Capítulo 4.

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Hugo (Narrador)
Ahí estaba yo. En medio de la acera. Parado. Frío. Pero sin dejar un segundo de pensar.
Las paradojas de la vida.
Como se las arregla para que en un segundo todo de vueltas, todo cambié.
Nada persiste, y menos la tranquilidad.
Mi mente ahora mismo era un caos. Y mi corazón tenía miedo.
Tenía miedo de volver a sentir. Volver a sentir, y que de un momento a otro todo se esfume.
Que no esté presente.

Ella estaba más cambiada. Más madura, y más guapa. Derrochaba energía positiva por donde pasaba. Su mirada expresaba una energía tan positiva, y con tanta potencia, que te hacía tambalearte.
Y ahí me había quedado yo, estancado en el mismo sitio donde su mirada y mi mirada habían chocado.
A los minutos reaccioné, fumando un cigarrillo. Como no, el refugio de mi estrés que tenía desde hace años. Ella con su carisma, me decía que no le gustaba que las personas fumaran, pero que en mi no le importaba...
Javy apoyó su mano en mi hombro.
- Venga, Hugo. Termina ya, y charlamos dentro. Aquí no haces nada, anda.
Y así hicimos. Yo, todavía gélido, entré en el hotel.
Al rato, estábamos los dos en mi habitación sentados.
Le había dicho, que para que iba a reservar una habitación, teniendo la mía, le hacía un hueco.
- Hugo, yo sé que esto te habrá afectado , pero mira el lado bueno, el lunes ya será un segundo choque. Tienes todo el finde para recomponerte y pensar que esto es lo que hay.
- Ya lo se, si creía que estaba mentalizado. Pero el verla, me ha removido todo que creía que ya la tenía olvidado y tan solo lo tenía escondido, tapado. Ahora dime lo que lleváis ocultandome diez años, ¿tiene pareja no? Que yo lo comprendo que la cagué mucho, y que llevo diez años sin saber nada. Y sin poder entrar en sus redes, para evitar remover todo y .... Joe Javy ayúdame por favor.
- ¿Realidad? o ¿Lo que deseas oír?
- Realidad, la necesito. Necesito escucharla, y dejar de hacerme ilusiones. Prefiero chocarme hoy, que el lunes. Entiéndeme.
- Tiene algo. Según Sam tiene algo con alguien. Punto.
- Gracias Javy, lo necesitaba. Prefiero chocarme hoy que el lunes. No sabes lo que necesitaba que vinieras este finde. Gracias de verdad, tío.
- Ya sabes, que no tienes que dar las gracias de nada. Para eso está uno, Hugo. Ábrete de una vez. Tienes derecho a chocarte, a sentirte bien o mal. Tienes derecho a equivocarte, y a admitirlo. Y ahora, voy a bajar al bar, y voy a subir unos sándwiches que estoy muerto de hambre. ¿Te traigo algo?
- Se me ha cerrado el estómago, gracias.

Javy bajó a comer algo. Yo me quedé en la habitación. Me duché. Necesitaba pensar. En realidad no había nada que pensar.
Ella tenía todo el derecho. Lo nuestro se terminó, aunque para mí solo en palabras. Sólo en palabras porque con solo una mirada de un segundo, me ha hecho vivir, sentir, lo que no había sentido en diez años.
Y así bajo el agua de la ducha, recordaba momentos. Su risa, su pelo, su sonrisa, sus besos, sus abrazos. Su olor. Ese olor tan único.
Salí de la ducha, y me comencé a poner el pijama. Observe el tarro de perfume, que había en frente mía. Seguía llevando el mismo perfume de hace diez años.

Flashback:

Esperaba en el aeropuerto. Eva, venía desde Barcelona a Madrid. Había ido ha hacer unas cuantas de entrevistas y promoción para su nueva música. Llevaba ya casi dos semanas sin verla. Por mí y por su parte. Los dos acabábamos de salir de la academia, y estábamos aprovechando el tirón.
Por megafonía indicaron que el avión de Barcelona, estaba aterrizando.
Y diez minutos después, veía desde lejos a una Eva feliz acercándose.
La había echado muchísimo de menos. El día no era igual sin ella. Sobretodo las noches y las mañanas que es lo que más pasábamos juntos, porque el resto del día teníamos entrevistas, composición, grabaciones....
Llegó corriendo y me abrazó. Y yo la abracé. Me daba igual donde estar, cuándo estar, pero siempre con ella. Con esa chica castaña de ojos océano. Porque es a lo que me recordaba su mirada.
Era tan profunda como los océanos.
Me acarició la nuca. Sabía que me relajaba.
- Te he echado muuuchisimo de menos, cordobés.
- Y yo a ti gallega. No sabes cuánto.
- Bueno, ¿Vamos? O te vas a quedar ahí parado. Como prefieras eh.
- Vamos, vamos. Se ve que eres una gallega impaciente.
Nos desplazamos en mi coche.
- Oye, ¿qué tal tú?
- Pues ya ves, todo el día de arriba a abajo. El fin de semana pasado bajé a Córdoba. Quería ver a mi madre y a mi hermano. Y sabes, que intento ir cuando tú no estás aquí, para aprovechar el tiempo.
- Ya lo sé, cariño.
Cariño. Una palabra. Tres sílabas. Seis letras. Tres vocales. Tres consonantes. Un segundo. Para que se me parara el corazón y se me pusiera una sonrisa tonta de oreja a oreja. Cariño y lo que provocaba.
- ¿Gallega, me has llamado cariño?
- ¿Yo? Más quisieras rubio.
Y los dos empezamos a reírnos. Era nuestro pique. Para mí era la gallega a la que tenía que picar fuera como fuera.

Al rato llegamos al ático.
Yo elegí un ático con terracita, para vivir en la capital. Era amplio, con ventanales. Me encantaba la luz que tenía. Me llenaba de alegría. Y la terraza, maravilla pura.
Ella, cogió lo necesario de la maleta.
Mientras yo, hacia el intento de cocinar una tortilla de patatas para quitarse el sentido, pero estaba en el intento.
- Hugo, ¿me dejas una camiseta tuya para dormir?

Yo sabía que le encantaba y a mí me encantaba que le encantará. Por eso, ya se la tenía preparada y todo.

- ¿Cuándo te he negado yo algo? En la cama tienes una.
Cenamos lo que pudimos viendo la Gran Vía de Madrid.
- Que bonito es esta ciudad. Todas sus cosas son bonitas.
Yo le quería contestar que lo más bonito ahora mismo de esa ciudad era ella. Pero tan solo asentí y me reí por mi mente. Algún día se lo diré, después de tanto tiempo y todavía me da vergüenza decirle algo así tan "cursi" , pero me salía solo. Lo sentía.

Estábamos cansados. Nos metimos en la cama rápido. Teníamos sueño.
Apagué la luz y le di un beso. La había echado mucho de menos. Demasiado diría yo.
- Echaba de menos tú perfume, que no me deja dormir. Hugo.
- Te quiero.
- Y yo.

Fin del flashback.

Y ahí estaba yo. En el cuarto de baño del hotel. Rompiéndome. Me era necesario. Tenía que suceder.
Demasiado caos en tan poco tiempo.

• ¡Hola! Buah, perdonad la hora. Se me pasó publicarlo. Lo tenía escrito y se me pasó.
Espero que la espera merezca la pena.
Gracias por leer ésto. Gracias por seguir está historia.

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