —dijo la joven mientras lágrimas asomaban por sus ojos—. Es mi madre, es la única familia que me queda ¿qué acaso no harías todo lo posible para salvar a tu madre si esta estuviera en peligro?
Batman se quedó en silencio y finalmente se dio la vuelta ignorando las suplicas de la joven. El murciélago se alejó caminando hasta dejar a la chica vestida de Robin en total soledad.
—Veo que la jovencita despertó bien —exclamó Alfred.
—¿Escuchaste lo que dijo? —preguntó el murciélago.
—Así es. ¿No estará pensando lo que yo creó?
—La chica tiene entrenamiento militar y policial. Su padre era Frank Kelley, un sargento del ejército que murió en la batalla de Metrópolis hace casí un año. Su madre es Ellen Yinde, la nueva Comisionado que fue secuestrada por Los Mutantes.
—Señor, no debo recordarle lo que le pasó al señorito Dick y a la señorita Bárbara.
—¿Creés que no lo recuerdo? —cuestionó con irritación—. No pasa una noche sin que no recuerde sus muertes.
—Entonces sabe lo que debe hacer —le increpó el mayordomo.
—¡No lo sé! —gritó exasperado el murciélago mientras alzaba los brazos—. Yo, no lo sé.
Bruce se saco la máscara y suspiro con resignación.
—Sí la dejó ir volverá a salir como Robin y podría terminar muerta. Si la mantengo a mi lado la puedo proteger, pero ya sabemos que eso no funcionó bien la última vez. Necesito pensar a solas.
