Capítulo 7.

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Eva (Narradora)
Siempre me habían dicho que buscara lo que encendiera mi alma.
Y ahí, estaba yo buscándolo en un barecillo de la ciudad condal.
Pero lo importante no era el bar, ni dónde estaba, sino con quién.

Manteníamos una conversación apaciguada, sin prisa. No la teníamos. No sé si afortunadamente, o desafortunadamente, la verdad.
¿Estaba volviendo a sentir cosas por la persona que se encontraba en frente mía leyendo la carta atentamente?
Realmente, es que nunca había dejado de tener sentimientos hacía él.

- Eva. ¿Aviso al camarero? ¿O todavía no sabes?
En ese instante caí en que había entrado en una especie de trance y tenía que responderle.
- Sí claro.

- Bueno pareja, ¿Que os apetece?
Hugo se atragantó al escuchar la palabra pareja y yo no podía parar de reírme.
Si el camarero supiera que somos expareja y que teníamos una gran historia detrás también se hubiera atragantado o reído.
- Yo quiero una tapa de la especialidad de la casa.(Dije como puede, no sabía ni que había pedido. Pero estaba feliz)
- Yo lo mismo. (Dijo Hugo todavía un poco incómodo)
Nada más que se fue el camarero Hugo me miró y se empezó a reír.
- ¿De qué te ríes tú eh?
- ¿Sabes lo que has pedido? Porque yo no tengo ni idea la verdad.
- Yo realmente tampoco.
Nos reímos los dos. Vaya cosas.
- Brindemos por......
Por Anne y por Gèrad.
Sonreí. Al principio quería matar a los dos. Pero la final, les agradezco todo.
- Por ellos. (Contesté)
En ese instante me llamaron.
John
- Hola. Ya he llegado a Londres.
- Qué bien.
- ¿Tú qué?
- Tomando algo. ¿Tú ya en tu casa imagino, no?
- Sí. Pásatelo bien con Hugo. Besitos Evi.

Como sabía que estaba con Hugo. Me tuve que reír, ¿de verdad era tan predecible?

- Gracias. Te quiero muuucho guapete.
Hugo no me quitaba la mirada de encima.
Y a mí me estaba estresando.
Su mirada era tan profunda, que me daba repelús.
El camarero trajo la comida y nos la comimos. Mientras que manteníamos una conversación trivial, comparado con lo intensitos que somos.
- Voy a pagar. (Me dijo Hugo. Estaba tenso)
- Pagarás lo tuyo, lo mío lo pago yo.
- Que no Eva. Que a esta te invito yo.
- Estoy en deuda de invitarte a algo. Que lo sepas.
- Vale, guapa.
Y se fue hacia la barra.

Este chico me va a volver loca. Bueno, me iba a volver yo loca. Esta noche hablaré con la mujer más prudente de este planeta tierra que mejor aconseja, madre Nia.

Él pago la cuenta y nos dirigimos al hotel.
Quedaba a cuatro calles de donde estábamos según Hugo.
- Bueno, pues te debo una comida Hugo. Que lo sepas.
- Vale gallega.
Es que lo echaba todo de menos de él.
Su olor, su risa, su acento, su gallega.
Me culpaba por echarlo de menos. Y me recordaba que había pasado diez años atrás pero es que lo que yo sentía era un poder superior a mi mente.
Cuando íbamos ya llegando la hotel, comenzó a llover.
Si a llover. A pesar de que hacía un calor bochornoso.
- No puede ser.
- Menos mal que solo queda esta calle.
Pero apretó la intensidad. Y comenzamos a correr.
Hugo llego antes que yo al techado del hotel, yo llegué cinco segundos después con la mala suerte de que con los deportes que llevaba me resbalé hacia delante.
Hugo me cogió. Quedamos muy cerca. Yo levanté mi mirada a sus ojos. Él la bajo a mis ojos. Y yo la bajé a sus labios. Nuestras narices rozaban. Iba a besarlo. Repito, iba a besarlo.
Pero no, el movió su cabeza y me terminó dando un beso en la comisura de los labios.
Pero me supo mal.
Yo sonreí y él me sonrió.
- Mira Eva, eh..... (Dijo rascándose la nuca)
Yo no tenía ganas de escuchar nada. Salvo música triste para llorar. Estaba cansada. De todo.
- Buenas noches Hugo. Te sigo debiendo esa comida. Hablamos.
Y me dirigí a entrar al hotel. Lo último que escuché salir de su garganta fue un Joder.
Si Hugo. Joder. Eso digo yo.

Entré en el hotel.
Pedí que si me podían prestar un paraguas en recepción.
Me asomé a la puerta para asegurarme de que Hugo no estuviera.
Eran las diez y cuarto de la noche. Pero recordé que a una calle había un supermercado 24h.
Fui allí y compré una botella de Ron y helado mucho helado.
Yo no era de beber casi nada, pero me apetecía, quería desahogarme aunque fuera con una botella.
Volví al hotel. Devolví el paraguas y ya si que sí subí a mi habitación.
Me duché rápido y comencé mi plan de noche.
Beber Ron y comer helado.
Vaya noche.

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