Capítulo 8.

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Hugo (Narrador)

Le había dado un beso a Eva Barreiro.
Después de diez años.
Lo añoraba. Añoraba su esencia.

Me había despertado. Pero no me quería levantar. Estaba demasiado bien.
Tenía miedo. Sigo sin saber si Eva tenía a otra persona. No quiero hacerlo mal otra vez.
Desde luego que no.
De un momento a otro observé a Eva hacer pequeños movimientos y seguidamente abrir los ojos.
No me dió tiempo a cerrar los míos para aparentar que no estaba despierto. Tampoco quería.
Ella me sonrió.

- Buenos días, tardes. No sé qué buenos decirte.
(Miró la hora) Uy, hora de comer. Buenas tardes.
- Gracias galleguiña.
- ¿Has dormido bien? Encima que te hice yo quedarte.... Espero que no hayas dormido mal.
- Bueno quise yo quedarme. He dormido muy bien para tu información. Mejor que nunca.
- Pues me alegro.
Se levantó y se acercó hacia el ropero que estaba al lado de mí lado de la cama.
- ¿Me ducho y vamos a comer?
Me sorprendió y me agradó.
- Claro.
Se acercó a mí y me dió un beso en la mejilla.
- Gracias por quedarte, cordobés.
Justo después se dirigió hasta el cuarto de baño.

Esta mujer me estaba volviendo loco.
Cogí el móvil y contesté los mensajes a Nia.
Tenía que hablar con Javy ya.

Javy (Nerudita)

- Dime que invitaste a Eva a algo.
- Si tío. Ya te cuento luego cuando esté solo detalles pero ahora voy a lo consistente.
- Madre mía tío, cuenta
- Me besé con Eva y esta noche he dormido con ella en la misma cama. Sin hacer nada eh que ya te estoy viendo venir.
- Bueno te parecerá poco....
- Me lo propuso ella. Y yo ahora estoy con un lío mental muy gordo.
- Haz lo que te salga de dentro, Hugo. Ya está. No tienes que pensar nada más.
- Me haré caso de tí como tantas veces he hecho. Gracias. Luego te contaré detalladamente.
- Suerte y disfruta. Déjate de hacerte el machote que la echabas muchísimo de menos, quítate ya esa coraza y muéstralo Hugo. Haz siempre lo que sientas.
- Javy, no sé qué haría sin tí. Te quiero más que a todo.

Eva salió al rato de la ducha.
Iba guapísima. Con su peto verde. Y sus labios color burdeos.
Antes, le decía a ella que odiaba que se pintara los labios porque se me quedaba toda la boca del color, pero en realidad me encantaba.
Yo la observaba.
Se estaba haciendo un moño frente al espejo y se echó colonia.
Se volvió hacia mí. Y me sonrió.
Tenía un magnetismo que no me permitía quitar mi mirada sobre ella.
Era algo que no podía.

- Oye. Deja de mirarme porfa, que me pones nerviosa.
- Es que estás muy guapa.
Me salió. Como le había comentado a Javy iba a hacer y decir lo que me saliera de dentro y eso estaba haciendo.
Me levanté y me acerqué a ella.
- Antes de comer nos pasamos por mi hotel y me cambio. Que no voy a ir en pijamas.
Ella me miró de arriba a abajo. Cogió su móvil y la llave de la habitación.
- Nadie lo notaría. Te queda bien hasta el pijamas.
Y eso me sorprendió. Porque yo me lo había propuesto a mí mismo, y ella por lo que se ve también.
Sonreí. Y es que esa mañana todo eran sonrisas.

Fuimos a mi hotel. Entramos en mi habitación de hotel.
- Oye. Te voy a elegir yo la ropa.
- ¿Y tú quién eres para elegirme la ropa?
Estábamos muy cerca. Hasta que ella se acercó poco a poco, para después girar su cabeza e irse hacia el armario.
- Te lo debía Hugo Cobo. Igual que te debo una comida. No tardes mucho anda.

Me debía eso. Se apartó porque el día de antes me había apartado yo. Si es que las cosas no cambian. Y tú no aprendes Hugo.
Me duché. Cuando salí me di cuenta que no tenía la ropa.
Maldición. No iba a salir en ropa interior.

- Eva Barreiro. ¿Tienes ya elegida mi ropa?
- Um, no sé yo eh. Tendrías que renovar tu armario, cordobés. Pero he elegido algo.
- Pues a ver cómo me la pongo..... Me la traes porfavor.
Me estaba estresando. Me puse la toalla por encima. Ella abrió la puerta. Me entregó mi ropa. Me guiñó un ojo y se fue.
Así, sin despeinarse ni un pelo.
Me cambié rápido y salí del cuarto de baño.

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