Capítulo 9.

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Eva (Narradora)

Caos.
Caos el que tengo yo ahora mismo en mi cabeza.

Le había montado ese numerito porque no tenía ganas de dar ninguna explicación.
Efectivamente.
Y la que había liado. Era verdad.
Era verdad que no tenía ningún derecho de leer el mensaje. Pero era verdad que yo lo había dejado en frente de sus narices.
Y por no darle explicaciones se lo eche muchísimo en cara.
Ahora estaba sola en la habitación.
Sola después de haberme dado tres besos furtivos.
Que me hicieron tocar el cielo.
Tenía miedo de que no me quisiera.
Y de que se fuera.
Pero yo hoy lo había echado de mi habitación.
Vaya. Que desastre.

A las doce de la noche, harta de estar así con mi conciencia, salí de mi habitación.
No me había cambiado de ropa.
No tenía el cuerpo para nada.
Pasé por recepción y salí.
Me acordé.
Fui a la máquina expendedora y compré un paquete de tabaco.
Ahora sí, salí.
Crucé la calle y entré en el hotel.
Subí las plantas hasta llegar a la planta que quería.
Andé y me paré en la puerta que quería.
Llamé con los nudillos.
Al minuto abrió un Hugo que se asombró al verme ahí parada.

- ¿Eva?
- Hola, ¿puedo pasar?
- Siempre. ¿Qué haces aquí?
- He venido a hablar. Me arrepiento de echarte. No lo debería de a ver hecho.
- Tenías todo el derecho, Eva. Si no tuve que leer el mensaje, era tu intimidad. Y yo no soy nadie para eso. Joder, lo siento muchísimo. Eva, es que.... A ver cómo digo ésto.
Antes de que siguiera le planté un buen beso.
Él al principio se extrañó. Sonrió. Y me besó.
Si es que vaya tontería.
- Um, Hugo...
Él no se quería separar. Ni yo. Pero tenía que explicarle cosas.
Me empezó a dar besos por el cuello.
Joder Hugo.
Pero que yo tenía que hablar con él.
Lo tiré hacia la cama y se sentó.
Sin quitarme la mirada de encima.
- Necesito hablar contigo. Porque he venido a eso. Yo siempre cumplo mis objetivos Hugo y ahora es ese, luego ya será otro. (Le dije guiñándole un ojo)
- (Se empezó a reír).Vale, vale. Pero luego alomejor ese no va a ser mi objetivo, gallega.
Dijo levantándose y acercándose a mi cosa que hizo que me pusiera muy nerviosa. Se acercó a mi oído.
- Pero tú habla, que luego ya tendremos tiempo, Eva Barreiro. Apúntate ésto a la lista de lo que me debes.
Se me erizó la piel y él sonrió orgulloso.
- Pues quita ésto de las cosas que te debo.
Dije sacando la caja de tabaco. Y cojiendo uno.
- ¿Vienes? Que me quiero fumar uno.
Le dije acercándome a la puerta de la terraza.
Se iba a tragar su orgullo.
Eva Barreiro estaba preparada para el ataque.

Salí a la terraza y vi que había un jacuzzi y todo.
Lo iba a utilizar. Pero antes conseguiría mi objetivo principal.
Encendí mi cigarrillo.
Él entró y me observó fijamente.
Se puso en frente mía.
- A ver Hugo. John ha sido mi pareja si.
En el pasado. Lo dejé con él.
Por tí. Si no me mires con cara de póker. Por tí porque me sigues removiendo. Y pues eso, cordobés. Que con todo lo que la cagaste, y diez años sigo jodidamente enamorada de tí.
Efectivamente. Y mira que he intentado olvidarte.
Pero otra vez he caído. Y no quiero ir rápido, ni quiero ponernos una etiqueta.
Quiero vivirlo. Quiero sentirlo. Quiero disfrutarlo.

Me acerqué a él.
Él tragó.
Objetivo uno conseguido y dos en proceso.
Si es que no aprende, que Eva Barreiro siempre gana.
Nuestras narices estaban rozando. Y me aparté.

- Oye, hace calor aquí, ¿no?
Yo me quité el peto y me metí en el jacuzzi.
Él de piedra, mudo. Mirándome.
- Cordobés, ¿estás bien?
- Por supuesto.
- Me alegro. Oye, ¿Me dejas quedarme está noche?
Le dije dándole una calada al cigarrillo.
Se acercó. Se sentó en el borde del jacuzzi. Me miró. Me cogió la barbilla y me besó.
Yo me separé. Lo miré y me reí.
- No me has contestado.
- Me debes una noche. Y siempre te digo que sí, Eva Barreiro.
Y se mordió el labio. Este juego se me estaba volviendo en contra.
Antes de que fuera a peor. Me salí de ahí bajo su atenta mirada.
Entré dentro mojando toda la habitación con mis pisadas.

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