13 - "Quiero estar contigo"

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SAINT

Zee besaba mi cuello desesperado y sin percatarme lo envolví con las piernas alrededor de su cintura, dejando que me llevara a la pared y dejando que me empujara a esta con fuerza. Me dejé llevar, pero no esperaba que fuera a besarme con tanto amor. Segundos atrás se había desesperado por tenerme y ahora lo tomaba con calma. Sus dedos se deslizaron hacia mi mandíbula y depositó un beso en mis labios dejándome atónito.

"¿Qué?" Preguntó cuando le sonreí.

"Nada. Solo que me gusta esta faceta tuya más de lo que pensaba."

"¿Porqué eres tan tierno?" Preguntó tomándome por sorpresa y de un momento a otro comenzó con las caricias. Haciendo que perdiera la cordura en cuestión de segundos. 
Sus manos estaban bendecidas... con solo tocarme me erizaba la piel. No, solo eso me pasa porque se trataba de él.

Mis piernas se habían rendido y me encontraba de pie una vez más. Pero asegurándome que no me soltara. No quería perderlo de nuevo.

"Zee, hazme tuyo."

En los ojos de Zee pude ver cierta sorpresa; conmovido por la forma en que lo había dicho con inocencia. No lo dudó. Me besó otra vez y lo envolví con mis piernas dejando que me llevara a la cama de su habitación. No me alejé de sus labios ni un segundo. Me dejó en la cama y encima mío se quitó la camisa dejando a la vista sus abdominales perfectas; sí esas de las que ya había hablado anteriormente y descrito como las de un Dios.

"S—Saint..." Zee tartamudeó sin saber a donde llevar su mano. ¿Estaba nervioso? No es como si no lo hubiéramos hecho antes. Quise decirle eso, pero ya ni estaba seguro. Para ser honesto, esta vez si se sentía real y diferente.

"Zee, todo está bien." Asentí apunto de echarme a reír. "Solo hazlo." Tiré de su cuello y lo atraje a mí en un beso. ¿Quién diría? Un bottom tomando el primer paso. Su mano bajó a su pantalón a la vez que me besaba y desabrochó el primer botón de su pantalón con manos temblorosas.

Mis ropas se unieron a las suyas en el suelo de la habitación.

Tuve que morder su hombro para ahogar mis gemidos cuando se enterró profundamente dentro de mí. Mi cuerpo ya se había acostumbrado al calor de Zee. No me importaba quién era, quién había sido, ni lo que una vez había prometido ser mientras él se movía. No había más que esta egoísta necesidad de tenerlo para mí.

"Soy tuyo." Le dejé saber y no hizo falta más ninguna palabra para que siguiera moviéndose dentro de mí.

Él era la cosa más hermosa que jamás hubiera imaginado. Suyo, era suyo.

"Eres— mío." Dijo entre gemidos. Mis manos estrujaron con fuerza las sábanas. Iba a volverme loco. Zee me sentó encima suyo, pero no hice nada. Por primera vez dejé que hiciera lo que deseara.

Mis gemidos se hicieron más intensos al contacto más feroz que teníamos ahora. Incluso Zee jadeó. Mis dedos se clavaron en su espalda que hasta me preocupé si le dejaría marcas de arañazos. Pasó un tiempo en que olvidé que había sucedido en el transcurso de mi día y gritaba con voz ahogada su nombre. Me moví pidiéndole más, más y más.

"Por favor." Supliqué.

Esas palabras fueron su perdición. Me volteó de inmediato y me embistió haciéndome olvidar mi nombre por completo. Dejé escapar un sonido que bien podría haber sido un gemido o podría haber sido su nombre. No lo pude diferenciar dadas las circunstancias. Mientras se deslizaba con embestidas suaves y ondulantes llenándome centímetro a centímetro me perdía en recuerdos de nosotros. Sintiéndome aún más excitado que nunca. ¿Qué era esto? Nunca lo había sentido antes de esta manera.

Love At First CupDonde viven las historias. Descúbrelo ahora